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El Racing invertirá 1,96 millones de euros en salarios para la primera plantilla deportiva, a los que hay que sumar los 281.000 previstos para el cuerpo técnico, lo que supone un aumento en esta partida respecto a lo presupuestado el curso pasado. ... Después, al final del ejercicio se comprobará si se puede cumplir este objetivo o si, por el contrario, se supera esta cantidad, como sucedió en el curso 18-19, el del ascenso a Segunda. Por el momento ni siquiera se ha llegado a esta cantidad, según informa el propio club, que reconoce, eso sí, que el gasto se incrementará con los fichajes de invierno.
En consecuencia, el Racing tiene previsto destinar 2.241.000 euros a salarios y emolumentos del primer equipo, en lo que supone un intento de mantener una plantilla lo suficientemente competitiva para luchar por el ascenso. Todo dentro de unas cuentas deficitarias, como adelantó El Diario Montañés.
De hecho, el club prevé unos ingresos de 2.861.000 a lo largo de la temporada, unos 600.000 euros más de lo que se prevé para sostener el primer equipo deportivo. En cuanto a la previsión de gasto global que se prevé –y se aprobará el sábado en la junta–, asciende a un total de 5.445.000 euros, lo que supone un déficit de 2.616.000 euros. En privado, Alfredo Pérez considera que el déficit será menor, pero esa es la cantidad que se ha fijado en los presupuestos y que se ha comprometido a respaldar –verbalmente– el Grupo Pitma a través de su línea de crédito.
Con estas cantidades, el Racing se coloca a la altura del gasto salarial de los principales equipos de la Primera RFEF, y se coloca un año más entre los presupuestos más importantes de la categoría. Y es que, una vez más, el objetivo es el ascenso. Así se afana al menos el club en repetirlo después de la polémica surgida el año pasado, cuando Aritz Solabarrieta manifestó a su salida que eso no era lo que le habían transmitido.
El gasto en salarios se presupuestó la temporada pasada en 1,8 millones de euros, de nuevo sin tener en cuenta lo percibido por el cuerpo técnico del primer equipo. Se trata de una cantidad ligeramente menor a la de la temporada actual, y que se cumplió con un mínimo desvío (1,6 más cotizaciones), como se refleja en las cuentas que se aprobaran también este sábado, en la Junta General de Accionistas que se celebrará en la Universidad Europea del Atlántico.
En consecuencia, se mantiene a grandes rasgos la misma política de plantilla que se siguió en las últimas temporadas en Segunda División B, aunque de facto no se llevara a cabo en el curso del ascenso a Segunda División. Se trata de una decisión estratégica de la directiva, pero una mayor contención en el gasto salarial no sería suficiente para evitar el fuerte déficit previsto.
La temporada 2019-2020 no es comparable, dado que el equipo militó en Segunda División, su presupuesto se incrementó de los entre tres y cuatro millones de euros habituales hasta más de los nueve y la masa salarial fue asimismo mucho mayor. Un gasto muy superior al de Segunda B, si bien al mismo tiempo fue uno de los más limitados de la categoría, dados los topes salariales que establece la patronal del fútbol de acuerdo con los ingresos y las cargas de cada sociedad anónima deportiva.
Sí que se puede establecer una comparación con el curso del último ascenso a Segunda División, con Chuti Molina como director deportivo e Iván Ania como entrenador. En aquella ocasión también se estableció una previsión de gasto de 1,8 millones de euros (de nuevo desglosando lo destinado al salario del cuerpo técnico), pero entre indemnizaciones, fichajes de invierno y desviaciones de presupuesto, el gasto fue mucho mayor.
De acuerdo con las propias cuentas aprobadas en la Junta General de Accionistas, el gasto en salarios de la primera plantilla de aquella temporada ascendió a los 2.722.776 euros, es decir, casi un millón más de lo presupuestado inicialmente. Y eso sin tener en cuenta las rescisiones que se tuvieron que abonar a futbolistas con los que se dejó de contar durante la temporada y que incluso llegaron a jugar y participar activamente en el ascenso, aunque fuera con apariciones puntuales. Teniéndolas en cuenta, el gasto real en salarios fue de 3.185.063 euros.
El relevo de Manolo Higuera por Alfredo Pérez al frente del Racing trajo consigo un incremento en las cantidades consignadas para la primera plantilla. Como en los casos anteriores, las partidas presupuestadas no siempre han coincidido con las que finalmente se ejecutaron. Sin embargo son las que se deben utilizar para hacer la comparación con el curso actual, puesto que aunque la experiencia diga que en la mayor parte de los casos no se cumplieron las previsiones, estrictamente no se puede aventurar si en esta ocasión se conseguirá o no.
En la temporada 2017-2018, la última en la que Higuera tuvo un control absoluto de la política deportiva y económica del club, se hizo una previsión de gasto de 1.435.000 euros para sueldos del primer equipo.Y en aquella ocasión se cumplió de una manera tan estricta que, de acuerdo con las cuentas auditadas y aprobadas, fue de 1.267.540 euros (siempre sin contar los salarios de los cuerpos técnicos). Es decir, menos incluso que lo consignado, si bien aquella temporada trajo también consigo la que en aquel momento fue la peor clasificación de la historia del equipo. De hecho, este resultado desencadenó la dimisión de casi toda la directiva, incluso su presidente, y le costó el puesto a Carlos Pouso, como antes le había costado a Ángel Viadero.
Posteriormente, el Racing empeoró la estadística la temporada pasada, ya con Alfredo Pérez como presidente y bajo la dirección deportiva de José María Amorrortu y Pedro Menéndez. Y en esa ocasión con un gasto en sueldos sensiblemente superior.
La situación fue diferente en el curso 19-20, en Segunda División, cuando en consonancia con la nueva categoría y los importantes ingresos televisivos el Racing experimentó un fuerte incremento en la masa salarial. En aquella ocasión, al necesario esfuerzo para buscar el objetivo del ascenso se unió la herencia de los largos contratos que firmó Molina, que lastraron a un equipo que perdió muy pronto las opciones de permanencia en un curso, por otra parte, muy atípico.
Finalmente, el Racing concluyó el curso con un límite salarial de 5,8 millones de euros para la primera plantilla que ni siquiera llegó a cumplir, al no conseguir Molina cerrar los suficientes refuerzos de garantías para revertir la mala situación en la que estaba el equipo ya desde el mismo arranque de la competición liguera.
Estos 5,8 millones fueron los resultantes del incremento en el tope gracias a los ingresos de invierno y la venta de Yoda, y siempre al margen del ERTE provocado por la pandemia, que estuvo activo desde marzo de 2020. En origen, el límite salarial del Racing era de 5,078 millones de euros, lo que colocaba a los verdiblancos como el cuarto club con menos disponible para pagar a sus futbolistas.El incremento de invierno le hizo ascender ligeramente en esta clasificación, hasta llegar a la sexta plaza por la cola. Eso en negro sobre blanco, porque al final el gasto salarial de aquel equipo rondó los cinco millones y medio de euros.
Manolo Higuera (Temporadas 15-18)
Si bien contó en una breve etapa con Pachín, Manolo Higuera fue durante su etapa como presidente el responsable último de los fichajes.Salvo en la primera temporada de Ángel Viadero, en la que el santanderino tuvo mando en plaza y dirigió la política de incorporaciones en una situación comparable –aunque no idéntica– a la que se vive ahora con Guille Romo, Higuera decidió de primera mano la estrategia de refuerzos. Un ejemplo es la época en la que se optó por una operación retorno que trajo de vuelta a Antonio Tomás, Juanjo Expósito, Álex García y Quique Rivero. Su gestión se caracterizó además por una fuerte restricción presupuestaria, dado que Higuera heredó el club al borde de la quiebra y se vio obligado a gestionarlo con una economía de guerra.Sin demasiado margen de maniobra si quería luchar por el ascenso, sus plantillas fueron sin embargo algo más baratas que las de los últimos años, tanto en los presupuestos como en las cuentas finales.
Chuti Molina (Temporadas 18-20)
Alfredo Pérez y Pedro Ortiz siguen satisfechos con su labor en la primera temporada, la del ascenso, en la que tuvo el presupuesto récord para salarios en el Racing en la categoría, y pese a la cargada mochila que dejó, con más de medio millón en emolumentos de futbolistas con los que no se contaba y fichas muy abultadas para la tercera categoría. A Chuti Molina le achacan que llevaba demasiado tiempo alejado de la Segunda División y que desconocía la categoría, a lo que atribuyen una política de fichajes que llevó al descenso.Las estrecheces económicas fueron muchas, pero no para justificar la debacle deportiva. El club tenía el sexto techo salarial más bajo de la categoría (con cantidades similares a otros equipos que rondaron el play off de ascenso), pero terminó colista descolgado y virtualmente descendido varias jornadas antes del final. Con su salida el cambio de modelo fue radical: de un director deportivo plenipotenciario a una dirección colegiada y parcelada.
José María Amorrortu (Temporada 20-21)
Con la salida de Molina llegaron José María Amorrortu como responsable de estrategia deportiva (en realidad ejerció como coordinador de la cantera y director deportivo) y Pedro Menéndez como secretario técnico. Suyos fueron los fichajes, para los que contaron con menos presupuesto que Molina en Segunda B y una errática política de contratación de un entrenador en quien Amorrortu no creía, Javier Rozada, pero con el que ya se habían comprometido. El resultado, una precipitada destitución y el fichaje de Aritz Solabarrieta, una imposición del vizcaíno que ligó su futuro al del joven entrenador. Pérez achaca al vizcaíno que le faltaban contactos para el equipo profesional, si bien alaba su labor en la base, como lo hicieron la mayoría de técnicos de las secciones inferiores. También perdió la confianza en Menéndez, que gestionó algunos de los fichajes en una temporada en la que pocos de ellos funcionaron. La salida de ambos propició otro cambio de modelo.
Guille Romo (21-22)
Con la llegada de Guille Romo se volvió a resetear el Racing en lo que a la planificación deportiva se refiere. Ni dirección colegiada ni binomio director deportivo-entrenador.Una sola persona para todo: Guille Romo, si bien sin el poder omnímodo que se le concedió a Molina. El propio club reconoce de facto que se trata de una situación atípica para el fútbol profesional, incluso en Primera RFEF, para clubes de las dimensiones del Racing. Por eso Alfredo Pérez ya ha anunciado, como publicó ayer El Diario, que en caso de ascenso el club contratará un director deportivo. Romo contará con un presupuesto ligeramente superior al que se dotó a Amorrortu y Menéndez, si bien en aquel caso las cuentas finales arrojaron un gasto mayor (aunque no tan disparado como en la etapa de Molina) y en este está pendiente de comprobar el modo en el que el técnico y responsable deportivo puede gestionar sus recursos mientras busca el mismo objetivo de todos los años: el ascenso.
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