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Como en el Mito de la Caverna de Platón, el Racing ya se había convertido en esclavo de su estilo. Sabía hacer una cosa y, mientras la hacía muy bien, era capaz de sobrevivir. Pero cuando llegaron los errores, se volvió débil. Cinco derrotas consecutivas. La hoguera, dentro de un ambiente ya viciado, permitía distinguir sombras y esa parecía la única realidad existente para el equipo cántabro. El nuevo técnico, José Alberto, entró en la cueva y le hizo dar pasos hacia la salida de la gruta a sus futbolistas. Y con la luz del día –y probablemente con ayuda de la efervescencia del cambio en el banquillo–, los verdiblancos fueron conscientes de que hay otras cosas. Otras formas. Otros caminos. Otra vida. Como un caballo al que le quitan las anteojeras. No es que lo anterior fuese malo, sino que ya estaba agotado. Pero el Racing marcó casi un tercio de los goles que llevaba en las veinte jornadas anteriores. Y así, se llevó un fantástico e importante triunfo de Cartagena, para abandonar la tristeza, cerrar el año liguero con una sonrisa y terminar la primera vuelta fuera de los puestos de descenso. Esa otra peligrosa caverna.
Cartagena
Aarón Escandell (Marc Martínez, min. 46), Pablo Vázquez, Datkovic, De Blasis, Feuillassier (David Ferreiro, min. 57), Calero, Musto (Ortuño, min. 57), Sadiku, Jairo (Borja Valle, min. 38), Delmás y Tejera (Mikel Rico, min. 74).
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Racing
Parera, Dani Fernández, Saúl García, Germán Sánchez, Rubén Alves, Íñigo Sainz-Maza, Aldasoro (Arturo Molina, min. 84), Íñigo Vicente (Alfon, min. 84), Mboula (Marco Camus, min. 75), Pombo (Peque, min. 75) y Matheus Aiás (Sekou Gassama, min. 59).
Equipo arbitral: Guzmán Mansilla, asistido en las bandas por Valverde Martínez y Munuera Montero, todos ellos del Comité Andaluz. Cuarto: Morales Moreno (Andaluz); VAR: Gorostegui Fernández-Ortega (Vasco) y AVAR:Arcediano Monescillo.
Goles: 0-1, min. 16: Íñigo Vicente. 0-2, min. 36: Mboula. 0-3, min. 68: Aldasoro.
Amonestaciones: Amarilla a los locales De Blasis, Musto, David Ferreiro, Feuillassier y Sadiku y a los visitantes Saúl García y Matheus Aiás. Expulsó al segundo entrenador del Cartagena, Domingo Cisma.
Incidencias: Cartagonova. Césped en regular estado en una tarde fresca pero apacible. 6.927 espectadores.
Pues José Alberto no cambió el sistema, pero sí le pegó un buen meneo al once. De hecho, dos de los damnificados fueron dos de los pretorianos de Guillermo Fernández Romo. Pol Moreno y Eneko Satrústegui, al banquillo. El técnico apostó por Germán Sánchez y Saúl García. Lo del segundo, entraba en los planes. Por su parte, Aldasoro entró en el doble pivote ante la ausencia por paternidad de Fausto Tienza. Además, la otra decisión más notoria fue la elección de Matheus Aiás para la delantera en lugar de Sekou Gassama.
Su equipo, además del paso adelante en la presión y los laterales largos que le permitieron ver puerta con una mayor facilidad, supo recuperar lo mejor de la anterior etapa: la solidez defensiva. El conjunto cántabro, aún con algunos protagonistas diferentes, dio otro simposio de cómo mantener la portería a cero. Para, a partir de ahí, crecer de forma exponencial. Sin un juego brillante, pero sí práctico y efectivo.
Era un partido de esperarlo con un cosquilleo distinto a los demás. El Racing, retro, en versión 2006-2007 con camiseta blanca y pantalón verde, se jugaba mucho, porque la bala del entrenador destituido ya está gastada. Queda la del mercado invernal de fichajes. De ahí que la imagen, la esperanza de lo que pueda dar de sí el equipo verdiblanco en esta nueva etapa, hacía crecer la expectación.
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De momento, de inicio, presión mucho más alta. Casi en el área del Cartagena. Pombo lo intentó con un disparo lejano que tocó en un rival y se fue a córner. Después, Aldasoro la pegó desde su casa, muy alto. La ejecución, en ambos casos, fue horrorosa, pero el hecho de probar suerte ya era algo a tener en cuenta.
La presión surtió efecto pronto. 16 minutos. Un mal control de Pablo Vázquez le dio la oportunidad a Íñigo Vicente de acechar a la presa. Y el vasco se llevó la pelota. Se plantó en el área. Tenía a Pombo a su izquierda, pero decidió guisárselo y comérselo él solo. Vio un huequito en el palo derecho y allí la coló. 0-1. A ver si es que se puede jugar a otra cosa. Veremos.
Había dudas lógicas en las marcas. En el saltar a la presión. Eso es tiempo y trabajo. Y esos huecos repentinos le dejaban espacio para el ataque del Cartagena. Un tiro de Tejera desde la frontal lo repelió con una buena estirada Miquel Parera.
A partir de ahí, el Racing, intenso, se dedicó a ser práctico. A arriesgar lo mínimo. Y cuando haya un robo. Cuando haya una opción, a buscar premio. Eso sí, lo del balón parado sigue siendo un aspecto a mejorar. Tres saques de esquina seguidos. Cada cual, peor. Cada cual, más inútil.
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De repente, despertó Jordi Mboula. El catalán se vistió de Castolo. Pombo abrió hacia la carrera del extremo. Calero le cerró el centro y el racinguista lo arregló con un fantástico recorte con el tacón. Y la definición también genial. Con la pierna mala y al palo largo. Anda, si también se pueden meter más de un gol en un partido. Con ese 0-2 se llegó al descanso. Una situación nueva que casi parecía increíble.
El Cartagena, que ya andaba camino del desquiciamiento, por no tener no tenia ni fortuna. Si en la primera parte tuvo que sustituir al lesionado Jairo, al descanso tuvo que retirar a su portero titular, Aarón Escandell. El equipo murciano sí que aumentó su dominio tras el intermedio, pero mientras el Racing supiese mantener esa firmeza defensiva que le ha caracterizado durante gran parte de la temporada, no sólo le iría bien, si no que le daría la oportunidad de castigar aún más a su rival. Hasta el momento, la zaga verdiblanca se mostraba impecable ante los reiterados centros laterales blanquinegros.
José Alberto metió refresco en la delantera. Sekou Gassama sustituyó a Matheus Aiás. Pero quien tuvo una magnífica ocasión fue Íñigo Sainz-Maza. Tras una buena combinación por la banda izquierda, Saúl García llegó a la línea de fondo. Desde allí vio al capitán solo en el frente del área. Se la puso. Sin embargo, con todo a favor, el de Ampuero le pegó a un zaguero.
El talento lo sacó Aldasoro. Sekou Gassama aguantó de forma fantástica un balón largo. Estaba solo, la retuvo y aguardó, paciente. El vasco arrancó desde su área, donde los locales le acusaban de haber cometido un posible penalti. Una vez en el otro extremo del campo, recibió, dejó a un rival atrás con una bicicleta y buscó su hueco. Ahí la puso. Genial. ¡0-3! Si en Cartagena tenían ganas de revancha por el ascenso de hace 31 años con el autogol del otro Pombo, los murcianos se llevaron una segunda taza.
Con el encuentro sentenciado, el míster hizo dos nuevos cambios. Peque reemplazó a Pombo en la mediapunta. Y Marco Camus, a Mboula. Decía José Alberto en rueda de prensa que al cántabro lo veía siempre por la izquierda. Pues debía estar jugando al despiste. A pierna cambiada.
A partir de ahí, el Racing se afanó en mantener la renta ante un rival ya ofuscado. Y con la presión bien arriba pese al resultado favorable. El entrenador racinguista agotó los cambios. Alfon y Arturo Molina sustituyeron a Íñigo Vicente y Aldasoro.
No hubo mucho más, pero también es verdad que ya era más que suficiente. Un cabezazo desviado de Datkovic como mayor evento reseñable. El partido terminó. Con esta nueva realidad aprendida, lo importante es no volver a la caverna. Que lo de este sábado no sea únicamente por la efervescencia del cambio del entrenador. Pero está claro que es un buen comienzo.
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