Un punto que ya nadie esperaba

Partida de póquer en los banquillos, con los entrenadores guardando cartas. José Alberto, porque buscaba ese paso adelante de su equipo lejos de los Campos de Sport. Y Cristóbal Parralo, para propiciar un cambio de dinámica después de cuatro partidos seguidos sin ganar. Así, el asturiano dejó en el banco a Peque y Mboula, reemplazados por Lago Junior y Marco Sangalli en las bandas y mandando a Íñigo Vicente a la mediapunta. Además, dio entrada a Rubén Alves en la zaga, en lugar de Germán Sánchez. Y luego, el cambio obligado de Iván Morante por el sancionado Aldasoro en el doble pivote. Por su parte, el cordobés, entre otras novedades, prescindió de un Héber que fue una pesadilla en el partido de ida en El Sardinero.

Arrancó bien el equipo cántabro, con los dos sorprendentes extremos como protagonistas. Marco Sangalli sirvió a Lago Junior, que ganó la línea de fondo y el centro del costamarfileño lo cabeceó, mal colocado, Arana. Como aperitivo no estuvo mal. Porque dos minutos iban a tardar los visitantes en adelantarse en el marcador. Una falta en la medular sirvió a Íñigo Vicente para ponerle un lacito al balón. Asistencia número once. Rosca y fantástico desmarque de Rubén Alves, que remató de primeras para mandarla a la escuadra. Vaya si le salieron bien los cambios a José Alberto.

Bueno, no tanto. Un error de Marco Sangalli en la frontal del área dejó a los centrales en dos contra tres. Manu Hernando tampoco estuvo fino en su movimiento y Álvaro Jiménez se quedó solo para batir a Ezkieta y poner el empate a uno. La de cal y la de arena. De los regalos de Íñigo Vicente a las dádivas de casi siempre atrás. Y así, el play off es una utopía.

El tanto local apagó la efervescencia verdiblanca. Yla mala fortuna de los novedosos se cebó esta vez con Lago Junior. Problemas físicos para el africano, que terminaron con él en la ducha en el minuto 19. Mboula fue el sustituto. Poco duró la suplencia del catalán. Fue el preludio de una fantástica jugada colectiva de los cántabros. Mantilla metió un balón interior a la carrera de Íñigo Sainz-Maza y el pase atrás del capitán lo remató de primeras Arana. Cantero, con una buena mano, evitó el segundo. La respuesta gallega llegó en un disparo raso de Cubero, muy centrado, que agarró bien Ezkieta.

Íñigo Vicente volvió a pasarse el juego. El mago de Derio le puso un pase genial a Arana, que se quedó allí, en el área, ante Cantero. Como José Luis Ábalos: «Vengo solo en mi coche, no tengo secretaria, no tengo a nadie detrás ni al lado». Pero el canario fue su único enemigo. Intentó controlar con la pierna mala y como las mascarillas de Koldo. Defectuoso. Desperdicio. Nada. Era una ocasión magnífica.

Y así, con el empate a uno, se llegó al descanso, tras una primera parte en la que, con lo justo de brillantez, el Racing, el de Santander, tuvo las mejores ocasiones y el mayor peligro del cuadro ferrolano llegó por un tiro en el pie de los cántabros. Nada nuevo. Ya saben.

La segunda mitad arrancó con campeonato de sopapos. Ahora tú, ahora yo. Arana disparó desde lejos, cerca del poste derecho de la meta de Cantero. Y respondió en el otro área Señé, con un tiro fuerte que Ezkieta tuvo que mandar a córner. A los puntos, andaba mejor el Racing de Ferrol. En el lateral ya calentaban Peque, Roko Baturina y Marcos Bustillo.

Pidió penalti el conjunto cántabro, pero el abrazo no está recogido en el reglamento. Rubén Alves y Señé se placaron el uno al otro a la salida de un córner y el árbitro optó por mantener el silbato en silencio. Ahí aprovechó José Alberto para hacer dos cambios. Roko Baturina y Peque sustituyeron a Arana y Marco Sangalli.

El cambio le dio empuje a los visitantes, que se personaron con solidez en área rival. Y, por pedir, que no quede. Hasta dos penas máximas pidió el equipo cántabro. Una sobre Mboula y otra sobre Mantilla. Sin mucha fe. Pero mira, cuando parecía que los gallegos empezaban a pasar apuros, blandiblú en defensa. Córner en contra. Jon García, poderoso, gana a todos. Rubén Alves pierde la marca de Álvaro Jiménez y el delantero emboca a gol.

A partir de ahí, la incomodidad. Un Racing frustrado frente a un Racing solvente y relativamente plácido. A los cántabros les tocó el malo. Y lo peor, lo de tantas veces fuera de casa, sin sensación de poder cambiar su suerte. Por si había alguna duda, en el minuto 78, Rubén Alves saltó con los codos arriba y el árbitro le mostró la segunda amarilla. Pues sí que le salieron mal los cambios a José Alberto. Uno lesionado, otro regalando un gol y otro expulsado.

José Alberto gastó los cambios. Mario García y Jeremy sustituyeron a Saúl García e Iván Morante. Algo había que hacer, aunque sólo fuese por desesperación. La misma que llevó a José Alberto a pasar el calentón al vestuario. Tras otra acción en el área ferrolana con dos pseudopenaltis, el técnico asturiano vio primero la amarilla y, después, la roja directa. El míster jura y perjura que sólo dijo «es increíble»

Decía Arthur Schopenhauer que «muchas veces las cosas no se le dan al que las merece más, sino al que sabe pedirlas con insistencia». Un balón colgado al área se prepara para despejarlo Iker Losada. De volea. Pero Jeremy, listo, mete la pierna y se lleva el patadón. No hay dudas, penalti. Minuto 92, un punto en juego y a Peque que no se le mueve ni el flequillo. Infalible. Qué empate más rico.

Los últimos minutos fueron de pura tensión. Ezkieta que falla por alto; Jeremy y Mario García jugando al rugby en medio del área a la salida de un córner; Íñigo Vicente hecho un cromo; los locales con un mosqueo morrocotudo... Por un momento, el escenario trasladó al personal a aquel duelo de 2016, con el campeonato del grupo de Segunda B en juego y que terminó con el mismo resultado.

El Racing se llevó para Cantabria un punto con el que ya nadie contaba en A Malata. Una unidad que, sin ser muy allá para alguien que quiere aspirar a meterse en el play off de ascenso, se puede hacer buena si se suman otros tres el próximo domingo contra el Tenerife. Eso sí, y esto lo reconocen el técnico y los futbolistas: para soñar en grande, hay que dar mucho más. Porque haciendo la goma, al final, acabará descolgado. Ahora toca ver el balance de daños del punto cosechado: Lago Junior, lesionado; Rubén Alves y el míster, sancionados; e Íñigo Vicente, tocado. Un alto precio.