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Aser Falagán
Santander
Domingo, 29 de octubre 2017, 13:17
«No por puntos, porque estamos ahí, pero las sensación es que este es el momento más delicado de mi etapa como entrenador del Racing, al menos por la sensación que tenemos dentro». Ángel Viadero sabe que este Racing pinta mal. Muy mal. Y que su nuevo sistema tampoco ha funcionado. Y sabe que se examina. Y sabe que el entorno, ya de por sí hastiado por tres temporadas consecutivas en Segunda B, comienza a estar enrarecido.
Cabizbajo, cariacontecido y apretando los labios. Así estaba ayer el entrenador del Racing tras ver el naufragio de su equipo desde la grada. Desde el banquillo lo había dirigido José María Lana, sancionado como estaba el titular por su expulsión en los Campos de Sport ante el Barakaldo. Y desde la grada de Urritxe masticaba la sospecha de que puede perder el trabajo de su vida. No el mejor pagado, ni mucho menos. Pero sí con el que siempre soñó. Lo sabía y lo reconocía. Es consciente y lo admite: «Es mi peor día como entrenador del Racing». La salida del de Canalejas, su encuentro con cualquier conocido que se le cruzara, era todo un tratado de lenguaje no verbal.
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Por el camino a la improvisada sala de prensa de Amorebieta había tenido que escuchar algunos gritos y protestas de los aficionados que ayer viajaron a Amorebieta. Y sabía, porque lo sabe de sobra, que lo mismo le había pasado al presidente. El miércoles se juega el puesto de trabajo en el partido frente al Burgos y la situación no es nada fácil de gestionar para un entrenador que se esfuerza hasta límites obsesivos, pero confiesa no «dar con la tecla».
«Hemos estado francamente mal», admitía aceptando la obviedad y consciente de que el miércoles, cuando el Racing se enfrente al Burgos en la jornada entre semana, puede encontrarse con un ambiente hostil. Pero no se rinde, aunque su rostro reflejara la preocupación: «Tratamos de no resignarnos y buscar alternativas diferentes: estamos tratando de encontrar soluciones para que el equipo arranque, pero lo cierto es que nos está costando». Más claro no se puede ser. De hecho, y pese a ser consciente de que su puesto empieza a estar cuestionado, no se escondió y compareció ante los medios sin jugar la carta de que lo hiciera su segundo, como a veces ocurre cuando el técnico titular cumple sanción.
El problema no fue tanto que el sistema de ayer no funcionara, si no que tampoco el de ayer funcionó. Si ante elBarakaldo la remontada épica evitó el desastre, esta vez ni siquiera quedó ese recurso ante un rival que ganó incluso terminando con diez y fallando un penalti. «Cuando entramos en una situación delicada o hay el más mínimo contratiempo no somos capaces de jugar. Estamos demasiado... No sé si nerviosos, ansiosos o incómodos; no sabría precisarlo, pero algo de eso nos ocurre». Y por ahora el cuerpo técnico no ha conseguido revertir la situación: «No acabamos de avanzar; esa es la realidad».
El santanderino se mostraba especialmente preocupado por «lo anímico». «El equipo da la sensación en el campo de estar bloqueado. La cabeza del futbolista lo es casi todo y en este momento el estado no es bueno», admitía.
De paso le tocó escuchar gritos de una masa social que es la suya, pero en la que un sector ya le pide el divorcio: «De la afición no tengo más que palabras de agradecimiento. Ven lo que vemos los demás. Estamos mal. El equipo está pasando un bache importante y solo queda pedirla que estén con nosotros, pero es que más de lo que ya lo están es imposible. Ya es cuestión de nosotros, de engancharles desde dentro, porque ellos siempre están ahí y poco más pueden hacer».
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