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Hace tiempo que los bigotes pasaron de moda en la estética masculina. Pero no en el racinguismo, donde son tendencia, ejemplo, referencia, incluso historia... Los mostachos más famosos de El Sardinero han cumplido 50 años. Ahora tienen canas, doradas, como las letras con las ... que se escribe su relato en los 110 años de vida del Racing. Un ascenso a Primera. Mejor dicho, el ascenso a Primera.
La acera de la esquina de la calle Tantín con la calle Sevilla se quedó pequeña en el primer encuentro de los protagonistas presentes. Siete. Alba, Sebas, Chinchón, Paco Docal, Aitor Aguirre, Manolo Díaz y Portu. A algunos les costó reconocerse. Como para decir que cincuenta años no son nada. Abrazos, palmadas en la espalda, anécdotas al primer toque y alguna que otra broma. Para colocarles para una foto había que tener paciencia. Seguro que con Maguregui no revolvían tanto. «Aitor Aguirre, alias 'el madero'», vacilaba Sebas con su excompañero de vestuario y de peinado facial. Este último lo conserva. «Con el entrenador no me llevaba muy bien y cuando dijo que había que afeitarse, no lo hice. Hasta hoy», reconoce. Manolo Chinchón se lo dejó para la ocasión. Llevan el ascenso en la cara. Con un cariño especial recibieron todos a otro histórico del racinguismo como Chisco, que no se quiso perder el evento. Otros verdiblancos de renombre, como Piru, Pablo Baños, Geñupi, Víctor Diego o Tuto Sañudo -otro de bigote impenitente-, entre otros, también ocuparon butaca en el Casyc. Historia llama a historia. Del césped y de la grada, porque allí estaban los abonados número 1 y 4 del club. Mauricio Gómez -con la camiseta réplica de aquel equipo- y Pepe Barros vieron los bigotes desde la barrera.
En esta cuarta charla del 110 aniversario del club, el historiador verdiblanco José Manuel Holgado entró en las profundidades del recuerdo de aquella histórica temporada 1972-73. «Una de las más prolíficas para generar racinguistas». No se quiso extender mucho. Las presencias en la primera fila hablaban por sí solas. La sala se llenó de aplausos mientras Holgado, sin leer, de memoria, presentaba con ingentes datos a los siete héroes.
Hubo un recuerdo para los ausentes. El más emotivo, para Felipe Sistiaga. Falleció hace apenas unos días. Y aunque sabía que su final estaba cerca, quiso asistir en forma de vídeo y despedirse del racinguismo. Hubo alguna lágrima en la sala. De forma virtual comparecieron también Antonio Barba, Juanjo Santamaría, Santi Gutiérrez Calle, Espíldora, con su inseparable mostacho, y desde Punta Cana el entonces presidente, Valentín Valle.
«El objetivo inicial era mantenernos sin pasar apuros», recordó el máximo goleador -con diez tantos-, Aitor Aguirre. De repente, sin esperarlo, el equipo ganó seis partidos en las ocho primeras jornadas. Los otros dos fueron empates. Con una alineación habitual que todavía recuerdan de carrerilla los racinguistas que vivieron aquella época.
El 8 de octubre de 1972, tras una victoria frente al Sevilla, por 1-0, con gol de Aitor Aguirre, Espíldora, que tenía un bigotazo» fue el instigador del juego junto a De la Fuente. '¿Por qué no nos dejamos bigote hasta que perdamos?'. De camino al siguiente encuentro, a Elche, tras escuchar la propuesta de apuesta varias veces, Maguregui dijo: 'Venga, nos dejamos el bigote, pero si no perdemos hoy en Elche'. Empate a uno. En el Hotel Los Llanos de Albacete empezó la revolución de los bigotes.
Aquel equipo traspasó las fronteras. Las de Cantabria y las de España. Despertó admiraciones y envidias sanas. Como la de Carlos Ibáñez, peluquero de Barakaldo, que amenazó con afeitar a los racinguistas. Fue con unas tijeras de cartón gigantes. Se quedó con las ganas. Paco Docal ironizaba sobre el aspecto que les daba el resultado de la apuesta: «Estábamos deseando quitárnoslo, porque algunos parecíamos Pedro Armendariz».
Seguro que los delanteros que se enfrentaron a él no pensaban lo mismo, pero Chinchón destila buen humor. «A mí me lo pintaban con un rotulador porque no me salía nada», rememoraba divertido. El utillero, Terio Somonte, era el artista. Para venir al acto, se lo ha vuelto a dejar. «Hasta el domingo, luego me lo quitó», espetó entre risas.
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En Santander comenzaron a venderse bigotes postizos. Se desató la locura con el 'look' racinguista. Pero la cuchilla de afeitar se cernía sobre el hasta entonces infalible equipo. 19 de noviembre. El Racing visitaba al Rayo Vallecano en Vallehermoso. Antes del partido, a través del cántabro José Manuel Riancho, Televisión Española se hacía eco de la épica verdiblanca. Fue un mal vaticinio. El equipo madrileño acabó con la racha y el pelo desapareció de los rostros de los futbolistas. A pesar del tropiezo, el conjunto cántabro terminó tercero y logró el ascenso a Primera con holgura.
Las frases
Aitor Aguirre, delantero «El objetivo inicial era mantenerse en Segunda División sin pasar apuros, pero desde que empezó la temporada los resultados se fueron dando bien»
Manolo Chinchón, Defensa «A mí el bigote me lo tenían que pintar antes de los partidos con un rotulador negro, porque no me salía nada»
Paco Docal, delantero «Después de varios partidos, algunos estábamos deseando quitarnos el bigote, porque parecíamos Pedro Armendariz»
Sebas, delantero «Con el entrenador no me llevaba muy bien y cuando dijo que había que afeitarse, no lo hice. Y hasta el día de hoy, que lo sigo llevando»
Portu, centrocampista «Aquella fue una temporada muy buena, con unos excelentes compañeros y que peleábamos mucho en el campo. Lo hacíamos fácil.»
Pedro Alba, portero «A Pedro Camus y a mí nos hicieron debutar en el último partido, en Sabadell, porque si no quedábamos en libertad»
Manolo Díaz, centrocampista «El ascenso me pilló cedido en el Linense, por la mili, pero me acuerdo de la alineación de aquel Racing mejor que la del equipo actual»
«Y, ¿cómo se celebraba un ascenso entonces?», cuestionó Holgado. Fue tras el partido contra el Murcia, el 20 de mayo. «Pues ir de farra», simplificó Aguirre. Allí se pronunció el nombre del Caracol, un local frecuentado en el Santander de aquella época. Y salió a colación una fotografía con varios de los futbolistas cigarro en mano. Más chistes. El vasco y el andaluz llevaron la voz cantante. «Algún cubata hemos tomado, pero fumar, no», afirmó Aguirre. «El único que ha fumado aquí ha sido Geñupi», replicó Chinchón, guiñando un ojo al afectado, sentado en el patio de butacas.
La temporada acabó en Sabadell. Allí se estrenó Pedro Alba. Hoy, precisamente hoy, se cumplen cinco décadas de aquello. «En aquellos años firmabas un contrato profesional y estabas ligado al club de por vida». Derecho de retención, se llamaba. «Nos hicieron debutar, porque si no, quedábamos en libertad», recordaba Pedro Alba. El otro era su tocayo Camus.
Hubo turno de preguntas, para seguir tirando de la lengua a los protagonistas. Para hacer rebrotar recuerdos en la sala. Porque hubo quien les vio en directo. Otros, con la oreja pegada a la radio. Unos cuantos querían saber interioridades. Muchas de ellas se han difuminado con el paso del tiempo. Queda el relato. Las fotos. Los datos.
Pero entonces se hizo realidad aquello con lo que José Manuel Holgado arrancó la conferencia. «Una de las temporadas más prolíficas para generar racinguistas». Un asistente cogió el micrófono. Los protagonistas esperaban la cuestión. Pero no. «Yo no quiero hacer una pregunta. Yo quiero agradeceros que por vosotros empezó mi racinguismo». Y así, todo cobró sentido. Porque las vitrinas de los Campos de Sport andan escasas de copas, pero el racinguismo se alimenta de sentimientos y recuerdos. Como estos. Cincuenta años después. De oro. Y todo por culpa de unos bigotes.
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