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«¿Sabes lo que es el Racing?», se pregunta retóricamente la educadora social Claudia González. «Es empezar de cero. Aquí todo se para. Simplemente arancas otra vez», dice de manera sencilla. Lo sabe bien. Y lo sabe porque esa es la sensación que tienen las diez mujeres que llegan cada martes a las instalaciones Nando Yosu de La Albericia. El segundo día de la semana, puntualmente, a las 16.45 horas, la Fundación Racing abre sus puertas a la Asociación Nueva Vida –una entidad sin ánimo de lucro que promueve el pleno desarrollo de los derechos humanos de todas las personas– a través del programa 'Mujer Global', un proyecto destinado por y para las mujeres, que busca visibilizar sus realidades y promover hábitos saludables a través de actividades psico-deportivas.
Las usuarias del programa vienen de Perú, Marruecos, Senegal, Ucrania o Colombia entre otros países. Son madres, trabajadoras, mujeres que aterrizaron en Santander con una mochila más cargada de preguntas que de respuestas, pero en el campo número 4 de La Albericia todas ellas se diluyen. No es solo un entrenamiento, es una terapia con camiseta verdiblanca. Nelly Díaz tiene 52 años y ha llegado desde Perú hace apenas cinco meses, pero al hablar de lo que hace con el Racing su voz se ilumina. «Conocí 'Mujer Global' a través de Nueva Vida. Me ayudó mucho, física y moralmente, porque es cómo despejarte de todo lo malo. Aquí te olvidas de los problemas», explica Nelly con gratitud y con un poso tranquilo.
Juega de delantera «y a veces también de portera», apunta– rápidamente. No oculta su orgullo cuando un chaval corre a darla un abrazo al término del entrenamiento. «Traigo a mi hijo y él también entrena. Es un deporte muy sano para todos», comenta mientras le pasa una mano por encima del hombro al crío.
Frente a ella, ataviada con un hijab negro y una amplia sonrisa está Fátima Zahare, una joven marroquí de 28 años. Ella lo resume de una forma contundente. «Aquí soy libre». Con unos ojos que destilan curiosidad e inteligencia, Fátima cuenta que llegó a Santander desde Madrid hace cinco meses. «Estoy aprendiendo español. Me gusta correr, correr mucho. ¡Extremo!», dice entre risas para explicar su posición en el campo. Fátima no solo corre, escapa. Se aleja de lo que quedó atrás y se acerca a lo que quiere ser. «El deporte es importante para la salud, para relajarte. No piensas en cosas malas», dice.
La conexión entre ellas, entre esas diez mujeres que se encuentran cada semana, es lo que Claudia define como «redes». Redes de apoyo, de contención y de comprensión mutua. «Llegan solas a un país nuevo, con mil batallas a cuestas y en 'Mujer Global' el Racing les da una pausa. Les ofrece un espacio para crear una nueva vida y también para conciliar, para que sus hijos también se integren», detalla con franqueza Claudia. No es un programa deportivo, es un salvavidas con forma de balón.
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César Anievas, el director de la Fundación Racing, lo tiene claro. «Nuestra misión no es solo deportiva. Queremos transformar vidas», explica. «Este proyecto nació la temporada pasada con la idea de apoyar a mujeres en situación de vulnerabilidad. El Racing no es especialista en esto, pero ya nos estamos especializando. Es un punto de apoyo, una terapia que cambia realidades», comenta mientras a su alrededor ruedan los balones de los chavales que llegan a entrenar. César habla de cómo el programa, que arrancó el pasado mes de junio, ha ido creciendo. «Hemos becado a los hijos de algunas usuarias. Ahora también están en la Academia. Se integran, hacen amigos... Es un círculo de vida nueva, de esperanza», relata.
El programa entrelaza historias de supervivencia. Nelly y Fátima no solo han cruzado fronteras geográficas, también han derribado muros internos. Claudia lo ve cada semana. «Esto es un paréntesis, un respiro. Lo agradecen y lo disfrutan. El deporte no solo ayuda físicamente, también es una cura mental y cuando salen de aquí, la vida pesa menos», reflexiona. El Racing, en su dimensión más social, se convierte en un refugio. Ha tejido una red invisible pero poderosa. Una red que sostiene, que impulsa y que transforma. «Queremos que Cantabria vea al Racing no solo como un club de fútbol, sino como un motor de cambio», resume César en una frase. «Aquí soy feliz. Tengo amigos, hablo con la gente. Disfruto de la vida», confiesa atropelladamente Fátima. Es un mensaje que Claudia quiere amplificar, que resuene más allá de los muros de La Albericia. «Esto es un ejemplo de lo que podemos lograr cuando damos oportunidades», afirma contundente.
Además, hace apenas dos días, con motivo del 25N, la Fundación estableció una nueva vertiente de este programa que se encargó de presentar José Alberto, el técnico del primer equipo del Racing. Se trata de concienciar sobre la erradicación de la violencia contra las mujeres. «Si sufres o sabes de alguien que sufra violencia de género llama al 016 –no deja rastro en las facturas y está abierto las 24 horas de los siete días de la semana– o acércate al Racing», explicaba el asturiano en un vídeo para la ocasión.
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