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Así luce el muro de La Albericia, que está pintado de gris tras su saneamiento. RRC
El muro de La Albericia, «a disposición del racinguismo»

El muro de La Albericia, «a disposición del racinguismo»

El Racing completa los trabajos de saneamiento en las Instalaciones y convoca los aficionados, coordinados por la Asociación de Peñas Racinguistas, para decorarlo como en 2014

Leila Bensghaiyar

Santander

Martes, 17 de diciembre 2024, 14:00

El muro de las Instalaciones Nando Yosu de La Albericia luce gris. Limpio, homogéneo y funcional, pero vacío. El Racing, después de décadas de desgaste, ha completado los trabajos de saneamiento en este espacio tan simbólico y ahora, el club deja el lienzo en manos de su gente. Porque la entidad verdiblanca pone ese espacio «a disposición del racinguismo». La Asociación de Peñas coordinará el regreso del color, de las palabras y de los símbolos que ya hace diez años, se convirtieron en un grito de resistencia. Porque ese muro antes de tener este color gris tras su restauración, ya fue un lienzo en 2014.

Aquella vez fue después de la liberación. Había que purgar años oscuros y devolver al Racing a sus raíces. El Racing estaba en manos de su afición y el muro de La Albericia no era solo un muro; era una declaración de intenciones. Más de 20 voluntarios se lanzaron al trabajo. Pintaron todo de negro y en medio de ese fondo oscuro brillaron el verde y el blanco de un «RRC», acrónimo de Real Racing Club; 1913, año de la fundación de la institución y dibujaron un moderno grafiti que mejoró notablemente la imagen exterior de La Albericia.

El dinero salió del bolsillo de la gente. No hubo patrocinadores, ni grandes gestos institucionales. Fueron 3.200 euros reunidos entre los partidos jugados en casa contra el Burgos y el Oviedo. Con ese fondo la peñas racinguistas hicieron magia: colocaron el nombre de Nando Yosu en la puerta principal. El edificio ya llevaba su nombre, pero no se veía en ninguna parte. También añadieron un escudo en el acceso, vinilos con imágenes históricas del club y un grafiti moderno que convirtió un muro anodino en un lugar casi de culto.

Hoy, el lienzo vuelve a estar preparado para que las mismas manos –quizás un poco más cansadas, pero igual de comprometidas– cuenten una historia nueva.

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