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Segunda División. Temporada 2001-02. Jornada 7. El recién descendido de Primera Racing empata en Eibar (1-1) y cae a la decimonovena posición. Puestos de descenso. El entrenador, Gustavo Benítez, es destituido y Quique Setién toma el mando del vestuario. Tras una derrota en ... Ferrol (2-0) –vigésimo en la fecha 8– y una sonrojante eliminación copera frente a la Cultural Leonesa (1-0), el equipo verdiblanco arranca. Y lo hace casi al mismo ritmo que uno de sus centrocampistas, que pasó de llegar para el filial a jugar a ratos hasta convertirse en indiscutible. Un atropador de balones en la medular. Un tal Mehdi Nafti (Toulouse, 28 de noviembre de 1978). Aquel Racing ascendió.
El franco-tunecino es ahora el entrenador del Levante, próximo rival racinguista. Tras ocho jornadas, decimosegundo en la tabla, la afición de este recién caído de la élite y aspirante al retorno ya pide su cabeza. «Nafti, vete ya», escuchó tras perder (3-1) en Andorra el pasado sábado. El técnico, rudo sobre el césped cuando era futbolista, abandonó el Estadi Nacional entre lágrimas.
Le habrá dado vueltas al recuerdo de su paso por Santander. «La Segunda División es muy larga», se escudó recientemente. Seguramente, con esa experiencia como argumento oculto. Le gustaría poder contar esa historia de remontada y gloria en los Campos de Sport. Pero el vertiginoso fútbol actual no vive de cuentos con final feliz. Se alimenta de resultados y de entrenadores fallidos. Y Nafti está ya aliñado en el plato.
Esta misma semana recibió un empujón por parte de la directiva granota. Apoyo. Ratificación. ¿Buena noticia? Eso parece, pero no. La palmadita en la espalda suele ser para acercar al cuestionado hacia el abismo. Y en ese punto de desequilibrio es donde Mehdi Nafti se reencuentra con su pasado. El Racing visita el Ciutat de Valencia. El Racing puede firmar su sentencia. O ser el inicio del resurgimiento, si el técnico logra darle la vuelta al calcetín granota.
Son dos victorias, cuatro empates y dos derrotas. Pero el propio entrenador del Levante ve otras razones para su caminar sobre el alambre. El proyecto ya nació dañado. «Estoy cuestionado desde mi fichaje», dijo tras el partido en el Principado. Quizá porque el director deportivo del club, Felipe Miñambres, prometió un entrenador con mucha experiencia y, tras varios intentos en vano y cerca de tres semanas transcurridas, se quedó con uno de los objetivos secundarios. 51 partidos en la categoría –antes de esta campaña– y ningún equipo formado desde el inicio. Una apuesta.
Nafti, que ya se encuentra en esa fase de los entrenadores desesperados que aporrean el teclado en busca del botón correcto, confía en su nombre de pila. Mehdi, del farsí, «bien guiados». Si sus futbolistas se sienten así, saldrá adelante. Si es lo contrario, ya se sabe quién será el primero en salir eyectado del asiento del banquillo.
Un lugar en el que también estuvo sentado el mítico Manolo Preciado. Fue ídolo en Gijón, pero también en el Ciutat de Valencia, con la consecución de uno de los ascensos. Y entrenó al propio Nafti en Santander, hasta que entró Dimitri Piterman por los Campos de Sport como un elefante en una fábrica de panderetas.
El franco-tunecino no esconde su deseo de volver en algún momento a Cantabria para dirigir al Racing. Cuando, en el futuro, se encuentre en situación de desempleo y los caminos se crucen. Pero, de momento, lo que más le preocupa es que no sea el propio equipo verdiblanco el que le mande a engrosar las filas del paro.
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