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Es en el filo de la navaja, entre el vértigo y el equilibrio, donde Andrés Martín se convierte en ese jugador diferente que rompe líneas, ... defiende con astucia y proyecta el juego hacia el área rival. Siempre en marcha, como la Olivetti de un Beatnik. No solo es que marque goles y dé asistencias, es que cada vez que toca el balón el Racing parece mejor. Su impacto en el equipo es total y los números lo confirman. Once goles y diez asistencias. Nadie en Primera División y tampoco en Segunda había alcanzado todavía esta temporada los dobles dígitos en ambas categorías. Él sí.
El domingo, ante el Elche, sumó una muesca más a su campaña estelar. Arriesgó, pero con inteligencia, supo cuándo desbordar y cuándo contenerse, leyó la intención del rival y, por encima de todo, se anticipó. Los de José Alberto ganaron 2-0 y el primer gol llevó su sello de principio a fin. El de Aguadulce se inventó una jugada brillante, dejó atrás a su marcador y le puso en bandeja el gol a Juan Carlos Arana con una asistencia más que precisa, quirúrgica.
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Fue la acción que desbloqueó el partido y allanó el camino a la victoria. También es verdad que los ilicitanos ayudaron un poco, porque un error en la entrega en el centro del campo de los de Eder Sarabia se convirtió en un regalo inesperado de cumpleaños para los 112 años que celebraban los racinguistas.
Andrés Martín lleva un once a su espalda y precisamente esa es la cifra de tantos que ha marcado el andaluz en Liga –serían doce si se suma el tanto que hizo en Copa del Rey ante el Celta de Vigo– , cuatro de ellos de penalti, que le convierten en el máximo goleador del Racing, y como no adorna las estadísticas con detalles intrascendentes, también se ha convertido en el mayor asistente. No se conforma con marcar, también propicia que sus compañeros se luzcan. Brillo para todos. Y eso hizo el domingo en El Sardinero con Arana, que le sigue en la estadística de goleadores del equipo cántabro con diez tantos. Mientras que otro miembro del tridente mágico en la delantera del Racing, Íñigo Vicente, le persigue en la otra estadística, la de asistencias, en la que el Mago de Derio cuenta por ahora con ocho.
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El andaluz aporta. Y mucho. Pero no es solo lo que Andrés Martín le da al Racing, es lo que el Racing le permite ser, porque este equipo le ha dado un contexto en el que brillar. El extremo es esa válvula de escape para los contraataques y la chispa que enciende a la afición. No es extraño que lo haya jugado casi todo. Un total de 2.183 minutos repartidos en 28 partidos en las 29 jornadas que se han disputado, de los que ha sido titular en 26. Casi un pleno. Solo se ha perdido un encuentro, ante el Cádiz por sanción. Precisamente un choque en el que tampoco estuvo Íñigo Vicente y que los verdiblancos perdieron 2-3 acusando la ausencia de dos de sus mejores jugadores.
Andrés es uno de los indispensables de José Alberto, que no está para nada extrañado con su rendimiento, como ya explicó en la rueda de prensa tras el partido ante el Elche.
«A mí no me sorprende la temporada de Andrés, conozco el potencial que tiene y lo que tenemos que hacer es cuidarlo bien. Debemos llegar al tramo final en las mejores condiciones posibles», decía el asturiano. Y lo dice por experiencia. El curso pasado el extremo se perdió por lesión el tramo final de la temporada y quizá si se hubiera contado con él en el equipo el desenlace ante el Villarreal B, e incluso en encuentros anteriores, hubiera sido diferente. Por eso el andaluz es una baza fundamental para lo que viene.
El honor de contar con el máximo asistente de la categoría ya ha recaído en el Racing dos temporadas seguidas. Si el año pasado fue Íñigo Vicente quien se llevó el título, este curso, al menos por ahora, es su compañero de vestuario, Andrés Martín. El extremo convierte en oro casi todo lo que toca, como un Rey Midas verdiblanco. Su influencia en el juego queda patente en su cifra de pases. Con una media de 32.52 envíos por encuentro y un 71.83% de precisión, Andrés Martín es un generador de juego que asume riesgos para romper líneas y conectar a los hombres de ataque. Su creatividad se traduce en 2.32 pases clave por partido, y eso se convierte en acciones que aumentan las opciones de gol del Racing de manera significativa.
Pero si hay un dato que subraya su impacto es su producción de asistencias esperadas (xA) –son un valor de probabilidad entre 0 y 1 que se le otorga a un pase con la finalidad de medir la posibilidad de que acabe en gol–, que se sitúa en 0.36 por partido. Un registro que le coloca por encima del 98% de jugadores de Segunda División.
Cuando el Racing pagó dos millones de euros por Andrés Martín, lo hizo pensando en un futbolista capaz de elevar el nivel del equipo. Y es o que su regreso a Santander estuvo marcado por un culebrón con tira y afloja incluido que tuvo al Rayo Vallecano, pero sobre todo a su presidente, Martín Presa, como actores destacados. Durante el verano el club verdiblanco y el jugador habían alcanzado un acuerdo total para que el andaluz desembarcase de nuevo en el Racing después de permanecer cedido en Santander la temporada pasada, pero a este pacto le faltaba un detalle fundamental, el beneplácito del Rayo Vallecano para poder cerrar la operación. Y más concretamente, lograr que el presidente del club madrileño se desenrocase de su posición.
Después de un sinfín de idas y venidas, viajes a Santander, de vuelta a Madrid, porque era imposible que se uniese a los entrenamientos con José Alberto al ser aún propiedad del Rayo, y de nuevo de regreso a Santander, por fin el extremo llegó a un acuerdo para quedarse con los verdiblancos y convertirse en el cuarto fichaje del Racing.
A estas alturas de la temporada, la apuesta se ha convertido en certeza. Su rendimiento está muy por encima de lo que se espera de un extremo en Segunda División. No solo desborda y aparece en los momentos clave, además marca y asiste con una regularidad asombrosa. Los suyos tal vez sean los dos millones mejor invertidos y más rentables del Racing en los últimos años. Su juego no es solo vistoso, es efectivo, y con el balón en los pies es capaz de cambiar el curso en un partido en un segundo.
En El Sardinero volvió a demostrarlo. Fabricó la jugada del primer gol y dio una asistencia a Arana. De momento, cada balón que pasa por sus pies acerca un poco más al Racing a la victoria.
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