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Han pasado cinco años y parece que fue ayer. Pero, a la vez, da la sensación de que ha pasado media vida por los Campos de Sport. Ha habido de todo desde entonces. Lo que está claro es que lo que sucedió hace hoy un ... lustro lo cambió todo. Los protagonistas se quedaron quietos y alcanzaron el mejor título. El de la dignidad. El primer partido ganado sin jugar. Porque el 30 de enero de 2014, los futbolistas, cuerpo técnico y empleados del Racing le mordieron la mano a quien les quitaba el pan. «El partido de nuestras vidas», decían. Y renunciaron a él. Era la vuelta de los cuartos de final de Copa, su plante tuvo una repercusión mundial y provocó un terremoto bajo el asiento del ausente presidente, Ángel 'Harry' Lavín, desalojado al día siguiente.
Fueron las semanas más intensas del racinguismo y, por fortuna, acabaron bien. La clasificación para los cuartos de final de Copa, donde les esperaba la Real Sociedad dio un altavoz a los verdiblancos para exponer sus reivindicaciones al mundo tras cuatro meses sin cobrar –los empleados, aún más–. Dani Sotres, Agustín, Nieto y Koné –que luego volvió– ya habían abandonado la plantilla. Y Harry aún trataba de traspasar a Juanpe.
«Hay que dar las gracias a que estaba por el medio una persona que tan solo estuvo un año aquí: Juanpe ¡Qué pedazo de jugador y de persona! Otro en su lugar podía haberse hecho el loco e irse», recuerda emocionado el delegado, Delfín Calzada, uno de los protagonistas en la sombra. Lo era entonces y lo sigue siendo ahora. «El presidente nos mintió descaradamente. Fui testigo en el pasillo de La Albericia. El míster cogió al presidente y le preguntó: 'Ángel, ¿es cierto que vais a vender a Juanpe?'. Y se lo negó. Yen el autobús de camino a Zamora, Juanpe recibió una llamada de su representante». Estaba hecho. Ahí se aceleró todo, pero el propio jugador canario, «por lo unido que estaba con los compañeros y con el entrenador, dijo que se quedaba».
30 de enero de 2014. Los futbolistas se niegan a jugar. Harry ni siquiera aparece por el palco.
31 de enero de 2014.Se celebra por orden judicial una junta que debía haber tenido lugar en 2013. Harry tampoco asiste esta vez.
El Racing había perdido 3-1 en el primer envite en Anoeta y el posterior viaje –«No llevábamos ni para bocadillos», rememora el delegado– y la dolorosa derrota en Zamora terminó con la paciencia del vestuario. «Poco antes ya empezamos a pensar que no se podía seguir así. Ahí es un poco donde rompe todo. En el viaje de ida, iba a hablar con los capitanes, pero no lo hice por no perturbar el ambiente que había de cara al partido», relata el entonces entrenador delRacing, Paco Fernández.
El capitán, Mario Fernández, fue otra de las cabezas visibles: «En el viaje de vuelta nos reunimos Paco y los capitanes. Tomamos la decisión. Teníamos muy claro que era un paso muy grande, pero no había marcha atrás». 26 de enero. Punto de no retorno. «Dijeron: 'Hasta aquí hemos llegado'», añade Calzada.
Paco Fernández | Entrenador
«Eran días en que se hablaba mucho. No había otro tema. Entrábamos por la mañana al vestuario hablando del tema y salíamos de La Albericia igual. El entrenamiento casi pasaba a un segundo plano. Se dejó de disfrutar lo que habíamos conseguido deportivamente por intentar dar una solución a aquel Racing», recuerda el delantero Mariano Sanz, para el que los aficionados verdiblancos pedían el Balón de Oro después de su exhibición en Almería. El alicantino, a día de hoy, sigue sin entender la actitud de Harry. «A mí me costaría deberte cinco euros; como para hacer daño a tanta gente. No sé lo que se le pasaría a esa persona por la cabeza». En todos los casos, los protagonistas evitan nombrar a Ángel Lavín. Porque «hubo compañeros que lo pasaron muy mal. Les veías la cara y te daba apuro preguntar, porque se podían venir abajo», cuenta el ariete.
Cuando el 30 de enero los futbolistas se plantaron, acorralando a un Ángel 'Harry' Lavín enrocado y a su mentor, Francisco Pernía, al día siguiente a la directiva le esperaba una nueva dificultad que ya no podrían salvar.Por una parte, el juez de guardia obligaba a que se celebrara una junta general de accionistas que había aplazado 'sine die' para evitar su desalojo.Por otro, el administrador concursal de la WGA cedía los poderes a la plataforma constituida para terminar con la denominada 'Era Okupa'.Así, la junta del 31 de enero marcó el final de una directiva que controló el club sin tener su propiedad (ni el respaldo de la misma) mediante una maraña societaria y jurídica. Fue el 'día de la liberación', que colocó a Tuto Sañudo como presidente de consenso.
Javi Barrio, con 22 añucos, recibió aquella temporada un máster de madurez futbolística. «Mi primera impresión era de desconcierto. No sabía qué iba a pasar ni lo que conllevaba. De primeras dices: '¡Joder!, un partido como este, ¿cómo no vamos a jugarlo?', pero luego entiendes la situación que estábamos viviendo. Estábamos convencidos de que había que hacerlo. Era un ultimátum para salvar nuestra situación y al club», zanja el riojano, quien escuchó «una mentira tras otra» del presidente verdiblanco: «Las pocas veces que habló directamente con nosotros mentía. Y los capitanes podrían escribir un libro. Al final consiguió que todo Santander le odiase».
Fue Mario, respaldado por sus compañeros, quien leyó un duro y sincero comunicado. «Teníamos clarísimo que si no se iban no jugábamos», asevera el guardameta. Querían una cabeza sobre el césped. Hubo algunas dudas en los días previos. Las posibles consecuencias personales, económicas y familiares; la presión de la Asociación de Futbolistas, liderada por el actual presidente de la Federación Española, Luis Rubiales, que les intentó convencer de que jugaran... Pero todos, pese a los lógicos temores, sabían que el proceso era imparable. «Los de fuera tenían más dudas que nosotros», dice Paco Fernández.
Mario Fernández | Capitán
«En las horas previas fue cuando menos dudas hubo», continúa el entrenador asturiano. «Se podía dar la posibilidad de que se jugara si todo cambiaba, pero dábamos por hecho de que era muy complicado a medida que avanzaba el tiempo». Harry se fue a hacer el paripé a una notaría de Santander, pero en el vestuario no temblaron las intenciones, básicamente porque lo que hizo Lavín fue suspender la Junta del día siguiente y aferrarse a la silla. «La mayoría de los que estábamos implicados teníamos muy claro que esto no iba a dar marcha atrás», insiste el técnico.
Todo estaba preparado. «Nosotros hicimos todo como si fuéramos a jugar», evoca Paco Fernández, que junto a Delfín Calzada fue el ideólogo. La idea inicial era «hacer lo que hizo el Barcelona», acota el delegado verdiblanco. Pero él quería llegar aún más allá. Aprovechar al máximo el escaparate. «Hablo con el árbitro –Gil Manzano–; hablo con la Real Sociedad y lo que propongo es que empiece el partido. Que estén uno o dos minutos de forma pasiva y después salimos abrazados hasta el centro del campo. El árbitro y la Real Sociedad lo entendieron».
En la grada aún no había la certeza absoluta de lo que iba suceder. Pero el deseo era unánime: «¡No se juega! ¡No se juega!». Los jugadores calentaron como si nada, aunque en el fondo eran conscientes de que quizá estaban ante el día más importante de su carrera deportiva. Se colocaron en sus puestos. La Real Sociedad sacó de centro y comenzó a tocar el balón. Los racinguistas se abrazaron en el centro del campo, en una imagen que ya se ha convertido en historia. Ayina, Francis, Orfila, Javi Soria, Granero, Andreu, Miguélez, Barrio, Saúl, Rubén Durán y Mario son los que salen en la foto. Pero también los que están fuera de foco fueron protagonistas.
Javi Barrio | Defensa
Tras cerca de un minuto de paseos del balón por el césped, la Real echó la pelota fuera de banda. Gil Manzano se acercó a Mario, que se adelantó a sus compañeros. «Antes de salir ya habíamos hablado. Me preguntó dos veces: '¿Estáis convencidos?'». Sí. Los poco más de 3.000 espectadores que se encontraban en los Campos de Sport soportando el aguacero celebraban con orgullo, conocedores de que eran partícipes de algo único.
Mariano Sanz | Delantero
Hubo quien dudó de la filiación de Paco Fernández, fichado por el propio Ángel Lavín a través de su representante de cabecera, Eugenio Botas. El técnico demostró de qué lado estaba. «Soy de los que piensa que en ese momento, para mí, ese sitio era mi casa. A los que más quería era a los que tenía a mi alrededor. Estaba absolutamente comprometido, afectado emocionalmente igual que todos. No te puedes fallar a ti mismo y me parecía que era o vivir de rodillas o dar un paso al frente. Es uno de los acontecimientos que tienes más presente o que no olvidas nunca. Fue muy emocionante. Mucha gente me dice:'¿Te gustaría estar en una final de la Copa del Mundo?'. No, me gustaría haber estado en el campo en aquel momento».
En la rueda de prensa posterior el técnico dejó una frase para la historia: «Hemos cambiado el partido de nuestras vidas por dignidad». «Para la mayoría de nosotros era uno de los partidos más importantes que habíamos disputado. De una manera tan trascendental, pocos acontecimientos habremos tenido como aquel. No cambiaría el haber pasado a semifinales por esta situación. Es mucho más importante lo que arrastraba y el orgullo de la gente que un éxito deportivo, que puede ser más o menos efímero».
¿Y con qué se queda el míster? «A veces tienes flashes. El grito de Delfín antes de salir; el abrazo con Francis justo después del partido; la emoción de los jugadores, que no te vienen a abrazar, vienen llorando. Son momentos tuyos y no te los va a quitar nadie nunca». Suyos y patrimonio de todo el racinguismo. Para los verdiblancos, porque Paco también siente esos colores, el plante «es nuestra Champions particular. Yo lo considero un éxito deportivo y sobre todo personal. Cosas así, estoy convencido de que nunca más las voy a vivir».
Delfín Calzada se emociona al recordarlo. «¡Bah!, esa ha sido la noche más emocionante que yo he vivido en el fútbol. Se me ponen la piel de gallina. Y he estado en París, en el Bernabéu, en el Nou Camp... Pero lo que sentí esa noche no lo he sentido nunca. En el fondo sabíamos que era la salvación del club», una entidad, el Racing, en la que sigue ejerciendo como delegado.
Delfín Calzada | Delegado
Para Calzada la pieza «clave» en todo esto es el entrenador. «Paco hizo un equipo. Logró una unión de afición, jugadores, técnicos y todos los que formábamos el club. No sé si Paco, como entrenador, es el mejor en táctica, técnica y demás. Pero aquello no lo habría conseguido ningún otro. Gente que no cobraba. Lograr que hubiera el ambiente que había y con esas circunstancias... Unirnos a todos y conseguir llevarnos en una dirección. Seguir hasta el final...». Al delegado se le terminan los adjetivos. El cariño es mutuo. De abrazos entre uno y otro está toda aquella temporada llena.
Mientras tanto, para Mario Fernández fue «un día súper especial, por las circunstancias. La plantilla sin cobrar; la afición con nosotros... Era un sentir general». Al guardameta, ahora en el Cartagena, todavía le entra un escalofrío cuando recuerda todo aquello. «Es un pasada. Cuando vi el tifo del día del Betis en Copa, sentí que soy un pequeño grano de una cosa muy importante», valora el arquero. «Orgulloso por haber sido el capitán» de aquel grupo –y bien merecidos los galones–, pero sobre todo «de pertenecer a esa plantilla». Este vestuario que hizo posibles tantas emociones fuertes y positivas en los Campos de Sport y que se ganó el apelativo del 'Racing de los cojones'.
«No éramos conscientes de la repercusión que iba a tener». La frase es de Paco Fernández, pero la comparten todos los protagonistas. Hasta el New York Times se hizo eco de la osadía de aquel equipo de la tercera categoría del fútbol español. «En la escuela –donde Paco Fernández da clases de Educación Física– me dicen que lo vieron por internet y me preguntan: '¿Qué armásteis?'». Los racinguistas siguen teniendo muy presente la noche de aquel 30 de enero de 2014. Calzada, también: «Estoy seguro de que aficionados de otros clubes sienten envidia cada vez que ven esa imagen. Por muchas Copas de Europa que tengan».
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