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«Ni la oferta ni el proyecto convencen a la propiedad». Así de claro valora Alfredo Pérez la propuesta de compra que le ha hecho el grupo encabezado por el empresario y consejero del Betis José María Gallego. ¿Por qué? Por diversos motivos, según ... explica el propio presidente, pero uno de ellos, quizá el principal escollo, es el pago aplazado que se propone.
El Racing adeuda en estos momentos unos 23 millones de euros a sus accionistas de referencia. Una deuda al 4% de interés con la excepción de la heredada de Inmoarrabi, fruto de un préstamo contratado por Francisco Pernía, fijada al 9%. Gallego y sus socios aceptan hacerse cargo de ella, pero con una amortización a largo plazo, superior incluso a los diez años, aunque suponga pagar un mayor interés, y con un horizonte temporal condicionado por los resultados del equipo. Una propuesta que, de cumplirse, supondría mayores beneficios para Pérez y Ortiz, pero a un muy largo plazo.
La compra del paquete accionarial es lo de menos y no está sujeto a interpretaciones: el aproximadamente 70% del capital social en manos de Pérez y su socio, Pedro Ortiz, tiene un valor nominal de 5.917.000 euros. Ese es el precio de las acciones y los posibles compradores lo aceptan. Hasta aquí no hay ningún problema.
Sin embargo, el Racing tiene diversas cargas y pasivos que hacen la operación mucho más compleja. Por un lado está la cantidad que aún se adeuda del pago concursal. El último plazo, de 5,7 millones de euros, se volvió a renegociar para sufragarlo con cinco cuotas anuales. Las dos primeras ya se han pagado, con lo que los algo menos de tres millones y medio que restan (en tres cuotas pagaderas antes de diciembre de 2022, 2023 y 2024) son deuda no vencida. Además, el club arrastra otras deudas pendientes de alrededor de nueve millones, de modo que su deuda con terceros ronda los doce.
Aunque no se ha desvelado la identidad de los acompañantes de José María Gallego (Sevilla, 1976), el accionista y consejero del Betis, fundador y presidente de las Clínicas Dental Company hasta su venta a un fondo de inversión, no se ha planteado la operación en solitario.
Tampoco lo hizo cuando hace unos meses pujó por el Zaragoza en una operación paralela a la del Racing. En aquella ocasión contó, de acuerdo con la información publicada por Palco 23, con dos fondos de inversión: uno de capital estadounidense y mexicano y otro de futbolistas y exfutbolistas profesionales españoles.
En aquella ocasión trascendió que la propuesta era, según el diario ABC, una inversión inmediata de cinco millones de euros y alrededor de veinte añadidos posteriormente. Cifras menores a las que Pérez y Ortiz plantean para el Racing.
Esta deuda no impediría una compraventa, puesto que el pasivo es de un Real Racing Club en el que nada cambiaría a efectos financieros. Sencillamente, la empresa tendría otros dueños, pero los mismos ingresos, obligaciones y funcionamiento.
Sin embargo, el Racing tiene otra gran losa: los citados 23 millones de euros que adeuda al Grupo Pitma, que en las últimas temporadas ha inyectado liquidez a través de una línea de crédito para permitir el normal funcionamiento de la sociedad, en ocasiones pagar las nóminas y ponerse al día con Hacienda y la Seguridad Social, algo que hizo ya en 2019 al ser una condición imprescindible para regresar a LaLiga. Sí se arrastran algunos intereses de demora, pero aunque la Administración los reclama no los considera deuda vencida o impagada, de modo que a todos los efectos el Racing está, como sociedad, al día en sus impuestos.
Con el actual escenario, Pérez y Ortiz tienen la tranquilidad de controlar el club y saber, por lo tanto, cómo y en qué momento puede estar en condiciones de reintegrar el préstamo. Sin embargo, si lo venden a un tercero quedarán a expensas de lo que los nuevos gestores decidan... y de que el Racing como sociedad pueda asumir los pagos.
De ahí que siempre hayan dejado claro cuando se les presenta una propuesta que el precio de su 70% del club es el valor nominal de ese capital social y asumir toda la deuda. Es decir, el reintegro al Grupo Pitma de esos aproximadamente 23 millones de euros –que serán más al cierre del ejercicio, dado el presupuesto deficitario que se aprobó el año pasado y que el traspaso de Pablo Torre se contabilizará en el presupuesto de la próxima temporada– y sus intereses, la liquidación de la deuda concursal y hacerse cargo del resto de pasivos y pagos pendientes.
Las cuentas, siempre aproximadas, arrojan un balance claro: el club cuesta entre 40 y 45 millones de euros, a juicio de sus accionistas de referencia, que además quieren ganar dinero en la operación tras el riesgo que ha supuesto su entrada en el Racing. Se trata asimismo de una estrategia habitual del Grupo Pitma, acostumbrado a impulsar o poner en valor empresas con vistas a obtener beneficios con una venta a medio plazo. El caso de Aldro es el más reciente y significativo.
En consecuencia, el precio por el que Alfredo Pérez y Pedro Ortiz valorarían la venta del club es de unos 50 millones de euros, una cantidad aproximativa que ellos mismos han deslizado en alguna ocasión. Y lo reclaman en un solo pago inmediato. Este es uno de los grandes escollos que impiden que la situación haya avanzado. De hecho, salvo que Gallego haga otra propuesta, la operación está abocada al fracaso.
Según ha podido saber El Diario Montañés, la oferta recibida contempla un pago muy dilatado, a varios años, de la deuda con el Grupo Pitma. Un pago además variable en su cantidad y plazo según la evolución deportiva –y por lo tanto económica– del equipo, que tiene en cuenta variables como, en primer lugar, si la próxima temporada se mantiene o no en Segunda División.
23 millones es aproximadamente la deuda que el Racing tiene con el grupo Pitma.
Incremento. Dado el presupuesto deficitario de este ejercicio es previsible que aumente, con un interés del 4%
50 millones de euros es la cantidad por la que Pérez y Ortiz estarían dispuestos a hablar de la venta.
Diferencias. La cantidad solicitada no parece ser el problema, pero sí el modo depagarla y las garantías
5,9 millones de euros es el valor nominal del aproximadamente 70% del capital social de Pérez y Ortiz.
En diferentes fases. Una ampliación de capital, la compra de Inmoarrabiy una capitalización de deuda les dieron la mayoría
La interpretación de los inversores es que se trata de una oferta muy jugosa, puesto que de salir adelante –y de recuperarse el club de su crisis económica, para lo que resulta imprescindible el ascenso a Primera– permitiría a Alfredo Pérez y Pedro Ortiz no solo recuperar una fuerte inversión de gran riesgo, sino obtener unos importantes beneficios. Pero no es esa la que hacen los propietarios, que exigen el pago inmediato, conscientes además de que el Racing como sociedad limitada sobrevive y mantiene la estabilidad merced a la respiración asistida que su propio holding le suministra en forma de línea de crédito.
Otra clave la daba el miércoles el propio Pérez: «No es solo pagar el precio, sino que queremos comprobar que tienen proyecto para el club y recursos para mantenerlo». Dicho de otro modo: quieren vender un club saneado. «No quiero hacer negocio con el Racing», insistía Pérez, que tras su inversión y máxime después del ascenso y el momento dulce que vuelven a vivir en las oficinas de los Campos de Sport no tiene especial interés –aunque tampoco reticencias— por vender.
De hacerlo, debe ser dejando la sociedad saneada y con un proyecto claro de futuro que los nuevos accionistas de referencia puedan sostener en caso de dificultades. Al margen de lo sentimental y de dejar una buena imagen, ya sea siguiendo en el Racing o vendiéndolo ya saneado y con el futuro asegurado, Alfredo Pérez y Pedro Ortiz son conscientes de que vender sus acciones en otras circunstancias pondría en riesgo la recuperación de su préstamo.
El presidente del Racing ha dejado entrever que la oferta recibida le siembra dudas sobre la disponibilidad económica de los ofertantes no tanto para asumir el pago como para mantener un esfuerzo económico sostenido.
Montante. La oferta permitiría a Alfredo Pérez y Pedro Ortiz sacar un beneficio del Racing, pero siempre a largo plazo y de forma condicionada a la evolución del club.
Antecedentes. Ya han recibido otras ofertas anteriormente, pero siempre por un precio menor a su inversión o que no se ajustaba a lo que consideran que cuesta el Racing y su arriesgada apuesta.
Los ofertantes. José María Gallego, que ha optado por guardar silencio, tiene buena imagen en Sevilla y experiencia en la gestión.
Confianza. Los actuales propietarios no ven como un buen indicio de la disponibilidad económica de los ofertantes que se proponga un pago aplazado.
Gallego, por su parte, llega con buenas referencias, experiencia en el fútbol, un grupo inversor que le apoya y una propuesta que haría ganar dinero a los actuales propietarios. En cuanto al proyecto, le ha ofrecido a Quique Setién, a quien conoció en su etapa en el Betis, la dirección deportiva, de modo que en caso de que el Flaco aceptara –ya ha mostrado su predisposición, pero siempre con ciertas condiciones–, el proyecto y política deportiva tendrían unas líneas muy claras y divergentes, además, con la actual.
Claro que Setién ya ha dejado claro a los potenciales compradores que solo se sentará a conversar si efectivamente se produce la venta, y pese a su buena disposición pondrá una serie de condiciones para regresar a los Campos de Sport. Una de ellas, que se le permita poner en marcha la estrategia a largo plazo que ya proponía cuando los exfutbolistas se hicieron con la mayoría accionarial tras la 'era okupa'. En aquel momento las diferencias de criterio con otros miembros de aquel grupo, en especial con el entonces presidente, Manolo Higuera, y su trabajo como entrenador de Primera División le apartaron de la primera línea.
Mientras Higuera proponía acudir al mercado para buscar un ascenso inmediato que aliviara la crítica situación económica, Setién apostaba por crear un equipo basado en los canteranos en una apuesta a medio y largo plazo, asumiendo, eso sí, que la estancia en la categoría de bronce podía ser larga. Al final lo fue de todos modos pese a la política de fichajes, condicionada también, hasta que el Grupo Pitma tomó el control efectivo del club, por la nula disponibilidad económica.
Por último, a los actuales propietarios del Racing no les urge desprenderse del club. Por una parte la venta de Aldro por 240 millones de euros, según fuentes conocedoras de la operación, les ha dado un enorme músculo financiero a pesar de las dificultades que el Grupo Pitma, como la gran mayoría de negocios, atravesó durante la pandemia.
Además, el reciente ascenso ha reforzado su posición después de y año y medio muy complicado en el que al descenso inmediato de Segunda a Segunda B siguió la que estadísticamente ha sido la peor temporada en la historia del Racing. Ahora, con la masa social de nuevo a favor, un gran resultado deportivo, el equipo de nuevo enSegunda y muchos más ingresos a la vista (contrato televisivo, abonos, publicidad y los cinco millones de euros que se percibirán en primera instancia por Pablo Torre), la situación es diferente y la posibilidad de mantener el club en sus manos es más atractiva para los propietarios.
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