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Hay partidos que no caben en una crónica. Hay tantas historias metidas en un estadio al mismo tiempo, que ni en un periódico entero. El Racing-Albacete de enero del 96 estuvo tan lleno que, cada vez que los dos equipos vuelven a enfrentarse, todavía ... se desparraman los recuerdos. Rebosan. Como toca este sábado, toca hablar del cinco a cinco. Sí, cinco a cinco. De los diez goles y de todo lo demás. Porque hubo mucho, más allá de un marcador inverosímil. Hubo muchísimo.
Antes de los goles, el ambiente. Es necesario para entender qué pasó. Estaba caldeado, tenso. El mismo equipo que le ganó al Madrid 2-0 con goles de Alberto y Mutiu, entró en una mala racha. En nueve partidos –incluyendo la eliminación en Copa con aquel Numancia matagigantes– sólo una victoria. Coqueteo con el descenso. Si solo fuera eso... La situación económica también era delicada. Y la del vestuario, lo mismo. Quique Setién y Tomás González habían llegado a las manos en un entrenamiento. El capitán y el entrenador, Vicente Miera, no tenían buena relación. Y el día del Albacete estalló todo. Con pancartas ('Miera y Mora –el presidente– fuera ahora'), gritos de 'Quique, Quique' (que no estaba convocado), pitadas en medio de la locura de goles...
Pero vamos al fútbol, que es el recuerdo más intenso (y el más agradable, sobre todo con el paso del tiempo). Todo fue frenético. Gol en el primer minuto de Billabona. Uno a cero. Antes de llegar al treinta, el Alba le había dado la vuelta con dos de Bjelica. Uno a dos. Y sin llegar al descanso, empató el Racing con un gol de Faizulin que había entrado al campo por Roncal porque Miera movió el banquillo ya en el minuto 23. Dos a dos.
Sorpresas en la alineación (un chaval, Chus Herrera, fue titular), un penalti polémico (el primer tanto del Albacete), lesiones (Zigmantovich se tuvo que ir en el 34), morbo (el que entró por el bielorruso fue Tomás), goles (cuatro)... Como aquello que gritó Víctor Hugo Morales de Maradona en el 86, 'Ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta-ta...'. Y el 'tatatá' siguió hasta el final. Imaginen un partido en el que más del 70% de los tiros acaba en gol. El dato lo dio Juan Carlos de la Fuente, cronista de los partidos del Racing en El Diario Montañés, que ese día hizo malabarismos para informar de todo.
Segunda parte. El equipo de Benito Floro (que estaba en su segunda etapa en Albacete tras pasar por el Real Madrid) salió con todo. Josico, dos a tres. Coco, dos a cuatro. La grada, como una caldera. «Hemos estado más pendientes de otras cosas que del juego», contaba al final Luis Fernández, que valoraba que el equipo consiguiera remontar en medio de aquella batidora. Porque lo hizo. Otra vez. Popov, de cabeza. Tres a cuatro. Y Alberto, que ese día –por seguir con la narración del gol a los ingleses– se disfrazó de 'Barrilete cósmico' en verdiblanco (qué buen tipo era y es Alberto, por cierto), hizo lo imposible: cuatro a cuatro y cinco a cuatro. Doblete, además de regalar dos de los otros tantos.
Fue duro el final. El último vuelco al corazón. Luna marcó en el 87 para meter al partido en el digusto –para los de casa– y en la historia –para la estadística–. Según publicó en el periódico Nacho González Ucelay, con la papeleta de resumir en palabras todo lo que rodeó al choque, un marcador que no se daba desde la temporada 42/43 en un Real Madrid-Barcelona. El resumen del Racing-Albacete se comió el tiempo del Estudio-Estadio.
'No se vayan todavía, aún hay más', que diría Súper Ratón (los más jóvenes que lo busquen en Google). De entrada, para que nadie se quede sin salir en la foto, a todos los nombrados por parte del Racing hay que sumar a Ceballos, Iñaki, Txema Alonso y Pablo Alfaro (el resto ya ha ido apareciendo en este texto). No pudo estar ese día Mutiu, 'atrapado' en su país con el pasaporte retenido por unos líos previos a la Copa de África (otra de las muchas anécdotas del partido).
Y también hay que rescatar dos nombres del rival. Por encima de otros –estaban Maqueda, Escaich o Pedro Riesco–, dos: Fernando Marcos y José Luis Zalazar.
Al año siguiente de meterle cinco, el Racing fichó al guardameta de los manchegos, que pasó tres temporadas en Santander a la sombra de Ceballos. Con él llegó su compañero, el uruguayo. Zalazar era un ídolo en Albacete. El líder del queso mecánico y un lanzador de faltas de los que salía en los resúmenes. Aquí llegó con 33 años. Marcó cuatro goles y fue titular en 19 tardes. Pero todos pensaron que con un año era suficiente.
Pero antes de eso, aún quedaba del partido imposible. Los rescoldos. Ese volcán en el contexto acabó escupiendo lava. En los días posteriores, Quique Setién y Vicente Miera acabaron fuera del Racing. Yosu cogió el equipo.
Este sábado se hablará de ello.
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