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Un lleno técnico más. A eso de las 17.30 horas el Racing colgó el cartel de no hay billetes, algo que ya es casi habitual en los Campos Sport esta temporada. Nadie, ni uno solo de los 21.022 aficionados quisieron perder el tren del Racing, que tiene como destino Primera División. Y este sábado, además, se daban todos los ingredientes para disfrutar de una buena tarde fútbol.
La cosa ya había empezado hace horas. A la hora del vermut, también era la de la previa y Peña Herbosa acogió a los incondicionales de Racing y Mirandés. Dos aficiones de esas que entienden el fútbol como una religión callejera, donde la liturgia es simple: llegar y animar. El partido empezó ahí, en esas horas previas donde todo es posible: una goleada, una remontada, una derrota, un empate agónico...
El estadio se fue llenando poco a poco. No cabía un alfiler. Algunos miraban el reloj, impacientes. El tiempo era un estorbo. «A ver si llegan ya las seis y media», soltaban quejumbrosos unos niños pertrechados con bufandas y camisetas. 'Full equip'. El Racing sacó a pasear el juego de luces y a pesar de que la megafonía falló en un par de ocasiones, las gargantas de los racinguistas funcionaron perfectamente. Y lo demostraron dos veces. 'La Fuente de Cacho' retumbó como siempre, bufandas en alto como manda el ritual. Y también sonó 'Santander La Marinera' para homenajear a Chema Puente.
El silencio tiene algo de rito sagrado, pero en El Sardinero siempre hay matices. Este sábado, el minuto que se guardó no fue uno de esos que se desploman pesados sobre el césped. No. El silencio fue una canción. Un tributo en su memoria. La Gradona comenzó y el resto del estadio se puso en pie y se unió para recordar al mítico músico y compositor cántabro.
Rodó el balón y El Sardinero casi se convierte en un campo de batalla, pero sin armas ni bombas. Allí la guerra era otra cosa: una algarabía de aficionados cruzando voces y cánticos. Los racinguistas hacían quinielas y sonreían entre ellos, aunque sabían que lo de esa tarde no iba a ser fácil y que los jabatos intentarían dar la sorpresa a pesar de Ezkieta. Y la buscaron apenas tocaron el césped, porque en el minuto 13 el navarro tuvo que hacer su primera parada mientras la grada respiraba aliviada y se sacudía la tensión de encima por medio de aplausos cuando el colegiado anuló un tanto de los burgaleses por fuera de juego.
Las banderas ondeaban en la Gradona y en el resto de El Sardinero los aficionados se levantaban de su asiento con las manos en alto y echaban mano del bolsillo para sacar una tarjeta imaginaría, a ver si el árbitro se daba por aludido. Pero nada.
'Santander La Marinera' no se conformó con una aparición en el inicio del partido y sonó de nuevo en el campo para animar a los de José Alberto. Ezkieta corregía, chillaba y gesticulaba tras cada aproximación de los jabatos a su área, mientras los minutos corrían, el césped se iba llenado de agujeros y las decisiones del colegiado iban calentando cada vez más al racinguismo. Tanto, que tras una falta no señalada a Karrikaburu la pitada que le cayó a Muresan Muresan fue monumental.
Los pitos se tornaron aplausos cuando Andrés Martín se plantó solo frente a RaúlFernández, pero no pudo ejecutar el disparo. «Vamos, vamos, Racing, vamos campeón», tronaba la Gradona al ritmo del bombo. El descanso no calmó a los racinguistas que bramaban sin piedad ante el colegiado. Ni los «¡Uys!» con cada aproximación verdiblanca ganaban en decibelios a las protestas, que alcanzaron su culmen cuando Michelin vio la amarilla.
Arana arrancó la ovación de la grada cuando entró al campo para sustituir a Aldasoro. El canario había estado un mes ausente por una lesión de rodilla. Y se ganó una nueva tanda de aplausos al plantarse a los pocos minutos ante el meta del Mirandés haciendo gala de una zancada prodigiosa.El partido comenzó a calentarse y la grada también. «Volveremos, volveremos otra vez», aullaba la grada de animación, que solo callaba par amonestar al colegiado, ya que el no amonestaba a nadie. Hasta que echó a Tachi, claro.
No se hizo el silencio ni cuando el Mirandés se adelantó en el marcador. Los racinguistas no enmudecieron, al contrario, animaron con más fuerza mientras los jabatos cantaban «Si se puede» desde la zona visitante. No hubo remontada, pero sí celebración. La de siempre ante la Gradona, con el equipo unido, aplaudiendo, disfrutando junto a su gente y sin perder el puesto en lo más alto, mirando a todos desde arriba.
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