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Nunca hay un solo motivo para la calamidad, pero siempre echamos la culpa a la última gota, como si el resto no tuviera la culpa de haber derramado el vaso. ¿Quién hubiera imaginado que en el séptimo partido de Liga el Racing se jugaría el ... descenso de categoría?
Fue durante la temporada 2000-01, la campaña del verdadero cambio de siglo, que también cambiaría el camino que el Racing había iniciado en 1993, con permanencias ininterrumpidas en Primera División. Aquel descenso fue culpa de los malos resultados, pero también de unas trampas que pasaron la frontera de la deportividad con pasaportes falsos.
Con la dirección deportiva de Andoni Goikoetxea, el inicio de campeonato evidenció los problemas del equipo para ganar. En las seis primeras jornadas perdió contra el Deportivo (0-3), Barcelona (3-1) y Mallorca (2-1), empató ante la Real (0-0) en San Sebastián y Real Madrid en El Sardinero (0-0) y por fin vino la primera victoria que se produjo en Santander ante el Numancia (4-2). Luego llegaría el que sería polémico partido contra la Unión Deportiva Las Palmas y al que el Racing se agarraría con desesperación al final del campeonato para intentar permanecer en Primera División. Pero fue demasiado tarde.
En Canarias, Goikoetxea alineó aquel día, 28 de octubre de 2000, a Ceballos, Tais, Mellberg, Txema, Sietes, Jaime, Julio Álvarez, Amavisca, Espina, Bestchastnykh y Preciado. El partido, con decisiones discutidas del árbitro, mostró a un Racing que se dejó sorprender con el 1-0 en el minuto 28 y estuvo a merced de los insulares en prácticamente toda la primera parte. En la segunda mitad el conjunto cántabro se puso las pilas. Agobió la portería adversaria con disparos de Amavisca y Manjarín y consiguió el empate gracias a un penalti transformado por Amavisca. Luego cometió el error de echarse para atrás, y aunque desaprovechó una clara ocasión de Bestchastnykh y le escamotearon un penalti, al final le pitaron uno inexistente que significó la derrota (2-1). Pero lo más sangrante fue que dos jugadores rivales, Álvaro y Baiano, de nacionalidad brasileña, actuaron con pasaportes falsos haciéndose pasar por ciudadanos comunitarios (portugueses), con lo que infringieron la norma de la limitación de extranjeros. Nadie se dio cuenta del fraude hasta que, meses después, la UD las Palmas inició los trámites para modificar el estatus comunitario de ambos jugadores y volvió a inscribir a los futbolistas como brasileños. Fue cuando el Racing descubrió el asunto, al mismo tiempo que se creaba un debate mediático nacional, provocado por el escándalo que por el mismo motivo se había desatado en Italia y en Francia.
El Racing recurrió el partido ante los órganos federativos alegando alineación indebida de los canarios y reclamando los puntos del encuentro, pero su recurso fue desestimado porque se presentó fuera de plazo (las alineaciones indebidas había que denunciarlas en 48 horas). Cuando todo parecía olvidado, el Comité Español de Disciplina Deportiva reabrió el caso al dar parcialmente la razón al Racing en sus planteamientos y abrió una investigación. Los tres puntos que el Racing había perdido en Las Palmas eran decisivos para lograr una permanencia que parecía poco menos que imposible, así que el racinguismo centró sus esfuerzos en esta nueva esperanza, abriendo una batalla jurídica contra la Federación Española de Fútbol que exigía el descenso o la pérdida de los puntos de todos los equipos implicados en el asunto de los pasaportes falsos. Cuando los órganos federativos se refugiaron en el silencio dilatando la decisión, el Racing planteó acciones más radicales. El consejo de administración llegó a considerar en los primeros meses de junio la retirada de la competición, una maniobra que podría provocar un vuelco en la clasificación y que estaba apoyada por los medios de comunicación y todos los estamentos del racinguismo. Las peñas se sumaron convocando una nutrida concentración para reivindicar «justicia deportiva» y «juego limpio», pero no sirvió para nada. La denuncia de una competición adulterada cayó en saco roto y el partido que el Racing amenazó con no jugar se disputaría finalmente en la penúltima jornada, el 10 de junio, en La Rosaleda, frente al Málaga. Aquel día los jugadores del Racing saltaron al terreno de juego con unas camisetas blancas con el lema 'Juego limpio'. El gol de Manjarín, a pase de Gonzalo Colsa, no fue suficiente para evitar la derrota (2-1), y el Racing regresó a Segunda División.
Aquella escenificación de las camisetas fueron estertores de una agonía deportiva que pretendía esquivar lo que parecía inevitable, pero nunca hay un solo motivo para la calamidad. El deterioro deportivo y los malos resultados ya habían comenzado hacía tiempo, provocando el cese de Goikoetxea, al que sustituyó Gregorio Manzano, y luego el cese de Manzano, al que reemplazó Gustavo Benítez que, ante el lastre y tiempo perdido, no pudo revertir el rumbo hacia un destino al que se permitió entrar con pasaportes falsos.
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