El peor arranque del Racing desde Munitis

Dice el refrán que las cosas no son como empiezan sino como acaban y a eso se agarran los racinguistas, porque el Racing ya ha firmado su peor arranque liguero en sus últimas cuatro temporadas en Segunda B. Es verdad que esta campaña es rara, acosada por los parones que ha provocado la pandemia de coronavirus y que han obligado a echar el freno en más de una ocasión con dos pausas obligadas. Pero no hay excusas, los resultados no son buenos. En total el equipo en la 'era Rozada' ha disputado siete partidos –en las diez jornadas–, es sexto en la clasificación y ha logrado 12 puntos de 21 posibles. Poco. Sobre todo para un equipo que aspira a ser campeón o por lo menos colarse entre los tres primeros. Lo demás no vale. Y solo tres victorias, tres empates y una derrota son cifras que invitan a reflexionar.

El primer partido ya supuso una pequeña decepción. El empate ante el Portugalete (1-1) en ElSardinero dejó frío a más de uno. El Racing no pudo con los vascos a pesar de que éstos jugaron más de media hora con un hombre menos. La primera en la frente. Aunque la parroquia verdiblanca dispuesta a ser indulgente después de tantos sinsabores futbolísticos en los últimos años, prefirió agarrarse a la esperanza de que hubiese sido solo un tropiezo. Entonces tocó visitar Lezama. Ante el Bilbao Athletic B se ganó (0-1), pero a pesar del gol de Balboa, que se estrenó prácticamente nada más saltar al campo, el Racing volvió a dejar una imagen insípida. El partido se le hizo bola. Aunque con los tres puntos en la buchaca el mal trago pasó un poco mejor.

Parecía que en el horizonte comenzaba a brillar el sol tras la visita del Alavés B a los Campos de Sport. Cuando acabó la jornada el Racing se colocó líder, junto al Amorebieta, después de golear a los alaveses (3-0). Para ser justos, los tres goles fueron consecuencia de tres errores clamorosos de los visitantes, pero vencer así también vale y en este caso el fin justificó los medios. Entonces llegó el primer parón.El choque ante el Leioa se suspendió a causa del positivo de uno de los jugadores vizcaínos y se trasladó a diciembre. Además, en la siguiente jornada a los de Rozada les tocó descansar. El resultado:15 días sin competir.

Y con este panorama, a vistar al Laredo en San Lorenzo. Los de Manu Calleja le sacaron los colores. El choque se saldó con un empate a cero, pero frente al Charles comenzaron a evidenciarse los problemas del Racing lejos de El Sardinero. Puede que si al final de temporada se logra el ascenso nadie se acuerde ya de si el equipo jugó el derbi con un fútbol bonito o con uno tosco, pero no se puede negar que fue una prueba de estrés para los aficionados verdiblancos, que veían a su equipo ahogado. Superado por un recién ascendido que supo manejar muy bien los tiempos y jugó bien sus cartas. Después del batacazo un Sardinero vacío fue testigo de los mejores minutos del Racing. Los cántabros recibieron alBarakaldo y golearon en casa (3-0). La alegría duró poco. Tocaba disputar el choque aplazado ante el Leioa. Un desastre total. El Racing cayó en Sarriena (1-0) ante unos leiotarras que no habían ganado a nadie todavía. Para más inri, unos días después Jon Ander dio positivo en covid y el equipo se vio obligado a permanecer diez días en aislamiento domiciliario. Un nuevo parón.El segundo. Y con él dos partidos más aplazados: uno ante la Real B y otro ante el Real Unión, que se jugarán en enero. La primera cita, el día 3 en Zubieta ante los 'txuri urdín'

El último embate del Racing, sobre el césped artificial de Gobela (1-1), le costó el puesto a Javi Rozada. Y eso que los verdiblancos, que fueron de menos a más, aguantaron con un jugador menos desde el minuto 41 por la expulsión de Matic.

Lo cierto es que en la Segunda División B sólo sobreviven los que mejor saben adaptarse y ahora le toca a Aritz Solabarrieta tratar de dar un empujón a los verdiblancos. Quedan aún muchas jornadas. Hay vida, pese a que la imagen del equipo sigue generando dudas. En el mes de enero se espera un acumulación de partidos, puesto se tienen que disputar los ya programados más los dos aplazados, con lo que ralentizar la suma de puntos puede costar caro, sobre todo en una temporada más corta de lo habitual, en la que además, el contenido del casillero se arrastra a la siguiente fase.

No es ningún secreto que el Racing necesita competir, mejorar y seguir una línea ascendente. Para calibrar mejor la situación es necesario echar un vistazo a la historia moderna de los cántabros en Segunda Divisón B.

Si se toma como referencia las siete primeras jornadas de las temporadas pretéritas en esta categoría, este curso el equipo se ha ganado un suspenso, al menos por ahora. En cambio, en la última temporada en el infierno, la campaña 2018-2019, en la que se logró el ascenso con Iván Ania al frente, el comienzo fue fulgurante. En las siete primeras jornadas el equipo era líder de su grupo con 17 puntos y se mantenía invicto. Ganó cinco partidos y empató dos, además de convertir El Sardinero en un fortín. Ni un solo punto se dejó en casa el cuadro vediblanco de aquellas.

Mejor aún lo hizo en su primera año dirigiendo al equipo Ángel Viadero. En la 2016-17, después de haber jugado los siete primeros partidos era líder sin conocer la derrota y sumaba 19 puntos con seis partidos ganados y un empate. En la segunda campaña del de Canalejas en el banquillo verdiblanco esas alturas, el conjunto cántabro iba un pelín mejor que ahora. El Racing tenía 13 puntos, uno más que en la actualidad, gracias a cuatro victorias un empate y dos derrotas. Y a pesar de ello meses después Viadero fue destituido y su lugar lo ocupó Carlos Pouso en la que ya es oficialmente la peor temporada del equipo en su historia.

Para encontrar un arranque de curso más modesto que el presente hay que remontarse a la temporada 2015-2016. Cinco campañas atrás en la trayectoria del Racing en la categoría de bronce. En aquel entonces, los verdiblancos, comandados por Pedro Munitis, llevaban un punto menos que en la actualidad, solo 11 puntos. Eso sí, aquel año el Racing remontó el vuelo después para finalizar líder de su grupo con 74 puntos. Aunque los cántabros naufragaron en el play off de ascenso a Segunda y se vieron condenados a seguir peleando en el barro un curso más. Las cosas en el fútbol son así: cambiantes.

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