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Que se acabe ya esta pesadilla. El juego mediocre, la fragilidad de los jugadores, los tacos de Pouso y sobre todo la sensación permanente de cabreo. Hubo un tiempo en el que los aficionados del Racing se paseaban orgullosos por los campos de Primera División. Hoy tienen que agachar la cabeza humillados en pueblos del norte de España. Avergonzados por el pésimo juego de su equipo, por su incomparecencia permanente, por su autoeliminación en un estadio que invitaba a jugar al fútbol y a demostrar un poco de hombría. Supongo que de eso va lo que queda por jugar de esta Liga. Nueve partidos para medir la verdadera dimensión de unos jugadores fichados para rendir al máximo nivel y que hasta ahora han acabado diluyéndose como niños cada vez que aparecen las dificultades.
El arreón y la autoestima lograda ante el Vitoria no nos ha durado ni una semana. Pero hay que apretar los dientes y seguir peleando. Donde no llega la calidad tendrá que aparecer la personalidad de la plantilla y el cuerpo técnico si no quieren firmar la peor temporada de la historia de este club. Porque en esas estamos. Nunca en 105 años caímos tan abajo. Así de triste y de dura es la vida de este Racing. Puede sonar catastrofista pero es la pura realidad. ¿Tenemos que conformarnos con esta situación o revelarnos ante esta pérdida alarmante de estatus? ¿Hay que mirar para otro lado tras perder ante un rival que estaba imbatido en su casa pero que era décimo en esta Liga? Yo al menos no quiero hacerlo y ha llegado el momento de subir el nivel de exigencia. Es ahora cuando hay que dar un paso al frente y demostrar que vestir la camiseta del Racing es algo más que firmar autógrafos y besarse el escudo. Toca apelar al orgullo, a la unión y a la fuerza del grupo para superar todas las dificultades y de paso darle un final de Liga decente a estos aficionados que no han fallado nunca. Que sólo han necesitado una pequeña muestra de buen fútbol para acudir en masa al siguiente partido lejos de El Sardinero. Pero para que un equipo sea grande todos sus miembros tienen que creérselo y luchar para conseguirlo. La tarea no va a ser fácil, pero también hay que saber crecerse en las dificultades. No hacerlo será decepcionar a los miles de seguidores que siguen confiando en los suyos. Y el que no quiera subirse a este carro, que levante la mano y se eche a un lado.
PD. La exigencia lógica en un club como éste no puede convertirse en una barra libre para algunos. Resulta repugnante ver a una turba de aficionados increpar a los futbolistas mientras suben al autobús. Como si sacar el carnet de su equipo les diese derecho a insultar gravemente a los jugadores. Y todavía peor es ver a otros cómo no lo condenan e incluso lo justifican en redes sociales. Algunos de esos futbolistas son los mismos que hace una semana eran ídolos después de golear al Vitoria.
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Ana del Castillo
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