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«Aquellos que no recuerdan el pasado están condenados a repetirlo». Aunque la frase del poeta y filósofo español Jorge Agustín Nicolás Ruiz de Santayana ... hace referencia a una de las etapas más abominables de la historia de la humanidad, no es menos cierto que su significado encaja perfectamente para definir aquel 30 de enero de 2014. Ese día la dignidad se abrazó en el centro del campo para mandarle una advertencia al mundo en forma de un plante histórico. Los futbolistas del Racing cumplieron con su promesa de no jugar el partido en protesta por la sinrazón y la injusticia. Y desde entonces, sólo con recordarlo se siente un hormigueo especial.
Aquello no se olvida. Y por si acaso alguno se despista un grupo de racinguistas, previo acuerdo tácito con el casero del campo -el Ayuntamiento de Santander- se ha lanzado a recordárselo también a todo aquel que pasee por los alrededores del estadio. Desde este jueves, miembros de ocho peñas racinguistas de la Gradona han comenzado un personal y original proyecto que consiste en retratar sobre una de las paredes del estadio, concretamente aquella en la que confluyen la zona norte y la oeste -encima del local de las peñas- el gesto de todos los gestos, junto a su signo de identidad.
El momento en el que los diez jugadores de aquel Racing se abrazaron los unos a los otros, se plantaron en el centro del campo, mientras su portero y capitán -Mario Fernández, cántabro para más señas- le comunicaba al árbitro que no jugarían. Este jueves comenzaron su obra. A media tarde, a medida que fueron saliendo de sus trabajos y cumpliendo con sus quehaceres, se acercaron a su 'caballete' especial. Entre todos fueron aportando los aperos de trabajo y empezó lo que puede convertirse en uno de los reclamos para el visitante que acuda curioso a interesarse por la historia de un club centenario. La semana pasada aclimataron la pared. La impregnaron de pintura blanca necesaria para que su obra posterior luzca como debe. Ellos, los artistas, son los mismos que en épocas recientes pintaron también en forma de tifos la zona de la Gradona de los Malditos dando un espectáculo irrepetible al estadio.
En las últimas temporadas -la pandemia impidió continuar con el ritual- el grupo de diez artistas dio rienda suelta a su arte y a su racinguismo y convirtieron en una función teatral las tardes de los domingos cuando su Racing jugaba algún partido especial. Guerreros cántabros, demonios avisando al visitante, que reflejaban la historia del club. Como si se tratase de un juego de magia, siempre guardaban con excesivo recelo el contenido de sus plegarias para desplegarlas coincidiendo con el momento en que su equipo salía al campo. El hormigueo y la emoción se adueñaba de los espectadores. Precisamente uno de esos tifos, el elegido para el partido ante el Betis de 2018, en la primera eliminatoria copera tras cumplir la sanción impuesta por el plante, será el que decore la piel de los Campos de Sport. Aquella vez, para el tifo, de cuarenta metros por quince, necesitaron nueve días de trabajo, está vez, para su tatuaje no tienen prisa aunque esperan acabarlo la semana que viene.
La idea, que corre por sus cabezas desde hace tiempo, -como pasa en todas las cosas- se hizo realidad en el momento que alguien se decidió por ir más allá. Hace algo más de un mes, el grupo de artistas acudió al Ayuntamiento y explicó su deseo e intenciones al propietario del campo, quien una vez escuchado con detalle el proyecto dio vía libre al mismo. También lo hablaron con el inquilino, el Racing, quien como no podía ser de otra manera quedó encantado con la iniciativa.
Su deseo era el de guardar, como todo artista, su obra, jugar con la expectación y convertir en una sorpresa su trabajo, pero es indudable que dado el tamaño y lo singular del lienzo sobre el que trabajan ha resultado complicado. La curiosidad de todo aquel que ayer les vio ponerse el buzo y desplegar su arte fue irrefrenable. Pinceles, brochas, andamios y revuelo sobre la pared de El Sardinero. El Racing se siente a flor de piel y el plante ya es un tatuaje más.
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