«Podemos fallar muy poquito de aquí a final de curso si queremos estar arriba»

Lo sabe bien. El jugador tuvo unos inicios prometedores, pero nada fáciles. En 2013 tuvo una rotura del ligamento cruzado de la rodilla derecha. Quirófano y casi 300 días fuera de escena. Poco después, en 2014, el extremo volvió a pasar por el mismo vía crucis. Sin embargo, Bustos, al que no le gusta rendirse, jamás pensó que el fútbol se había terminado par él. «No lo creí nunca y esa fue una de la claves para que saliese bien de ellas. Fueron con 17 y 19 años, y a partir de esos momentos, toco madera, no tuve ninguna lesión grave más».

Este año ha tenido un par de percances, pero nada que se salga de la norma. De hecho, esta semana ya ha entrenado con normalidad totalmente recuperado de los problemas musculares derivados del cansancio a resultas del choque ante el Portugalete. Ante el Bilbao Athletic estará en el campo. «Llego bien. La semana pasada fue una semana dura, con tres partidos en seis días, pero me he recuperado bien y estoy para el partido», comenta con aplomo y una confianza tamaño sábana. Una seguridad que José María Manzanares, el psicólogo que el club ha incorporado al cuerpo técnico, se encarga de trabajar. Aunque es cierto que el equipo aún no ha comenzado con las sesiones como tal. «De momento no hemos tenido sesiones individuales. Está con nosotros y nos ayuda lo que puede con una actitud y comentarios positivos. Está acoplándose al grupo», explica.

Por ahora el especialista intenta «conocernos un poco más a cada uno y cuando lo tenga todo claro, empezará en sesiones individuales o colectivas», vaticina Bustos, que ya ha trabajado con la figura de un psicólogo en otros clubes y le parece de lo más positiva. «En el Sporting tuvimos y en el Mallorca también. Está bien, siempre es una ayuda más. Igual que para mejorar el tema físico necesitas un preparador físico, para el tema mental necesitas un psicólogo», asevera.

Este próximo domingo (17.00 horas) ante el Athletic B no contempla una derrota. Para el resto del mundo el aleteo de una mariposa en una zona tranquila, para los racinguistas un terremoto, sacudidas invisibles que derriban todos los cimientos. Solo vale ganar. «Es un partido clave, ya podemos fallar en muy poquito de aquí a final de temporada si queremos estar arriba, así que vamos a sacar los tres puntos», clama.

El pasado sábado marcó su primer gol enLiga ante el Portugalte. De penalti. Tres días después de que Balboa, emulando a Ramos en la semifinal de Champions ante el Bayern, pusiese un balón en órbita y lo mandase a la estratosfera cuando lanzó desde los once metros ante el Real Unión. Desde entonces Solabarrieta prefirió designar un lanzador: Álvaro Bustos. «De momento sí lo soy. El otro día el míster confió en mí y espero que siga siendo así», comenta y le resta importancia a que además de su estreno goleador, el tanto le diese la victoria al equipo. «Ese día lo más importante era ganar y no quién marcase, pero ya llevaba como cinco palos esta temporada, se me estaba resistiendo un poquito y ya era hora», se desquita. Cualquiera pensaría que por su cabeza pasó una idea: 'Está la cosa como para fallar...' Pero no. «En ese momento no me puse nada nervioso. Llevaba toda la semana sabiendo donde iba a tirar el penalti. Tenía claro que el portero se iba a tirar e iba a ir al medio, así que en ese momento no pensé nada, me concentré y para adentro. Estaba estudiado», confiesa entre risas.

Apesar de que es un extremo habilidoso, rápido, ofensivo y capaz de desquiciar en el uno contra uno a su oponente, tanto Rozada como Solabarrietalo han usado de carrilero. Una posición que le exige más desgaste. Aún así, explica que el campo no se le hace largo. «Siempre he jugado de extremo desde que salí de Mareo, pero creo que para un jugador es bueno amoldarse a otras posiciones, ser polivalente para un equipo y estoy a gusto donde me pongan». Y en Mareo, aunque él era muy jovencillo, tuvo la oportunidad de conocer a Manolo Preciado. «Era un chavalillo, pero me acuerdo de cruzarme con él. Yo era cadete y subíamos a echar algún partido con ellos y siempre era amable con nosotros. Todo el mundo lo adora junto con Quini. Él y Preciado son figuras para el sportinguismo».

Para el racinguismo también. Fieles verdiblancos que el domingo no podrán estar en El Sardinero y para quienes ver su equipo es más bien un ritual que exige del oído, el gusto, el tacto, el olfato y de los ojos propios. Aunque ahora el covid obligue a verlo a través de una pantalla. A pesar de los reproches desde la grada en los últimos partidos, Bustos quiere un estadio con vida. «Aunque fueron días duros en los choques anteriores y la gente se manifestó como creyó, nosotros lo preferimos con público». Una afición ante la que le gustaría lucir la camiseta del Racing en Segunda División. «¡Ojalá! Sí es verdad que antes te venía y te hablada de ascenso, y ahora creo que no tenemos que mirar más allá del domingo, porque es lo que nos va a llevar a estar arriba. Tenemos que pensar en ese partido y nada más». Si ganan al conjunto de Etxebarria puede que lo celebre frente a un buen plato de sushi de salmón. Su comida favorita.