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Cuando el Racing llega a Segunda División, ahí está siempre la Ponferradina. Como la muerte. Con la capucha oscura puesta y la guadaña en ristre en un brazo huesudo. Recitando a trozos el canto III de 'La Divina Comedia' de Dante Alighieri. «Por mí se ... llega a la ciudad doliente. Por mí se avanza hacia la eterna pena. Por mí se va tras la perdida gente. [...] Los que entrastéis, perded toda esperanza. [...]». Una escena que se desarrolla en el anteinfierno. Porque eso era El Toralín este domingo. El primer paso hacia el averno. Al que los bercianos empujaron a los cántabros en dos ocasiones anteriores. Sin quererlo, pero por allí pasaban. Bestia negra. «Debes aquí dejar todo recelo; debes dar muerte aquí a tu cobardía». Si hay alguien que no tiene miedo son los críos. A veces llegan a ser inconscientes. Tienen una percepción distorsionada del peligro. Pero también sucede que el temor no les ata. Que son valientes y no se quedan paralizados por el pánico. Mario García y Yeray le plantaron cara a la Ponferradina, le arrebataron la guadaña y la enterraron con un fantástico gol que permitió al Racing salir muy vivo de su cementerio de cabecera.
Quizá por eso de no tener miedo, José Alberto despejó su duda en el lateral izquierdo con un tipo que no le teme a nada. Mantilla, a contrapié, le ganó la partida a su amigo Mario García. De inicio, porque luego todo se dio la vuelta con el balón en juego. Porque realmente fue el resultado del pavor que el míster le tenía a perder y al final la valentía echando al chaval al 'prao' lo que le iba a dar premio. Lo demás, lo previsto. Con el retorno de Juergen Elitim al doble pivote, una nueva oportunidad para Germán Sánchez en el centro de la zaga y Matheus Aiás en la pole para la delantera.
Ponferradina
Amir, Pascanu, Amo, Moi Delgado, Paris Adot, Diéguez, Dani Ojeda, Kelechi (Erik Morán, min. 75), Edu Espiau, Naranjo (Naim, min. 82) y Derik (Agus Medina, min. 67).
1
-
1
Racing
Parera, Dani Fernández, Mantilla (Mario García, min. 46), Germán Sánchez, Rubén Alves, Íñigo Sainz-Maza (Marco Sangalli, min. 70), Juergen Elitim (Fausto Tienza, min. 82), Mboula (Yeray, min. 70), Íñigo Vicente, Pombo y Matheus Aiás (Baturina, min. 26).
Equipo arbitral: Busquets Ferrer, asistido en las bandas por Bordoy Homar y Jiménez Yustos, todos ellos del Comité Balear. Cuarto:Velasco Arbaiza (Vasco);VAR:Ávalos Barrera (Catalán) y AVAR: Ocón Arráiz (Riojano).
Goles 1-0, min. 37: Edu Espiau. 1-1, min. 79:Yeray.
Amonestaciones Amarilla a los locales Naranjo y Diéguez y a los visitantes Pombo y Juergen Elitim. Expulsó con doble amarilla a Amo.
Incidencias El Toralín. Césped en buen estado en una tarde fría. 6.153 espectadores, más de medio millar de ellos, racinguistas.
En este tipo de partidos es importante eso de golpear primero, aunque sea de rebote. Y un disparo desde la frontal de Pombo pegó en la pierna de Pascanu para envenenársele al meta Amir, quien con apuros evitó el tanto y el balón se le escapó a córner. Aviso. Contestó precisamente el central rumano con un tiro desde Timisoara que no encontró portería.
A Ínigo Vicente le mola hablar por teléfono. Llevaba diez minutos de partido y ya tenía ganas de charlar. Intentó esa jugada que va a terminar por convertirse en marca de la casa. Robo y percusión. Levantó la cabeza y vio a Amir de paseo por el balcón del área. El de Derio intentó sorprender. Bombeado, al arquero le dio tiempo a llegar justo para frenar la pelota sobre la línea de gol.
El equipo verdiblanco era ligeramente superior. Pisaba más el campo contrario y, por lógica, estaba más cerca de la portería contraria que su rival. Así fue como Pombo, con un duro tiro escorado, le calentó las manos a Amir. Si alguien estaba temeroso a esas alturas era la Ponferradina.
Como el Racing, con cuatro especialistas, andaba sobrado de delanteros, el destino hizo lo suyo. Minuto 26. Matheus Aiás aparece tendido sobre el césped. Manos en el rostro. Lesión. José Alberto que le mete prisa al sustituto. Ni Roko Baturina, recién afeitado para su estreno, esperaba debutar tan pronto. El percance dejó a los verdiblancos tocados, reculados atrás, quizá también al perder esa primera presión del delantero brasileño. Así, la Ponferradina ganó metros. Pombo lo intentó otra vez desde su casa. Y otro contratiempo, este en diferido, la tarjeta a Juergen dejará al colombiano otra vez en la grada contra el Leganés.
Los bercianos le pasaron el filo de la guadaña por el cuello al Racing y le dejaron marca y herida. No mortal, pero sí peligrosa. Paris Adot sacó a relucir las carencias de Mantilla en el que no es su puesto. Autopase y centro magnífico. Y Edu Espiau desnudó las de Germán. Con un poderosísimo salto, le sacó un metro al andaluz y cabeceó como una bola de demolición el balón para batir a Parera. Mira que es bonita Ponferrada, pero con una bufanda verde y blanca es como ir al matadero.
El Racing reaccionó con rabia. El colegiado le perdonó la segunda amarilla a Naranjo e Íñigo Vicente estuvo a punto de hacer el gol de la jornada. Su disparo, con rosca, le complicó de nuevo la vida a un Amir que volvió a quitársela de encima. José Alberto mandó a calentar a Mario García. Pero los verdiblancos seguían groguis. Tuvieron hasta suerte. Edu Espiau mandó un latigazo al poste. Suspiro de alivio. Descanso y una moral que recomponer.
La primera decisión del técnico asturiano fue cambiar el criterio que le hizo poner a Mantilla de titular en el lateral izquierdo. Retiró al camargués y dio entrada al debutante Mario García en busca de un perfil mucho más ofensivo. El Racing, que adelantó la línea de presión, tuvo una nada más empezar el segundo tiempo. Un centro de Mboula estuvo a punto de introducirlo un zaguero en su portería y, tras el rechace, Baturina intentó un remate acrobático, altísimo, que le salió horrible. Acto seguido, el croata realizó una buena maniobra para dejar el balón atrás a Íñigo Vicente, que disparó fuera con el exterior. El colegiado anuló la acción por posición antirreglamentaria del balcánico. Pero la zaga verdiblanca dejaba muchas facilidades por arriba y gracias que el remate de cabeza de Naranjo en el segundo palo fue un desastre. Parecido al de Mboula poco después, para desperdiciar un centro genial de Mario García. El chaval las pone de cine.
El equipo cántabro se había convertido en ese quiero y no puedo de tantas y tantas veces. Con Pombo con cuatro tíos colgados de la chepa, con escasa claridad en los balones a Baturina y poca o nula claridad en los últimos metros, el Racing era mejor pero de una forma completamente inútil. Y la Ponferradina, lo poco que llegaba, lo hacía con bastante más peligro. Una buena pared de Pombo y Mboula finalizada por el aragonés, desviado, fue la mejor tentativa racinguista.
José Alberto tiró el órdago. Retiró a Íñigo Sainz-Maza y Mboula y dio entrada a Marco Sangalli y Yeray. Así, retrasó a Pombo al doble pivote y a Íñigo Vicente lo mandó hacia adentro. Los verdiblancos tuvieron una jugada de snooker en el área berciana. Los locales, con más mala leche, salieron victoriosos. Baturina tuvo un disparo que mandó a la grada después de que le botase el balón antes de rematar.
Si el Racing no daba para la victoria, tenía que venir al rescate el Rayo Cantabria. Mario García sacó el guante. Caramelo. ¿Es un meteorito?¿Es un avión? ¿Es Baturina? No, amigos, es Yeray. De Isla o de Cabezón de la Sal, qué más da. ¡Menudo testarazo! Empate y vuelta a la vida. La guadaña, a segar.
El empate, visto lo visto, era media gloria. Por eso, sin olvidar que la victoria estaba a tiro, José Alberto volvió a meter cemento en la medular. Fausto Tienza sustituyó a Juergen Elitim en un Racing que estaba con la flecha hacia arriba. Baturina mandó otro cañonazo desviado. Necesita calibrar la zurda. Y si Juergen no estará ante el Leganés, tampoco Pombo, que también vio la quinta amarilla.
Quien iba a ver la segunda de la tarde iba a ser Amo. Lo malo para el Racing es que sólo quedaban cinco minutos, los de añadido, para tratar de sacar rédito a la superioridad numérica. Pero a esas alturas el conjunto cántabro ya tenía más miedo de perder lo cosechado que ambición de ir a por más. Pitido final.
El punto, antes del partido, parecía poca cosa en un encuentro con tanto en juego. Después, con el filo de la guadaña en el gaznate, el empate supo a gloria. Por la supervivencia y porque, dentro de lo malo, deja las cosas más o menos como estaban. No hubo daños graves que lamentar. Chapa y pintura.
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