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A José Antonio Bonilla, psicólogo del Racing, se le acumula el trabajo cuando las cosas van mal. El diván se le queda pequeño cada vez que el equipo pierde. La derrota del pasado domingo en Lezama es «de los momentos más duros desde mi llegada al club». Insiste en que los resultados no son los que lastran al equipo «sino el exceso de celo, de responsabilidad». Se muestra optimista y no duda de que «jugará el play off». Su trabajo es ayudar a «gestionar ese miedo a las consecuencias que puede traer no conseguir el objetivo». Ve más cosas que lo que la gente percibe y entre lo que dice y lo que se calla se puede intuir que «los jugadores transmiten confianza y convencimiento». Habrá que creerle. A él le pasa lo mismo: «Soy como un médico. Tengo que fiarme de lo que me dicen y ellos me cuentan que creen firmemente en el objetivo».
-¿Está el Racing psicológicamente en el peor momento de la temporada?
-Es complicado determinar algo así. El psicólogo es igual que el médico y se tiene que fiar un poco de lo que le dice cada uno. En ese sentido yo veo bien a los jugadores en líneas generales. Les veo tocados, está claro, pero convencidos y asumiendo la responsabilidad que tienen. Mi llegada al club fue de la mano de Munitis y como consecuencia de un momento difícil; llegó el descenso y se necesitaban cambios. Luego estuvo el día del Reus y más tarde el del Barcelona B. Pienso que se puede equiparar a esos días. Pero la diferencia es que esta vez hay margen y tiempo para revertirlo.
-¿Ha visto a los jugadores después de la contundente derrota ante el Athletic de Bilbao B?
-No, aún no. Normalmente las sesiones las tenemos los viernes así que nos veremos. Ese día será cuando pongamos en común las cosas y analicemos lo ocurrido. Si no hay nada que rompa un poco el normal funcionamiento, nos solemos ver una vez a la semana. Hay ocasiones en las que organizamos charlas grupales, pero también las hay individuales.
-¿Y qué les va a decir esta vez?
-Bueno, no se trata de decirles algo concreto. Ellos saben mejor que nadie lo que ha ocurrido. En estos momentos lo más importante es darse cuenta de los errores. Aquí está claro que no son los resultados los que les están lastrando, sino el exceso de responsabilidad. A nivel de confianza les veo bien, eso es algo que debo decir, pero les pesa la responsabilidad por lo que supone para ellos un ascenso de categoría, la afición que les exige, el club... Salen al campo con una mochila llena de piedras. Ese exceso de celo hace que los jugadores no ofrezcan su mejor versión y necesiten gestionar bien esas cosas. Ese es el verdadero problema que tienen.
-Pero esto no es nuevo. Muchos de los jugadores que integran esta plantilla saben perfectamente lo que significa jugar con presión. Sin embargo el equipo se hunde en cuanto le salen las cosas mal...
-Es una cuestión de saber gestionar bien las situaciones. La presión se la crea cada uno. Antes de jugar hay personas que piensan en las consecuencias que pueden tener una derrota y así no juega el partido como debe. La confianza es algo interno, no tanto de los resultados. Hay que convertirlo en una ayuda; esa presión, esas ganas, esas intenciones hay que convertirlas en estímulos y no en lastre. Eso es lo que trabajamos y es natural que algunas personas lo asimilen mejor que otras. Eso es algo que será siempre así.
-¿Les queda grande el Racing?
-No necesariamente por ser mayores o más experimentados son más fuertes mentalmente. Esto es un aspecto similar a la fortaleza física, no todos son iguales. Aquí pasa lo mismo. Los hay más vulnerables y los hay que no.
-¿No le parece que podría venir bien dar un golpe en la mesa?
-Sí y no. Nadie tiene la pócima mágica. Antes de dar ese puñetazo no sabes cómo pueden reaccionar. Hay jugadores a los que les viene bien meterles caña, en cambio a otros no. Habría que ir individualmente paso a paso para saber qué les va mejor a cada uno. Si se me permite la expresión, son dos lecturas; una, la de hacer de padre protector y otra de la de padre crítico. Nosotros tenemos que reconducirnos para que su mente, su cabeza pase a ser su mejor amiga y no su peor enemiga. Hay que trabajar con las creencias porque realmente nosotros no tenemos creencias sino que son ellas las que nos tienen a nosotros. Puede parecer un discurso muy repetitivo, pero...
-¿Tienen miedo los futbolistas?
-Miedo no es la palabra. Tienen la percepción de que esto se acaba y que los de abajo aprietan, los de arriba no se escapan y todo influye. Cuando empiezas a dispersar la atención es cuando viene el peligro. Hay que centrarse en lo que puedes controlar.
-Si no es miedo será despiste...
-Al no sacar los resultados es normal que miren qué hacen los demás. Eso no es bueno. No ayuda y terminas perdiendo energía. El pensar en cosas que no controlas desgasta y despista.
-Desde fuera se ve eso, precisamente, un equipo despistado, ¿qué se ve desde dentro?
-Veo cosas diferentes a lo que la gente puede percibir. Veo que tanto los líderes como el resto de futbolistas mantienen el compromiso de siempre y siguen defendiendo el mismo objetivo. Se les nota que les lastra la responsabilidad, pero se les ve a tope por conseguir cumplir con ello. Esto es un juego, pese a la importancia que tiene, unas veces puede salir bien y otras mal. Yo pondría la mano en el fuego de que el Racing jugará el play off. Claro que me puedo quemar, pero lo que a mí me transmiten es que están convencidos de que pueden hacerlo y veo a la plantilla sobradamente capacitada para ello.
-Hubo un cambio de entrenador, ¿cómo afectó?
-Es obvio que ha puesto en guardia a todo el mundo. Es un momento de oportunidades. Hay una máxima y es que si quieres que algo cambie no puedes hacer lo de siempre.
-¿Cómo ve a Carlos Pouso?
-Es diferente a Ángel (Viadero). Es más cercano, sin que eso sea demérito de Ángel. Se acerca a los jugadores. No es tan técnico, es más coloquial por decirlo de algún modo. No quiero decir que sea mejor, sino que son dos estilos. Los cambios producen cambios.
-Y al presidente, ¿cómo le ve?
-No veo a nadie desquiciado. Nadie ha perdido el rumbo y todos saben que esto es un juego y que a veces sale mal.
-A usted siempre le gusta hablar de líderes. De un tiempo a esta parte parece que el Racing se ha quedado sin ellos. ¿Cómo asumen su importancia Borja Lázaro y Dani Aquino?
-A Borja no me ha dado mucho tiempo a verle, pero sí que le da importancia a estos aspectos. Es consciente de la responsabilidad que tiene y las comparaciones son odiosas con Prats. Le veo capacitado para lo que le espera. Y de Dani Aquino, este año es diferente porque las lesiones le están lastrando. Entre eso y que ya ha manifestado que no entiende los pitidos de la afición al equipo, es posible que se le vea un poco afectado. Hay jugadores que esos silbidos los pueden transformar en ira o en amor propio por hacer las cosas mejor. Es lo que le ocurre a Dani; él sabe que es importante para el equipo y que debe aportar su mejor versión. Un profesional, y él lo sabe, tiene que estar por encima de esas cosas, pero los jugadores son personas. Ahora bien, tiene suficiente personalidad para afrontarlo sin problema. Estas cosas deberían enseñarse en la escuela como se enseña geografía o matemáticas. Son cosas que en la vida de una u otra manera nos van a afectar y debemos estar preparados para cuando lleguen y superarlas.
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