

Sebastián Ceria | Máximo accionista del Racing
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Sebastián Ceria | Máximo accionista del Racing
«No nos tenemos que preocupar por lo económico; la deuda está con nosotros»Sebastián Ceria (Buenos Aires, 1965) se reivindica como porteño; no bonaerense. Con poco más de veinte años dejó Argentina como becado y no ha vuelto ... a vivir allí regularmente, lo que no le ha borrado el acento ni impide que siga y le preocupe lo que ocurre en su país -como en España, puesto que tiene también pasaporte español por su ascendencia madrileña y burgalesa; la de sus abuelos- y mantener su vena de hincha de Racing -el de Avellaneda- y de la albiceleste. Llega a Santander un tipo con un discurso magnético que colecciona más títulos que el Racing: un graduado, un doctorado y dos postgrados. Un tipo que escogió entre dos escuelas de Columbia que le ofrecieron trabajo y hace cinco lustros fundó una exitosísima empresa de análisis financiero que acaba de abandonar definitivamente. Hasta entonces no podía entrar en el Racing. Su salida supuso un nuevo flujo de liquidez y se vio también liberado de un contexto que le había impedido hacerlo antes, dado lo arriesgado de la inversión futbolística y un foco que sus socios no querían.
Su llegada no es la de un paracaidista. Conoce Cantabria muy bien. Casado en Santillana del Mar con una santanderina emigrada y abonada al eterno retorno y amiga de la infancia de la mujer de Manolo Higuera, pronto se convirtieron, pese a la distancia, en íntimos. Ya antes de recalar en el Racing era un habitual en los veranos cántabros. Para ver a la familia y hacer surf en Loredo. Muchos viajes con Higuera sirvieron para que le fuera envenenando en verdiblanco y este verano, después de muchos meses de conversaciones, llegó el final del camino, que también es el principio. Unos ocho millones de euros para comprar las acciones del Grupo Pitma y asumir una deuda que rondaba los 24 tuvieron la culpa.
Empresario atípico, filántropo con la suerte del dinero, concibe el Racing como un proyecto social, al estilo de la fundación que promovió en Argentina después de vender en 2018 su empresa de modelos matemáticos para el sector financiero por 850 millones de dólares. Ha llegado con una idea clara y casi revolucionaria: el Racing puede ser rentable en lo económico y útil en lo social.
-Se ha hablado mucho de Sebastián Ceria. ¿Cómo se define él?
-Cuando uno define a una persona tiende a hacerlo de manera biográfica. Va hacia atrás y dice: 'Nací en tal lugar, hice esto, después esto otro...' Quizá es un poco aburrido. Yo diría que soy ante todo un romántico; alguien que cree que el mundo les pertenece a los buenos, que son los que tienen que ganar. Lo mío es buscar mi papel para ayudar en esa lucha eterna entre buenos y malos. Y la bondad no quita hacer las cosas bien. Siempre le pongo mucha energía, ganas y cabeza a cualquier misión. La felicidad personal me importa mucho, pero lo más importante es la colectiva.
-¿De dónde vienen esos valores?
-Tengo que agradecer a mis padres. Eso viene de la familia. Siempre lideraron con el ejemplo. Mi madre siempre hizo mucho trabajo social. Cuando yo estaba creciendo, veía la garra que le ponía. Mi padre era un tipo fantástico, un gran intelectual que siempre inculcó este tipo de valores. Los viví en la familia y después uno aprende y va viendo cómo pueden generar cosas buenas. En el fondo, lo que la gente tiene que entender es que ser bueno y hacer las cosas bien también paga sus resultados. No siempre ganan los malos. A veces la gente hace cosas malas y le salen los resultados, pero yo no creo que esa gente duerma tan tranquila. No tengo nada que reprocharme al día de hoy. Cuando uno más lo hace y mejor le sale, más lo sigue haciendo. Es lo que trato de inculcar a mis hijos y a cualquiera que vea. Es muy importante ser bueno más allá de lo que uno tenga. A mí me tocó tener el dinero y usarlo para algo positivo. Cada uno de nosotros puede hacer muchas cosas buenas.
-Volviendo a esa parte aburrida: Sebastián Ceria nació en una familia de clase media, estudió en la Universidad de Buenos Aires y pronto se marchó con una beca a EEUU...
-Terminé el doctorado y me puse en el mercado laboral. Hay una regla no escrita en EEUU: la universidad en que te gradúas no te da trabajo. Está hecho para preservar la idea de la renovación, así que tuve varias entrevistas y conseguí dos trabajos en la Universidad de Columbia: de la Escuela de Ingeniería y Negocios, que es con la que me quedé. Lo primero que hice cuando conseguí el trabajo fue decirles: 'Yo el primer año no quiero trabajar con ustedes', y me vine a vivir a Europa, a estudiar un postdoctorado en Bélgica y Roma. Después volví, ahí si, a comenzar a trabajar en Columbia.
-A los pocos años fundó su entonces pequeña empresa. ¿Soñaba que tuviera tanto recorrido?
-Al principio, cuando uno crea una empresa, no sabe exactamente en lo que se mete ni qué recorrido va a tener; nunca pensé que iba a ser un trabajo de casi 25 años. Empecé en 1998. Se estaban fundando muchas empresas, también mis alumnos y decidí crear una empresa para hacer modelos matemáticos, al principio no especializados en finanzas. El inicio fue irregular y después pudimos despegar, pero llegó un punto donde me dije: 'Esto es un medio'. La empresa tuvo mucho éxito, se hizo muy valiosa financieramente y en 2019 se vende a la Bolsa de Alemania con una transacción por la que me quedo como accionista con un plan de entre tres y cinco años para implantar un sucesor y retirarme.
-¿Por qué llegó al Racing precisamente este verano?
-Tenía un arreglo que me podía dedicar a mi fundación en Argentina una semana cada tres meses. Y desde este verano, cuando terminó la estadía en la empresa, en el Racing.
-De momento le vemos cada dos semanas en Santander, pero sigue viviendo en Londres. ¿Cómo lo lleva?
-El tema es bastante bestial, porque el aeropuerto me queda bastante lejos de casa y el vuelo no es el más cómodo. Ya sea a Santander o a través de Bilbao, la idea es tratar de venir lo más posible. Estamos en el proceso de comprar un apartamento en Santander para tener un lugar propio, no andar cargando con las cosas y no tener que quedarme en hoteles. Pero por el momento mi idea es seguir viviendo en Londres. Mi hijo tiene 16 años y es importante para nosotros que termine el colegio allí.
-El modelo matemático del Racing es casi siempre negativo...
-Los modelos matemáticos para el fútbol son un tema aparte y lo vamos a utilizar. Se empezaron a usar en el deporte hace unos quince o veinte años. Hay una historia muy famosa: la de 'Moneyball', que se llevó a una película, sobre cómo aplicar las herramientas matemáticas al béisbol. Los Oakland Athletics, un equipo de la media tabla para abajo, utilizaron modelos y terminaron ganando el título después de un par de años. Eso no quiere decir que el Racing vaya a ganar el año que viene a partir de esos modelos, pero creo que pueden ayudar.
-Me refería más a lo económico. El Racing lleva siendo deficitario desde 1913...
-Hay que separar el aspecto deportivo y la gestión. Nosotros creemos que el Racing puede ser superavitario. Sin hablar mal de las gestiones anteriores, el club no ha sido gestionado de la mejor manera. Con una dirigencia profesional eso puede cambiar. Es un círculo virtuoso: cuando las cosas se hacen bien, la rueda empieza a girar, porque el Racing es una marca muy conocida y el racinguismo es muy fuerte y un club de fútbol puede ser también una herramienta de cambio para la sociedad.
-¿Cómo se decidió a hacerse con la mayoría accionarial?
-Manolo lo venía hablando conmigo desde hace muchísimo tiempo. Son años; ha sido un trabajo fino. Aunque parezca un tipo atolondrado, que se quiere llevar el mundo por delante, sabe hacer el trabajo fino; de a poco. Su amor por el Racing está ligado al amor por Cantabria, y también es más sencillo para mí, siendo de Racing de Avellaneda, y teniendo una historia con ellos, llegar al de acá. Durante mucho tiempo nos rompimos la cabeza pensando quiénes podían ser los inversores, pero se dio la suerte de que con la salida de la empresa se generaran los fondos para poder hacer esto de manera más libre e independiente. Vinieron los resultados que permitieron financiar esto y así podemos pensar a largo plazo.
-¿Sus modelos prevén también cómo puede el Racing sufragar la deuda de alrededor de 20 millones de euros que tiene con Sebman Sports International? Será necesariamente a largo plazo...
-Vengo del mundo de las finanzas y veo la deuda como un instrumento y las acciones, como otro. La deuda tiene un retorno fijo, aunque más pequeño, y las acciones, variable. Cuando tienes algo que crees muy valioso, no te conviene tener deuda, porque el retorno es pequeño. Si tienes acciones, y la cosa va muy bien, de repente van a valer mucho más. Si uno tiene deuda o acciones, eso refleja su visión sobre el futuro, y soy muy optimista sobre el futuro del Racing. Piénsalo como una transferencia de riesgo: la deuda tiene muy poco riesgo y las acciones más, pero más retorno. Estamos haciendo una transferencia porque somos optimistas y ponemos el dinero donde ponemos la palabra; no es una cuestión de quedarnos con más acciones para que otros accionistas se vayan.
-Lo de entrar en el Racing por un sentimiento o por los intangibles se entiende fácilmente, pero a modo de inversión resulta más complejo...
-El Racing es un proyecto social que, si nos sale bien, va a valer mucho dinero. Lo importante es el orden de los factores: no es una inversión que tiene el aspecto social como algo adicional; es un proyecto social. Y deportivo, obviamente; vamos a poner muchos recursos en eso. Pero creemos en el rol social que debe cumplir. Obviamente, si hacemos las cosas bien y nos mantenemos en Segunda por un tiempo o ascendemos a Primera División, el club va a valer cada vez más. Es un activo que tiene un gran potencial y no estaba explotado de acuerdo con sus posibilidades.
-¿Y cuándo se puede amortizar la deuda?
-Es muy importante que todos entendamos que lo que vamos a hacer es las cosas bien. Poco a poco van a ir viendo cómo va mejorando el equipo y con ese comportamiento el resto va a llegar. En el fútbol lo anecdótico cuenta. A veces se juega bien y se pierde. Si el Dibu Martínez no hubiera hecho esa parada en el último minuto contra los franceses, hubiéramos perdido el Mundial, pero si hacemos las cosas bien, poco a poco vamos a ir mejorando y esa mejora debería llegar a Primera. ¿Va a ocurrir este año, el que viene, en dos o tres? No lo sé. Pero deberíamos hacernos a la idea de que en dos o tres años nos empezamos a poner objetivos que no son solo la permanencia. Creo que si logramos subir los resultados financieros, el equipo podrá mejorar de forma sustancial, y eso permite liquidar la deuda.
-¿Existe un límite temporal?
-No hay que preocuparse. La deuda del Racing está con nosotros. Vamos a asegurarnos de que se pueda cumplir, pero más allá de eso, si logramos los resultados deportivos, es un problema que podemos hacer desaparecer. También existen ingresos extraordinarios: se vende un jugador o pasa algo con un jugador que se vendió en el pasado y uno recibe cierta cantidad, y eso también puede permitir cancelar la deuda. Pero la deuda es sostenible. Podemos pagarla y no es un problema para el club. La sociedad que tengo con Manolo tiene los recursos financieros para hacer frente a cualquier emergencia. De lo económico no nos tenemos que preocupar.
-Puede resultar chocante para alguien que acaba de hacer una inversión tan importante, pero en el entorno siempre hay recelo ante los cambios de propiedad. Solo en los últimos 20 años pasaron por Santander Piterman, Alí Syed y dos presidentes condenados por administración desleal...
-Eso es muy importante y por eso cambió mi actitud respecto a presentarme en sociedad y hacer entrevistas. Mi primera idea era que Manolo fuera el presidente y la cara visible y yo estuviera en el Consejo, pero con una actitud más bien pasiva. Que la gente me conociera a través de lo que pudiera averiguar por internet o donde fuera. Mi idea original era mantenerme alejado. De lo que me di cuenta muy pronto, y no lo sabia del todo, es la historia de los accionistas anteriores, que han hecho... Bueno... Casos de mala praxis o incompetencia. Era algo que había que atacar de frente. Tuve algunas conversaciones con mi mujer y decidimos ir de frente, poner la cara y contar mi historia; por qué habíamos hecho esto. Soy alguien muy transparente, lo van a ver con el tiempo, cuando las cosas vayan bien y cuando estén mal. Eso es esencial: que la gente no esté pensando qué hay detrás, porque al final, si tienes algo que esconder, es que estás haciendo algo mal. Quiero hablar de frente y no le tengo miedo a la situación para nada. Vengo de una industria hipercompetitiva; mi empresa competía con otra que era infinitamente más grande y terminó siendo 10, 20 o 30 veces mayor. En Wall Street la gente se pega con cuchillos, ametralladoras y bazukas. Estoy acostumbrado a recibir tiros de todos lados y no temo la misión. Creo que se puede hacer si uno es competente, diligente y se trabaja seriamente.El objetivo no debe ser más el de permanencia, sino mirar más arriba, pero eso no quita de hablar del paso a paso y que las cosas se hacen de a poco.
-Habla del factor y proyecto social. Para eso es fundamental la Fundación Real Racing Club, de la que es presidente...
-La Fundación del Racing va a cambiar 180 grados. Está clarísimo que su misión en los últimos años se ha desvirtuado. Se veía como un tomador de recursos y para mí tiene que ser algo que utilice los recursos del club para hacer todo tipo de programas sociales. Eso va a cambiar de manera radical. César Anievas, su director, está totalmente alineado con mi visión; es alguien que está totalmente comprometido y juntos vamos a trabajar en eso. Va a empezar a haber programas sociales, más allá de la Academia o de los campus. La semana pasada se anunció este programa junto al Gobierno contra el bullying. Vamos a intentar hacer muchas cosas para llevar al Racing a la sociedad. Para mí, es fundamental.
Las frases
Dar la cara «Es esencial que nadie esté pensando qué hay detrás. Si tienes algo que esconder, algo estás haciendo mal»
Ampliación de capital «Somos optimistas y ponemos el dinero donde ponemos la palabra»
Plano social «La Fundación Racing va a cambiar 180 grados.Su misión en los últimos años seha desvirtuado»
La compra «Manolo llevaba años hablando conmigo. Ha sido un trabajo fino»
-Se han encontrado un estadio en ruinas. Pese al acuerdo con el Ayuntamiento, a su llegada ustedes han decidido que hay obras que no pueden esperar, como los vestuarios o los asientos...
-Fui con Felipe Llamazares y estuvimos recorriendo el estadio por dentro, antes de que empezara el partido frente al Amorebieta. En general, la directiva tiene tendencia a estar por el palco, vas a la zona VIP y ves lo que tienes que ver. Diría que también hay muchas cosas en la zona VIP que no funcionan. Por ejemplo, en ese partido no había agua en los baños. Para mí, el estadio da pena. Tiene muchísimo potencial. Es bellísimo, queda en una zona de la ciudad importante y se ha dejado caer a través del tiempo. Tenemos un problema: que el estadio no es nuestro, así que hay que trabajar junto al Ayuntamiento. Es por eso que una de las primeras cosas que hicimos fue ir a hablar con la alcaldesa y la gente que trabaja con ella para decir: «¿Qué vamos a hacer y cómo vamos a acelerar?». Hay cosas que se están haciendo que la gente no ve, como la electricidad y las líneas secundarias por si hubiese un corte, que ha costado muchísimo dinero. Pero hay cosas que no se han hecho y la gente sí ve. Entre ellas, los vestuarios, que salen por la televisión y dan un poco de pena, y los asientos, que no hay más que verlos. Parte del problema que tenemos es que los tiempos del Ayuntamiento son más largos. Hay que hacer licitaciones y llevan su tiempo. Por eso decidimos que al menos dos cosas inmediatas las vamos a hacer nosotros. El Racing tiene sus otros tiempos, el Ayuntamiento nos deja hacerlo y vamos a empezar con los vestuarios y los asientos inmediatamente. Pero vamos a hacer otras cosas. Estuve recorriendo la Gradona y creo que hay mucho que se puede hacer ahí para darle un importante lavado de cara. Las obras fundamentales, toda esa infografía que vieron en algún momento, van a llevar su tiempo.
-¿Confía en que el Gobierno de Cantabria se involucre?
-Sí. Lo hemos hablado con la presidenta del Gobierno y creemos que está en la actitud de ser parte en lo que tiene que ver con el estadio. Entiende todo esto de la marca Santander en lo que puede contribuir el Racing. Tiene que haber también una sociedad en la que trabajemos juntos para hacer las cosas mucho mejor. Ahí pido también, como con los resultados deportivos, un poco de paciencia. Soy alguien muy ansioso y creo que en algunas cosas vamos a terminar asumiendo los costes porque no podemos esperar más, pero pido paciencia. Poco a poco van a ver cómo empezamos con esta renovación que es fundamental. El estadio es nuestra casa y creemos que la presidenta está en la actitud de ser parte en lo que tiene que ver con el estadio. Tenemos que estar orgullosos de ir y recibir gente ahí. También es importante que vaya más gente al estadio y teniendo un estadio más bonito va a ser más fácil.
-Normalmente, cuando un jefe entra nuevo en una oficina, sobre todo en el fútbol, cambia todo para ponerlo a su gusto. Ustedes han llegado y han confiado en José Alberto y Mikel Martija.
-Eso para mí ha sido fantástico. La mejor noticia del Racing y una de las razones por las que decidí tirarme a la pileta, como decimos en Argentina, era por Mikel y José Alberto. Me lo dijo Manolo: «Hay muchos problemas en el club, pero hay uno que no tenemos, que es el deportivo». Me habló mucho de la plantilla que quedaba y de Mikel y José Alberto. Más allá de sus cualidades humanas, que son enormes, da gusto trabajar con gente así. Seria... Buena gente que uno quiere tener en el equipo. Eso va a quedar así porque tenemos plena confianza en ellos. El resto va a cambiar. Estamos haciendo un inventario. Uno siempre se encuentra con sorpresas cuando compra una empresa y esa idea vertiginosa de entrar muy rápido no es la mejor manera de hacer las cosas. Está claro que vamos a imprimir otro ritmo y que vamos a traer gente, pero lo más importante es que vamos a cambiar el chip de la ambición. Que la primera respuesta no sea: 'No, no se puede', sino 'voy a ver cómo lo hacemos'. Que los que piensen no piensen en pequeño. Es como yo decía en mi empresa: 'Tú, pídeme. Y cuando yo te diga que no, está bien. Pero no me vengas con que no hicimos algo si tú no me lo pediste y yo no te dije que no'. No hay que tener ningún problema, porque yo conozco la palabra 'no', pero la gente tiene que ser ambiciosa. Yo viví mucho tiempo en Nueva York. Allí la gente se come la cancha. Va a por todo con lo que haga falta. También se pega contra la pared muchas veces, pero lo que noto es que hace falta más ambición. Creo que el Racing puede mucho más, Santander puede mucho más, Cantabria puede mucho más. He estado en muchos lugares del mundo.
-¿Qué diferencias ve entre el fútbol argentino y el español?
-No soy un experto en el fútbol argentino, más allá de ser un aficionado de Racing de Avellaneda y de la selección argentina. Allí son clubes sociales, no Sociedades Anónimas. Eso cambia la dinámica. Hay que ser elegido y se trabaja muy directo con los socios. Hay una relación de responsabilidad, de ser fiduciario de los socios. Cuando eres el presidente de una Sociedad Anónima eres fiduciario de tus accionistas. Por suerte, en el Racing, muchos de los socios son accionistas. En Argentina los clubes han pasado las mismas dificultades económicas que el país. Es un lugar que también debe tener más ambición.
-¿Ha notado ya que es un personaje atípico en esto del fútbol?
-A mí me encanta confundir a la gente. Sorprender. No creo en los estereotipos. Creo en la gente buena y en la no tan buena. Uno puede ser un empresario que gane mucho dinero y utilice ese dinero para el bien. Para mí, ser filántropo es muy importante. Llega un momento en que el dinero es una herramienta para el cambio. Lo veo así en el Racing y también con mi fundación en Argentina. Me gustaría que más empresarios fuesen así. No lo digo por una cosa egocéntrica, pero me gustaría que los empresarios no tuvieran esa mala reputación de que, a veces, lo único que les interesa son ellos. Para mí uno puede ser perfectamente las dos cosas, y espero poder seguir sorprendiendo.
-¿Cómo es Sebastián Ceria cuando las cosas van mal?
-Me ha ocurrido. Las cosas no siempre se dieron bien. Mi empresa estuvo muchas veces al borde de la quiebra. Cuando estaba empezando a crecer y necesitaba fondos, se produjo el 11-S, se nos secó el financiamiento y nos quedamos sin dinero. Sebastián Ceria, cuando las cosas van mal, es alguien que no se da por vencido. Que sigue para adelante y dice: 'Esto lo vamos a hacer'. Siempre tiendo a ver el lado positivo. Nunca me pongo a buscar a los culpables, sino cómo arreglarlo. Mi mujer dice que a veces tengo un poco 'el problema del presente'. No conozco el presente; siempre conozco el futuro. Y el pasado me importa poco. No creo en estas historias en que todo sale bien y que uno termina ahí arriba porque tuvo una cosa constante. Siempre hay golpes y lo importante es cómo uno reacciona ante ellos. Yo siempre me levanto. Me gusta mucho el boxeo. Si las cosas no van mal, toquemos madera -golpea con el nudillo el brazo de la butaca-, corregiremos lo que haya que corregir y seguiremos mirando hacia delante. Las de Mikel y José Alberto sé que son posiciones volátiles, pero también estoy convencido en esta idea de la 'performance' sistemática. Si las cosas se hacen bien, empiezan a ocurrir. Por el momento, para mí es una de las cosas más entusiasmantes que he visto. Es importante entender que yo también tengo que aprender mucho.
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