Primer entrenamiento del Racing con Romo

Y el balón volvió a rodar. 59 días después, La Albericia puso el piloto de encendido y el Racing de la temporada 2021-22 comenzó a funcionar. Este martes casi todo era nuevo. La mitad de los jugadores, el entrenador, los técnicos que le acompañan, los que ocupan los despachos en el edificio de las Instalaciones Nando Yosu y hasta el 'prao', que lució inmaculado como si estuviera esperando que le pisaran de una vez. Sin embargo, lo que aún no ha cambiado son los efectos o los imperativos de la pandemia que obligó otra vez a que las puertas estuvieran cerradas –tan solo pudieron acceder los medios de comunicación– y a que los futbolistas, pese a ser compañeros de trabajo, se tuvieran que cambiar de ropa en seis vestuarios distintos y marcharse a duchar a sus casas. Y así hoy y mañana y pasado mañana... Hasta que el riesgo del contagio desaparezca.

Pasaban las 10.00 horas por unos minutos cuando en La Albericia empezó a haber ruido. Primero, porque los pequeños del campus de verano tenían ganas de alzar la voz y luego porque de manera escalonada fueron llegando los 27 futbolistas que componen el equipo en este inicio de pretemporada. Después del susto de anteayer con los positivos de Marco Camus y Dani González –unidos al ya conocido de Martín Solar–, la plantilla saltó al campo, ya que el lunes tan solo fue una toma de contacto para comprobar el estado de cada futbolista. Un equipo remodelado por completo, tanto como el propio césped que después de las tareas de adecentado y de que no le pisara nadie en los últimos dos meses este martes parecía el salón de casa. Lo del verde tan nuevo fue como una metáfora de que se han levantado las alfombras para limpiar lo que no sirve.

Antes de salir por la bocana del vestuario, en el gimnasio, el lugar común más grande y ventilado, llegó la charla del presidente, Alfredo Pérez, que se pasó a primera hora para desear suerte y mandar ánimo a su nuevo equipo. Primero charló con su elegido, Guille Romo, y a continuación dirigió unas palabras para los futbolistas.

Un par de vueltas trotando, a ritmo pausado, y pronto a por el balón. Guille Romo dirigió la sesión personalmente. Un abrigo tres cuartos, como si fuera otoño, chándal y al centro del campo. Organizó un ejercicio para trabajar la posesión, con dos equipos y sin porterías, a lo ancho del campo. Velocidad, intensidad y toque. «Que corra el balón, que se mueva el balón», se escuchaba a Guille Romo gritarle a su plantilla. Salvo para ocho, el escenario no era nuevo. La de hoy fue la primera sesión de Fausto Tienza, al que se le pudo ver junto con Sergio Marcos, en un hipotético centro del campo moviendo al equipo. Lo mismo que a Carlos Castro, al que fue sencillo identificar por su color rubio platino de pelo. También a Jack Harper, que combinó una banda con el ataque, y a los tres centrales Pol Moreno, Pablo Bobadilla y Eneko Satrústegui, altos y delgados, casi cortados por el mismo patrón. Después de media hora de trabajo intenso –lo que se puede entender como intenso para el primer día–, Guille Romo cambió de tercio y organizó un partidillo a medio campo en el que dio paso a los porteros y a las porterías. Fue cuando se incorporó Miquel Parera, otro de los nuevos, que primero trabajó junto a Lucas Díaz y Germán Fernández en la otra esquina del campo con Pedro Dorronsoro.

En el partidillo había ganas de comprobar el regreso de los jugadores, pese a que no fueron más que veinte minutos. Se vio a un Patrick Soko, con la cabeza rapada y activo; a Álvaro Bustos con ganas de regatear en la banda y a un Cedric participativo. Compartieron zona ancha Íñigo Sainz-Maza y Sergio Marcos, el chaval y el nuevo, y corrieron sus bandas Diego Ceballos e Isma López, que por el momento parten como los dueños de los laterales a la espera de que se concrete ese fichaje que Guille Romo ya anunció que le falta para cerrar su defensa. Y entre todos los veteranos, siete canteranos revoloteando y en busca de su oportunidad. Mario Jorrín y Juan Gutiérrez ocuparon sus puestos en la zaga, lo mismo que Marcos Castillo, en el centro del campo, Saúl García, la banda, al igual que Mateo Gandarillas, el último en incorporarse sobre la bocina tras los positivos de Marco Camus y Dani González.

Y si el lunes, los test de antígenos despertaron el desasosiego del personal, fue Pablo Torre, que enfiló acompañado de los médicos el camino del vestuario contrariado. El canterano se retiró porque se cargó muscularmente y no había ninguna razón para seguir en la sesión. El propio futbolista, junto a los técnicos del club, ha comenzado un trabajo específico para ir superando sus problema físicos que le impiden prolongar el rendimiento en los partidos más allá de los setenta minutos. Siempre es sustituido. Hasta ahora.

La plantilla sigue abierta, con 20 futbolistas y tres fichas libres que la dirección deportiva pretende completar.Guille Romo busca un defensa y, aunque daría por bueno el ataque tal y como está, un delantero así como un media punta. Con estas dos posibles llegadas, el técnico aumentaría las alternativas, del mismo modo que encontraría un recambio a Pablo Torre, que a falta de sorpresas es el único jugador con un perfil específico para jugar en esa posición entre líneas.

Y eso fue lo que dio de sí el primer día. Fueron todos los que están, pero a buen seguro no todos los que son porque aún están por llegar. Hoy no se notó, pero en los próximos días se podrá comprobar la tensión de aquellos que no tienen tan claro seguir. En este mes y medio que queda hasta el inicio de la Liga habrá salidas, cesiones y rupturas de contratos por lo que la importancia de los entrenamientos desde hoy es capital. Al que no se le vio, como en las últimas tres pretemporadas desde que llegó, fue a Jagoba Zárraga, ese joven portero que fichó Chuti Molina y que actualmente negocia su desvinculación con el club después de no haber tenido ninguna oportunidad de vestir de verdiblanco.

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