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La exigencia va por barrios y a cada uno le aprieta su calzado. A veces, incluso, hace llagas. En Miranda de Ebro, Carlos Pouso lideró el crecimiento exponencial de un club que tocó por primera vez en su historia el fútbol profesional. Posteriormente, en ... Logroño llevó a la Unión Deportiva a sus mejores resultados en su corta historia. De nuevo, hitos en una modesta vida futbolística. Ahora el técnico vasco está empezando a saborear lo que él mismo ha denominado «un caramelo». Pero hay dulces que dentro llevan pica pica y las 44 temporadas del Racing en Primera División aporrean en el techo del banquillo verdiblanco cada vez que un resultado es negativo. El partido de Tafalla fue una primera toma de contacto. Lo de hoy, frente al Izarra, en unos Campos de Sport con una desilusión de espanto, será un primer juicio con jurado para el recién llegado entrenador racinguista.
La grada espera los argumentos del míster para comenzar a hacer un esbozo de una sentencia que debería llegar, en el mejor de los casos, entre finales de mayo y el mes de junio. El ascenso es la absolución. Lo demás es una condena. No sólo para el individuo juzgado, sino para todo el racinguismo que, en caso de tercer fracaso consecutivo, deberá pasar al menos otra temporada más penando por el infierno. Mejor no pensar en ello.
La pasada semana, antes del choque que terminó en empate ante el penúltimo clasificado, la Peña Sport, Pouso se cubrió las espaldas. «No va a haber cambios traumáticos», afirmó. Según esa frase y vista la alineación en San Francisco, el desenlace debió ser algo así como una continuidad de todo lo anterior. De una dinámica negativa que el equipo viene arrastrando prácticamente desde agosto.
«La semana que viene se empezarán a ver cosas», dijeron el vicepresidente, Víctor Diego, y el presidente de honor, Tuto Sañudo, tras el tropiezo en tierras navarras. La primera vista de este largo juicio. Y en eso estamos. El racinguismo quiere ver qué puede ofrecer Carlos Pouso para devolverle el alma perdida al equipo verdiblanco. Para volver a hacerle competitivo de cara a la fase decisiva de la temporada.
Como ya hizo en los primeros días tras su llegada, el entrenador vizcaíno ha vuelto a jugar al despiste esta semana. Es su libro de estilo. Las porras para acertar las alineaciones se suceden. Con más pena que gloria. Lo que pueda aparecer hoy en el once racinguista es una auténtica incógnita. De lo poco que se ha podido rascar en las sesiones dirigidas por el técnico es que ha probado el 4-4-2 que tenía por sistema de cabecera su predecesor, Ángel Viadero, y que, ante una posible ausencia de Dani Aquino, probó a Juanjo como acompañante de Borja Lázaro en la delantera. Lo que viene siendo mandar a los tanques a hacer maniobras sobre el césped.
El madrileño parece que por fin será titular. Después de dos semanas en el dique seco, el hombre sobre el que pone las esperanzas el racinguismo hará del área su parcela. La principal duda es si Aquino, que ayer realizó una prueba para comprobar el estado de sus problemas musculares con resultado positivo, está para disputar los noventa minutos o, por el contrario, verá el inicio del encuentro desde el banquillo. De momento, ha entrado en la convocatoria de 19. Si no está al cien por cien, Juanjo parece ser del gusto del míster y, además, la actuación de la semana anterior en Tafalla avala al de Ontaneda.
A priori, las cosas no deberían cambiar demasiado en la línea defensiva. Adán Gurdiel ha superado sus problemas físicos y estará en el lateral derecho. El entrenador recupera a Paco Regalón, quien podría hacer pareja en el centro de la zaga con Miguel Gándara -Gonzalo sigue en el dique seco-. Y Julen continúa siendo indiscutible -tampoco tiene rival- en el lateral izquierdo.
La vuelta de Regalón permitirá a Pouso adelantar la posición de Borja Granero. El valenciano se postula como acompañante de Sergio Ruiz en el centro del campo. Más aún en ausencia del sancionado Antonio Tomás. El astillerense parece ajeno al nivel ramplón del equipo. Siempre con buena nota. El asunto es ver qué dibujo elige el entrenador para ubicar a sus futbolistas. Del 4-1-4-1 de la semana pasada al 4-4-2 ya utilizado por Viadero. El 4-2-3-1 o el 4-3-3 también entran dentro del catálogo del entrenador vasco. «Números de teléfono», que decía César Luis Menotti.
En los extremos tampoco está nada clara la cosa. César Díaz y Álex García fueron los titulares en Tafalla. El equipo careció de profundidad. Óscar Fernández, uno de los mejores de la triste campaña, tiene opciones de volver a la titularidad. Más complicado lo tiene un Héber que sigue en horas bajas, pese a que su competencia no acaba de arrancar.
Pero más allá de nombres, sistemas y estrategias, el testimonio de defensa de Carlos Pouso debe ir encaminado a aspectos mucho más abstractos y etéreos pero tan importantes como todo lo demás en un equipo de fútbol. El ánimo, la confianza, el rendimiento... Todas esas cosas que no se pueden medir ni cuantificar, pero que en este deporte dan réditos y éxitos. Ahí debe estar la gran revolución de Carlos Pouso. La prueba testifical que permita salir no sólo absuelto del juicio de la grada, sino a hombros por la puerta grande de los Campos de Sport.
El modesto Izarra, que viene de tumbar al líder, pero que pierde fortaleza lejos de su peculiar estadio de Merkatondoa y que se encuentra luchando por la permanencia, ejercerá esta tarde como acusación. Todo ello ante un público, un jurado, que no está para muchas generosidades después de que en los últimos cinco encuentros en El Sardinero el Racing solamente haya ganado uno.
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