El primer toque de atención

En el once inicial de Romo se empezaban a ver atisbos de por dónde pueden ir los tiros en la primera jornada de Liga. Satrústegui y Bobadilla formaron de inicio como pareja de centrales e Íñigo y Sergio Marcos lo hicieron en la sala de máquinas, dos duplas que tienen muchas papeletas para ser titulares cuando la cosa se ponga seria.

La primera mitad fue un aviso, un toque de atención. Con las ideas más claras, el Real Unión de Aitor Zulaika, muy alabado por Solabarrieta hace unos meses, tomó las riendas del duelo fiel a la filosofía que tan buen resultado le dio el año pasado: tocar desde atrás y construir a base de paciencia. Una apuesta que conlleva riesgos y que derivó en que fuera el Racing el que se adelantara en el marcador. Jorrín robó una pelota en el centro del campo, cabalgó en busca de fuego amigo y, cuando lo encontró, su pase se topó con el brazo izquierdo de Erik Ruiz. Penalti claro que transformó Carlos Castro al engañar a Txusta. Sin dominar, pero hasta ese momento el cuadro cántabro tenía presencia, asustaba. Era el minuto 10 y, a partir de ahí, los cántabros desaparecieron.

El empate llegó siete minutos después, también de penalti. A Sergio Marcos se le escapó el control dentro del área tras un centro de Cabo y cuando quiso despejar el cuero se topó con la pierna de Seguín. Quique Rivero no perdonó. El de Cabezón solo tuvo un error durante la primera parte, un centro atrás de cabeza hacia su portero que se quedó corto y que dejó a Castro y Camus en un mano a mano que el de Bezana envió fuera.

Mientras el Real Unión anotaba el segundo con un disparo de falta de Seguín tras un error de Satrústegui, el Racing navegaba en un mar de dudas. Sergio Marcos apareció poco, Dani González menos y ni el cambio de banda entre Camus y Gandarillas sirvió de estímulo. Un apagón ofensivo que llevó a los jugadores a los vestuarios sin que ninguna de las incorporaciones dejara detalles esperanzadores. Una vez más.

Romo reaccionó en el descanso y puso sobre el tapete a Lucas, Torre, Bustos, Soko, Tienza y Cedric, aunque la decoración cambió poco. El Racing seguía a merced de un conjunto local mejor posicionado y que era capaz de cerrar líneas e impedir la progresión ofensiva racinguista. Dentro de los problemas en la construcción, lo que sí demostró el once de Romo es que con poco puede hacer daño. Dos chispazos de Torre sirvieron para empatar el partido y para que Bustos fallase un mano a mano ante Iza. El gol fue obra de Cedric, especialista en anticipar en el primer palo, tras un centro de Soko.

Con la rotación completa de ambos banquillos Zulaika dio entrada a varios jugadores del filial, que solo desentonaron a la hora de decidir cerca de la meta de Lucas. Cómo y dónde posicionarse sobre el terreno de juego lo tenían claro. El tramo final volvió a sumir el juego cántabro en la espesura. Los de Irún dominaban, el Racing esperaba y cuando le tocaba fabricar desde atrás el cuero acababa rifado. Demasiada separación entre líneas y poca participación de los jugadores de banda, muy alejados de la salida de la pelota.

El duelo murió con la complacencia de ambos, que se conformaron con el trabajo realizado. El Real Unión con ser mejor y el Racing, con mantenerse imbatido en la pretemporada y demostrar que con poco puede ganar mucho. Que a partir de septiembre, ganar será lo importante.