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El Cid Campeador no jugaba al fútbol, ni falta que le hacía con tanta tarea por hacer entre reinos cristianos y moros invasores. Es cierto que incluso en la Edad Media algún despistado manejaba la pelota con los pies, pero la adrenalina se expulsaba de ... una manera más contundente, sujetando la empuñadura de coladas y tizonas. Fue en otra época de guerras cuando cántabros y burgaleses comenzarían a disputarse por primera vez un balón de fútbol. Eran tiempos de la Gimnástica Burgalesa, equipo invitado a los Campos de Sport para jugar un partido a beneficio de la causa nacional cuando estaba a punto de finalizar la guerra civil. El partido se disputó el 3 de julio de 1938 y los racinguistas ganaron por tres a uno. Al año siguiente, con motivo de la disputa de una copa donada por el Ayuntamiento de Burgos, ambos equipos volvieron a encontrarse en un partido donde el triunfo fue de nuevo para los montañeses (1-2).
La Gimnástica, surgida en 1936, coincidió por primera vez en partido oficial con el Racing en la Fase de Clasificación y Permanencia de 1943, donde jugaron una liguilla seis equipos. Mal asunto fue para los cántabros aquella fase, porque descendieron a Tercera División por primera vez en su historia. En El Sardinero, los racinguistas ganaron a los gimnásticos por tres a dos y perdieron en Burgos por cuatro a tres.
Años más tarde surgiría el Burgos CF como equipo representativo de la ciudad castellana. Fue en la temporada 1956-1957 cuando Racing y Burgos se enfrentaron por primera vez en Liga, concretamente en Segunda División, con sendas victorias de los racinguistas, que años después se emparejarían con los burgaleses en unos emocionantísimos dieciseisavos de final de la Copa del Generalísimo correspondiente al año 1962.
El Racing era entonces equipo de Primera División y el primer partido contra los burgaleses se disputó en los Campos de Sport el día de San Valentín. El Racing, gracias a un gol de Odriozola marcado a pase de Suco, se llevó la victoria, aunque con una imagen bastante negativa. Un gran número de aficionados montañeses viajaron al campo de Zatorre, en la capital burgalesa, para presenciar el partido de vuelta. El terreno de juego estaba embarrado e impracticable. A pesar de ello, el dominio cántabro fue la característica principal de los primeros momentos del partido, con oportunidades claras de Yosu y García para marcar. Poco antes de cumplirse la media hora del comienzo, Nando Yosu se encargó de lanzar una falta cerca del área para que Sampedro rematara de cabeza, enviando la pelota al interior de la portería después de rozar el larguero. Acaso por la excesiva confianza de los racinguistas, o por la excelente reacción del equipo burgalés, o por ambas cosas, el juego se equilibró en la segunda parte, sobre todo porque tres minutos después de sacarse de centro, empataron los castellanos. El empate a uno clasificaba al Racing, así que los montañeses prefirieron no arriesgar para mantener el resultado, mientras el Burgos, mejor adaptado al fango, espoleado por su público y con cierta inhibición del árbitro, que cerró los ojos ante el juego duro de los de El Plantío, logró el gol del triunfo en el minuto 35.
La victoria mínima empataba la contabilidad goleadora de ambos equipos (no existía eso del doble valor de los goles en campo ajeno) y se tuvo que jugar un partido de desempate en San Mamés el 27 de marzo, con una excelente entrada de público. La salida del Racing fue muy intensa y se adelantó en el marcador después de un saque de esquina lanzado por Yosu y rematado por Wilson. En la segunda parte, el Burgos colocó de delantero centro al defensa Zamora, por su eficacia en el juego por alto, y en el minuto 26 el cambio surtió efecto porque este jugador empató el resultado con un remate de cabeza. Cuando todos pensaban en la prórroga, en el último minuto, una jugada de Wilson permitió a Yosu internarse hacia la portería, superando al guardameta y marcando con cierta tranquilidad el dos a uno que supuso el pase a los octavos de final.
Ya pasaron los tiempos en los que la adrenalina se expulsaba sujetando la empuñadura de coladas y tizonas, como ocurría en los tiempos de Mío Cid. Ahora las imaginarias batallas suceden en el campo, con el balón por medio, impulsado también por los ánimos de los seguidores de uno y otro equipo, aunque con tanta tarea por hacer entre reinos cristianos y moros invasores, sólo cabe desear que nadie se equivoque de bando en este partido que hoy vuelven a disputar racinguistas contra burgaleses.
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