La publicidad exterior, el plazo de explotación y los bajos alejaron a Racing y Ayuntamiento

Por una parte, el Racing renuncia en el documento al «disfrute» de las dependencias que no están siendo utilizadas en la actualidad. Aun tratándose de un documento muy vago en su redacción, conviene tener en cuenta que existe un enorme espacio diáfano en desuso bajo la Preferencia y Tribuna Este. Un espacio cercano en dimensiones al que ocupa la sede social del club, aunque algo menor por dos motivos. Por una parte, la presencia de los boxes y el sótano destinado a vestuarios y gimnasio generan más espacio bajo la grada en la fachada oeste. Por otro, hay que tener en cuenta que ya hay habilitado un local de hostelería (La Tasca) en explotación en esa fachada este.

A cambio, el contrato habilitaba al Racing para utilizar los espacios de publicidad estática en el interior del estadio, regulando así legalmente lo que el uso había establecido, aunque reservando siempre un espacio «prioritario» para cualquier imagen o mensaje institucional del Ayuntamiento. Y, sobre todo, establecía el derecho del club a explotar la publicidad exterior «sin contraprestación económica», aunque refiriéndose siempre a un anexo que las regulara. Además, estipula que independientemente del modo en que esté registrado el edificio, el Racing podría vender el nombre a una firma comercial, aunque ese nombre estaría en todo momento comenzado por «El Sardinero». En este sentido destaca que la propuesta de contrato se refiere siempre a «El Campo de Fútbol de 'El Sardinero'», aunque el inmueble está inscrito en el registro municipal como Campos de Sport. Dejaba de todos modos margen de actuación a la Casona al establecer que «el montaje de la publicidad deberá contar con las pertinentes autorizaciones y permisos municipales». Una de las contraprestaciones era la posibilidad de organizar eventos no deportivos en el estadio que acordara la comisión de seguimiento que debía nombrarse para supervisar el cumplimiento del convenio. En la práctica, la organización de conciertos como el de Enrique Iglesias en 2017.

Según ha podido saber este periódico, uno de los reparos que puso en su momento Intervención fue el plazo de vigencia del convenio, que el Racing aspiraba en un principio que fuera indefinido. La propuesta de contrato de julio de 2017 -ni es el primer borrador ni llegó a aprobarse- establece una explotación de cuatro años prorrogable por otros cuatro, según se deduce, de forma indefinida. Algo que el Racing ni consideraba justo ni podía aceptar, pero al mismo tiempo consecuencia de un estricto cumplimiento legal.

Según la propuesta de contrato, correspondería al Ayuntamiento «el mantenimiento estructural de las instalaciones y la realización de las obras necesarias para conservarlas en adecuadas condiciones arquitectónicas, con sujeción, en todo caso, al cumplimiento de los principios de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera de las arcas municipales».

Del mismo modo, el documento establece como obligaciones del Racing el «mantenimiento ordinario y la reparación de desperfectos no estructurales generados», además de «asumir todos los gastos derivados del uso de las instalaciones y de las licencias que resulten pertinentes dentro del desarrollo de su actividad». Este aspecto está muy relacionado con las exigencias que impone LaLiga; relacionadas con el modelo de explotación y servicios disponibles; no con la integridad arquitectónica del estadio.

El propio Racing ha reconocido, ya con Alfredo Pérez al frente, que las conversaciones están ahora en punto muerto. En cuanto a la Casona, el último pleno aprobó por unanimidad a propuesta del PRC la firma de un nuevo convenio, pero el primer teniente de alcalde, César Díaz, acotó al mismo tiempo que para ello es necesario llegar a un acuerdo con el Racing. Algo que dada la disensión en muy pocos puntos, pero especialmente significativos, parece ahora complicado.