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Javier Rozada, con la mascarilla de rigor, durante su presentación como entrenador del Racing. Daniel Pedriza
Los quebraderos de cabeza de Rozada

Los quebraderos de cabeza de Rozada

En construcción ·

Pese a que nada le coge por sorpresa, al entrenador del Racing le cuesta asimilar una temporada tan «irreal» que le resta favoritismo a su equipo

Marcos Menocal

Santander

Domingo, 13 de diciembre 2020, 07:38

No por conocer de antemano las reglas del juego dejan de ser incómodas mientras uno se adapta. Al Racing -y en particular a su entrenador le está costando más de lo esperado asimilar y superar una temporada que ya preveían distinta, pero con tanto contratiempo se ha convertido en «irreal». Al novedoso formato de competición, se le han sumado los continuos parones, que si bien entraban dentro de los planes lo cierto es que al Racing le han afectado por demás en el arranque liguero. Si ya de por sí la llegada de la gran mayoría de la plantilla, sobre todo de los futbolistas llamados a ser importantes, se produjo a última hora, la falta de regularidad competitiva le ha obligado a Javi Rozada a doctorarse cada semana en cómo sacar partido a lo que tiene y en las condiciones que se dan. Al míster asturiano le quita el sueño cómo sobreponerse a estos condicionantes en su primera aventura fuera de su tierra.

Por si fuera poco, aquellos atributos que jugaban a su favor, como un estadio como El Sardinero en una categoría como la Segunda B -un plus de incalculable valor-, han desaparecido. No es que le coja por sorpresa mirar a las gradas de los Campos de Sport y no ver a nadie en plena pandemia -en verano era impensable imaginar un campo con espectadores-, pero hasta que no se sufre no se cuantifica el daño. A Rozada se le quiebra la cabeza en busca de enderezar cuanto antes su barco, que si bien no deja de navegar lo hace sin un rumbo firme del todo.

  • 1. Los Parones Primero casi 20 días. Después otros 14 –con diez de confinamiento–... Con tanta intermitencia, el Racing no ha logrado consolidarse por ahora ni establecer unos criterios de juego que le conviertan en un equipo reconocible.

  • 2. La ausencia de público El peso de El Sardinero en Segunda B es incuestionable. Ese plus, que en el grupo no tiene nadie ni tan siquiera parecido, ha desaparecido y los rivales han salido beneficiados.

  • 3. La llegada de los jugadores Algunos de los futbolistas llamados a ser importantes en el Racing se incorporaron muy tarde y con muchos meses de inactividad a cuestas. El cuerpo técnico trabaja para contrarrestarlo.

  • 4. El protagonismo de los futbolistas Hasta el momento ninguno de los jugadores con alto peso específico en el equipo han aparecido. Salvo Pablo Torre, en contadas ocasiones, al resto del talento del equipo aún se le espera.

  • 5. Las cinco sustituciones Sin que suponga un peaje determinante, lo cierto es que la cantidad de cambios que los rivales pueden hacer impide la capacidad de ahogo en las segundas partes de los equipos fuertes a los modestos.

  • 6. El formato y la clasificación Las 20 jornadas reducen el margen de error y multiplican la capacidad de sorpresa de equipos no favoritos. Además, con tanto parón la clasificación se desvirtúa y puede que hasta el final se adultere.

«Es irreal todo lo que ocurre». La frase no sólo es del entrenador del Racing, sino que se ha convertido en un mantra que describe a la perfección una tozuda realidad. Ahora bien, ante una situación así no se trata de ser más fuerte sino de adaptarse mejor que nadie y el Racing anda en ello.

El Racing ha cumplido un parón de veinte días sin competir y cumplirá otro de catorce, con diez de ellos con confinamiento domiciliario

Arrancó la Liga después de una de las pretemporadas más largas que se recuerdan -más de dos meses- y sin embargo con buena parte de los futbolistas recién llegados: Cedric, Maynau, Balboa, Soko, Matic... A las tres semanas, cuando el equipo empezaba a ganar en autoestima, con dos victorias ante dos filiales -Athletic de Bilbao B y Alavés B- se produce el primer parón obligado; el positivo de un jugador del Leioa obliga a aplazar el duelo con los vizcaínos y para colmo a la semana siguiente al Racing le tocó descansar. Sin posibilidad de jugar un partido amistoso, la plantilla racinguista se plantó en veinte días sin competición. Otra vez a empezar. Puede que a los jugadores que llegaron faltos de ritmo les pudiera venir bien, pero en el cómputo global el equipo salió perdiendo.

Tanto, como que en su regreso ante el Laredo en San Lorenzo, el Racing sufrió más que nunca y le infligieron terapia de choque. Había pasado más de un mes de competición y el conjunto racinguista se había dejado cuatro puntos con dos equipos recién ascendidos -Portugalete y Laredo- y había cambiado dos veces de sistema en cuatro partidos.

Pero por si fuera poco, y tras un periplo titubeante con un triunfo y una derrota, a los de Rozada les volvieron a parar hace diez días, y esta vez de golpe: confinados. Diez días sin poder entrenar en grupo, sin poder pisar el campo, sin hacer estrategia, táctica y, por supuesto, con la consiguiente e inevitable pérdida de ritmo y forma física que supone no poder salir de casa para un futbolista. Hasta el momento, sin que sirva de excusa, ningún otro equipo del grupo ha pasado por algo así.

Faltos de ritmo y lesiones

A Rozada, como encargado de sacar el máximo de sus jugadores, le preocupa y le ocupa el estado de los mismos. La pretemporada sirvió para que futbolistas como Ismael Benktib o Pablo Andrade, con muchos meses de inactividad a las espaldas, se fueran poniendo a tono, pero otros como Cedric, Joan Maynau, Adrián Balboa y Patrick Soko no tuvieron tiempo. Alguna lesión inoportuna como la de Marco Camus o la de Jon Ander aún dificultaron más el arranque, por no decir la del propio Joan Maynau que nada más saltar a La Albericia tuvo que parar. Así con todo, Rozada no ha dejado de tener un equipo en construcción desde que llegó a Santander y eso es siempre un hándicap, que si bien es cierto contaba con él, ya que el apurar el mercado hasta última hora siempre trae consigo estos pormenores.

A la falta de tono de los futbolistas se une en este arranque liguero la ausencia de liderazgo y de protagonismo de los futbolistas con esa vitola. Hay futbolistas que no han aparecido y en un equipo que juega a campeón es lo primero que se echa de menos. Cedric aún no ha dado una nota; Álvaro Cejudo tampoco se ha dejado ver; Villapalos está inédito y jugadores como Nana, que llegaron con ciertos galones, tampoco han aportado hasta la fecha nada más allá. Salvo detalles con cuentagotas de Álvaro Bustos y Pablo Torre ningún futbolista ha marcado la diferencia por el momento. Los pocos partidos y la falta de ritmo actuaron de lastre, pero es casi una obligación que el Racing en esta categoría tenga jugadores que marquen la pauta y el ritmo a seguir. Los antecedentes están ahí: Dani Aquino, Abdón Prats, Koné... En una categoría modesta y tan competida es casi sinónimo de éxito, ya que contar con jugadores que desnivelen los partidos está al alcance de unos pocos. En esta plantilla, Pablo Torre es uno de los talentos con posibilidades de cubrir esa vacante, pero tiene 17 años por lo que no debe señalársele tan solo a él. Es el tiempo de los Cedric, de los Balboa, Jon Ander y Cejudo.

Otro de los diques que a Rozada y a los entrenadores de equipos 'grandes' en Segunda B les ha emborronado parte de la pizarra es la posibilidad de hacer cinco cambios. Sobre el papel, esa herramienta le da aire al equipo modesto a quien los últimos tramos de los partidos -por lógica- se les hacen largos ante el empuje obligado de los favoritos por la necesidad de ganar. El poder cambiar a medio equipo -cinco sustituciones- es otra de las salidas de guión de esta 'irreal' temporada. Lo que se instauró como consecuencia del regreso apresurado del fútbol en el mes de junio tras el confinamiento se ha quedado; aquella medida que se justificó por la falta de entrenamiento de los jugadores y los posibles riesgos de lesión es ya algo fijo. Y como el VAR, tiene adeptos que la apoyan y perjudicados que la critican.

Y qué decir de la ausencia de público en El Sardinero. Decir que el estadio gana partidos es siempre arriesgado y no del todo certero, pero es innegable que el Racing con los Campos de Sport tiene un elemento diferencial con respecto a sus rivales. La presión y el apoyo de una afición incondicional como la racinguista le aporta un plus con el que cada entrenador e, incluso, cualquier futbolista cuenta. Esta temporada nada de nada. Salvo por las dimensiones del terreno de juego, al Racing casi le da igual jugar en Santander que fuera y es un tributo muy alto. No poder contar con lo que supone e intimida El Sardinero a los rivales y a los árbitros en una categoría tan modesta como la Segunda B es algo que se le suma en el debe al club santanderino. Le resta poderío y le quita pegada.

Todos -futbolistas y técnicos- contaban con ello; en verano el estado de la pandemia hacía impensable que el público accediera al estadio, pero con la evolución y la esperanza que produjo que en la primera jornada con el Portugalete asistieran 3.000 espectadores en el club se hicieron ilusiones. Nada.

La última de las mochilas que le causa quebraderos de cabeza a Rozada es el formato de la competición y la posibilidad de que la clasificación con tanto parón se desvirtúe y hasta se adultere. Con veinte jornadas todo puede ser posible, mientras que con 38 las sorpresas están contadas.

El reducido formato de esta temporada, con once equipos en el grupo, hace que cualquier club que sume puntos pueda sumarse al grupo de los elegidos sin quererlo. Como quiera que tan solo hay tres plazas para el play off de ascenso, cualquier traspié se paga caro. Los más damnificados vuelven a ser los equipos grandes. Los pequeños, los modestos sólo tienen factores a ganar. Si además, los favoritos van acumulando partidos aplazados puede que la clasificación se desvirtúe y pueda propiciar que se jueguen partidos al final del campeonato ante rivales que por esas fechas ya no tengan objetivos que cumplir.

Todo lo que podría pasar ha pasado. Todo lo que al Racing podía afectarle, le afecta.

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