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Estos días se han puesto de moda en las redes sociales los memes que enumeran diferentes tipos de aficionado futbolero; en breve, seguro, alguien publicará ... la tipología de racinguistas, que no va a tener desperdicio, pero entre tanto uno iba pensando en qué categoría encajaría; ¿seré un 'comepipas' irredento? ¿Un 'fanático de la Albericia'? ¿Un 'abuelo cebolleta', obsesionado con los tiempos mejores? ¿Un 'ya lo decía yo'? El problema es que, con el Racing, uno va pasando por todas las categorías, a menudo incluso dentro del mismo partido. Porque claro, hasta que sonó el pitido inicial, era de los 'redentores', de los que dábamos la victoria por descontado y solo teníamos en mente recortar dos puntos al Levante.
A quien quiso preguntarme se lo dije: victoria segura del Racing, para arreglar el desaguisado de la semana pasada y lavar la imagen. Un argumento impecable, ¿verdad? Eso sí, como también soy 'aranista', pues ya tenía con qué andar rezongando, pero según avanzaba el partido me veía cada vez más 'rockanrolero'. ¿Mi teoría? Que la estrategia del Castellón era suicida: atacar frente a los mejores especialistas en el contragolpe. Total, que a los veinte minutos, resultó que José Alberto había acertado con la alineación y yo era un 'racinguista feliz'. Y ojo, que ahora estamos muy mal acostumbrados, pero durante décadas –o siglos, casi–, los racinguistas felices han sido como las meigas o los gamusinos, que te decían que existían, pero era todo cuestión de fe.
El problema, claro, es que los racinguistas felices son como estrellas fugaces: brillan con fuerza en el cielo… hasta que se desvanecen. Así que hay que aprovechar cuando puedes para convertirte en el racinguista 'soñador': y ahora ganamos en Huesca, y pinchan el Elche y el Levante y para mediados de mayo tenemos el ascenso matemático… En fin, ni una hora me duró la felicidad, porque cuando los nuestros por fin se lo estaban creyendo, los visitantes aprovecharon el despiste defensivo de rigor para convertirme en el racinguista 'del corazón en un puño'.
Ese corazón verdiblanco que tenemos tan delicado, y que tanto iba a sufrir durante la media hora que quedaba, porque el equipó se lanzó a por la victoria con tanto ímpetu que a punto estuvo la cosa de acabar en tragedia. Menos mal que estaba Ezkieta, claro, al que ya están tardando los Malditos en sacarle un lema al estilo de aquel «No pasa nada, tenemos a Arconada».
Total, que al final volví a ser el racinguista 'cabreado', de esos que ya ni cenan y se pasan la tarde echando pestes, que si ya ni media inglesa, ni huerto del francés ni fortín en el Sardinero. A lo que tengo miedo es a quedarme trabado en la fase en la que estoy entrando ahora, la del racinguista 'impaciente', ese que pregunta cada cinco minutos si falta mucho: ¿Queda mucho? Siete jornadas. ¿Siete? Para unos queda un mundo y para otros un suspiro, pero como te pille de bajona acabas pensando que no es que la recta final de la Liga se nos esté haciendo demasiado larga, es que ya nos estaban sobrando jornadas desde el parón navideño.
Pero bueno, ya lo dice José Alberto: todo está en la cabeza. Que suena un poco a pensamiento mágico, o a jarabe de lengua valdanista, pero qué le vamos a hacer. Más vale que seamos positivos, sobre todo porque nos va a dar lo mismo.
Así que a ver si mañana se me pasa, y en unas horas me transformo de nuevo en el racinguista 'matemático', ese que se pasa la semana echando números… aunque sean los de la cuenta de la lechera.
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