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Este verano el Racing volvió a pescar en Ibiza, que se ha convertido en caladero habitual para Mikel Martija. Si en las anteriores vacaciones se fue la isla a buscar a Ekain Zenitagoia y de paso se trajo a Iván Morante, en estas ha ... apostado fuerte por un chaval de 22 años. Tanto como que han puesto encima de la mesa medio millón de euros como muestra. Suleiman Cámara es en estos momentos uno de las gratas sorpresas de principio de temporada en el Racing. El Racing lo ha firmado cuatro años y en este arranque de campaña , en apenas un par de ratos en dos partidos, ya ha despertado la curiosidad de la grada. Por el momento, nadie se preocupa –al menos por ahora, ya saben cómo es el fútbol– por el desembolso.
Suli para los compañeros y cada vez más para el mundo del fútbol lleva dos meses en Cantabria y realmente solo conocía los Campos de Sport. Bueno, y a Canales y a Zigic y Munitis. «Los recuerdo. Era pequeño pero ya los veía en la televisión y disfrutaba con aquellos jugadores. Eran para mí como un espejo. Ellos y los que veía cada día», rememora con una honestidad que envuelve la conversación. Pese a su juventud le sigue sonando a histórico eso de Racing. «Desde luego. Además, uno cuando llega y ve las instalaciones, el campo y la gente se da cuenta de que esto es un club grande».
Cuando este verano Mikel Martija llamó a su agencia, Suleiman Cámara Sanneh (Sant Celoni, donde se estableció su familia, de origen gambiano, 7 de diciembre de 2001) se aprestó a pedir referencias a la colonia exverdiblanca en el Ibiza, que le dio buenas referencias del equipo y la ciudad. Tanto como para que unas semanas después se convirtiera en uno más en La Albericia. «Cuando me dijeron que me quería el Racing pregunté: '¿De verdad?'. Me costó un poco creerlo, porque además tenía contrato, pero desde que supe que había la opción le dije a mi representante que trabajara en ello». Y trabajó. Y lo hizo bien. Tanto que cerró un traspaso beneficioso para un club de Primera RFEF como el Ibiza y le puso a su futbolista un contrato de cuatro años –inhabitual en el fútbol actual– como trampolín.
La suya es la historia de un niño enganchado al fútbol. En la tele, en la calle, en el partido, en el barrio... «A mi padre le gustaba mucho el fútbol, tanto mi hermano como yo estábamos siempre jugando y la verdad es que nunca me planteé otra cosa». Balón y balón. Solo balón. No despertó su interés el baloncesto que tanto se jugaba en su colegio ni se lanzó a una piscina por probar o se puso el quimono en un tatami como suelen hacer los niños inquietos.
Comenzó a dar rienda suelta a esa afición que después iba a ser su trabajo en el Palautordera, junto a su pueblo. Catalán de Sant Celoni, de allí pasó al Granollers, que le obligaba –a él y a su familia a media hora de coche– hasta que todavía en edad infantil fichó por un histórico venido a menos como el Sabadell donde se formó como futbolista. «Allí aprendí mucho. En realidad en todos los sitios en los que he estado, pero allí jugué en edad juvenil y fue de donde pasé al Girona».
Allí el habilidoso extremo diestro por excelencia comenzó a destacar con sus casi 180 centímetros hasta llamar la atención tanto del Girona como del Barça. Vio más futuro o más posibilidades de progresar en Montilivi y así fue como terminó vistiendo en 2019 la camiseta del juvenil rojiblanco, desde el que ya unos meses después, recién recuperado el pulso deportivo tras la pandemia de covid, apuntaba al primer equipo.
Sin embargo, el ascenso a Primera de los catalanes cortó su progresión. Los gerundenses debían reforzar la plantilla para la máxima categoría y Suli tuvo que buscar otro camino: el Ibiza de Segunda, con el que debutó en Liga como profesional (ya lo había hecho en Copa con el Girona).
Entonces le ocurrió a la inversa. El fútbol parecía decidido a hacerle jugarretas y los baleares descendieron, de modo que se vio de pronto jugando en Primera RFEF. A las órdenes, por cierto, de Guillermo Fernández Romo, el entrenador que ascendió al Racing en Segunda y dejó su puesto a José Alberto López en diciembre de 2022.
El madrileño le puso sin pretenderlo esa etiqueta de revulsivo. Jugó 36 partidos, pero solo trece como titular, en los que marcó cuatro tantos. «No voy a mentir; me siento más cómodo con la idea de José Alberto. Romo no era tan ofensivo; intentaba más protegerse. Es libre de jugar como quiera, claro, como José Alberto», explica. Viéndole jugar un par de ratos a nadie le extraña. «En mi caso me siento más cómodo con este tipo de juego, es mejor para mí», recuerda al hablar de su última temporada en el Ibiza.
Su buen hacer en los segundos tiempos llamó la atención de Mikel Martija y un Racing que se refuerza a futuro. No se lo tuvo que pensar demasiado. Nada, en realidad, y ha caído con buen pie. «En comparación con el Ibiza, se nota la diferencia. Aunque tenga buenas instalaciones pese a ser un club pequeño, aquí es otra cosa. Además, la gente te ayuda en todo; ha sido una grata sorpresa».
Se lo han puesto sencillo tanto el club como su hinchada, máxime cuando ha gustado en los dos primeros partidos, e incluso la ciudad. «Está siendo fácil adaptarme a Santander. Es una ciudad pequeña, cómoda y con todo muy a mano –explica–. No la conozco aún mucho, pero lo voy haciendo con la ayuda de los compañeros, así que estoy contento». Tiempo tiene para hacerlo, porque se ha venido solo a Santander. El espacio que le dejan libre los entrenamientos los gasta en devorar fútbol por la tele y en estudiar idiomas. «El año pasado ya lo hice, me apunté a estudiar inglés que seguro que me vendrá bien». Tampoco le hace ascos a un «buen paseo, aquí hay sitios por donde da gusto pasear». Con cuatro años por delante de racinguista, si la progresión continúa tendrá tiempo para callejear por la ciudad: «Ya que estoy aquí voy a aprovechar a ver cosas nuevas».
Por lo demás, «nada del otro mundo». Porque su plan es crecer con el Racing, sin deslumbrarse por hipótesis de futuro. «Vestir esta camiseta ya es importante y solo pienso ahora en este equipo. Es muy pronto». Para él es un salto cualitativo y ha tenido buena acogida. Con 22 años tiene tanto por hacer en ese club del que recuerda muchas cosas. «Me acuerdo de la época de Canales, también de Stuani, y un compañero mío en el como Pape Diop, que jugó aquí muy joven (2009-2012)». Tenía once años cuando los verdiblancos descendieron a Segunda, pero lo suficiente para inscribir recuerdos en un niño que como tantos, se sabía todos los equipos.
A Santander se ha traído, además del equipaje, el sambenito de revulsivo que acepta porque ha ejercido esta función y porque por sus características se desenvuelve cómodo en las fases más abiertas del partido. «En Ibiza también me lo decían bastante –recuerda–. Por mi forma de jugar y ver el fútbol invoca a eso de revolucionar el partido, porque soy un jugador muy vertical que los partidos de ida y vuelta le favorecen.Sin embargo, me veo capacitado para eso y para jugar de inicio», explica. Faltaría más. A su edad no ha venido a jugar ratos. A José Alberto le encaja en la libreta y al público de El Sardinero, por el momento, le ha hecho ilusionarse.
Su fútbol es de esos que se forjan en calle, en los recreos y en las pachangas entre amigos. Quizás por eso y por su formar de jugar a Suli le gusta mucho Vinicius, «por su forma de jugar o Mbappé o cualquier extremo que le guste encarar, desbordar e ir al espacio». El racinguista se fija «en lo que hacen, cómo se perfilan y se atreven para romper y superar». Ante el Eibar se vio que no solo es una pose sino su tendencia habitual. Ser atrevido encaja en este Racing al que le va el rock and roll de ida y vuelta. El curso no ha hecho más que empezar, pero el alumno se ha puesto en primera fila para que el profesor le vea. Que ruede la pelota.
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