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Quique Setién es el nuevo entrenador del Barça. Era un secreto a voces desde unas cuantas horas antes, pero a las 23.16 horas el ... Fútbol Club Barcelona anunció el despido de Ernesto Valverde y tres minutos después, la contratación del cántabro. «El Fútbol Club Barcelona y Quique Setién han llegado a un acuerdo para su incorporación como entrenador del primer equipo de fútbol hasta el 30 de junio de 2022», anunciaba el club en un comunicado de prensa. Hoy a las 13.30 horas firmará su contrato en el Palco Presidente Suñol en un acto privado. Después, a las 14.00 horas, habrá una sesión fotográfica del nuevo entrenador en el terreno de juego del Camp Nou. Por último, a las 14.30 horas, presentación y posterior rueda de prensa en el Auditorio 1899.
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El de Santos Mártires era desde el principio uno de los preferidos por la Dirección Deportiva, que el pasado fin de semana ya se había puesto en contacto con él. Su problema, que la directiva prefería otros nombres más ligados al barcelonismo y con un perfil diferente, como se demostró con el posterior ofrecimiento del equipo a Ronald Koeman. Sin embargo, después de que esta segunda alternativa también fallara Eric Abidal y Ramón Planes apostaron definitivamente por el cántabro y el presidente aprobó la operación. El domingo el técnico era consciente de que tenía posibilidades, pero las rápidas negociaciones no comenzaron hasta ayer mismo.
El perfil de Quique Setién encaja perfectamente en la filosofía futbolística del Barcelona, con la que siempre ha manifestado sentirse completamente identificado. Nunca ha ocultado que le gustaría entrenar en el Camp Nou y su situación laboral era perfecta para sustituir a Valverde: Sin equipo desde que el verano pasado llegó a un acuerdo con el Betis, con el que tenía aún contrato hasta el 30 de junio de 2021.
Fue un final algo abrupto para una relación que hasta entonces había sido muy fructífera para ambas partes. De hecho, al final de su primera temporada en Heliópolis se barajó su nombre para sustituir a Julen Lopetegui como seleccionador nacional, pero entonces lo dejó claro antes de recibir siquiera la propuesta formal: tenía contrato con el Betis, al que clasificó para la Liga Europa, había hecho el equipo y no iba a dejar tirado al club. El propio presidente bético llamó ese día a Luis Rubiales para evitar cualquier movimiento.
Un año después, y después de que una crisis de resultados le enfrentara con un sector de la afición bética, el entrenador nunca renunció a su estilo de juego, y llegó a un acuerdo para no cumplir el año de contrato que le quedaba. Siempre fiel a su filosofía. La frase 'Casi seguro que tenéis razón en todo, pero si no os parece mal prefiero equivocarme a mi manera' encabeza su perfil en redes y es un buen reflejo de su carácter y quehacer profesional.
Desde entonces ha estado en Liencres, a donde en estos meses le han llegado varias propuestas que, siempre muy selectivo, ha descartado. Se le ofreció en primer lugar sustituir a David Gallego en el Espanyol, que le ofreció su banquillo antes que al después también sustituido Pablo Machín. Posteriormente rehusó una propuesta del Sporting de Portugal y durante este tiempo ha participado como invitado en un campus en Estados Unidos –poco después de dejar el Betis– e impartido un curso de fútbol en Arabia Saudí. Ha seguido muy de cerca la situación deportiva y extradeportiva del Racing –asistió incluso a la Junta General de Accionistas del pasado mes de noviembre– y viajado entre otros estadios al Anxo Carro de Lugo para ver al equipo al que entrenó durante seis años. También se ha desplazado en varias ocasiones para ver al Sant Andreu, en el que juega su hijo Laro, también exfutbolista del Racing.
El elegido de Bartomeu para sustituir a Valverde era Xavi Hernández, y la derrota ante el Atlético de Madrid en la Supercopa precipitó unos planes previstos en principio para final de temporada. Sin embargo, tras la negativa del excapitán azulgrana el club tuvo que buscar otras alternativas. Quique Setién era el favorito de la dirección deportiva, como sabía el propio cántabro, pero la directiva no estaba en la misma sintonía y por eso optó por Koeman. Sin embargo, una vez el presidente se topó con un segundo no decidió optar por un técnico que ya había mostrado su disposición a hacerse cargo del equipo.
Antes de que trascendiera la negociación con Xavi, lo que a la postre hizo irremediable la salida de Valverde pese a la negativa del catalán, distintos representantes del Barça ya habían sondeado a varios técnicos. Además del propio Xavi, también se dirigieron entonces a Ronald Koeman, Thierry Henry (hace ya unos meses) y ya entonces a Quique Setién, que en aquel momento había abandonado el Betis. El santanderino ha mantenido una absoluta discreción hasta que trascendieron las negociaciones con Xavi y se precipitaron los acontecimientos. Y en medio ha rechazado, además de las dos citadas, otra propuesta del fútbol europeo. Su paciencia ha encontrado así recompensa y el exentrenador del Racing está a punto de sentarse en el banquillo del Camp Nou.
«Le dije que habría dado un meñique por haber jugado con él», llegó a decir el cántabro en referencia al mítico Johan Cruyff, su ídolo. «¿Entrenar al Barça? Sí, al Sevilla no». Así de rotundo se mostró en una entrevista a la Ser tras ganar 0-2 con el Betis en el Santiago Bernabéu, en el final de la pasada Liga, y hacerse oficial que el club verdiblanco prescindía de sus servicios. Se dejaba querer ya entonces. Ha sido el último entrenador en ganar en elCamp Nou, y aquel 3-4 aún se recuerda en Can Barça.
Valverde dirigió ayer por la mañana la que fue su última sesión al frente del Barça, y posteriormente se reunió con Bartomeu durante más de una hora para que el presidente le comunicase su despido. El técnico vasco abandonó a las 14.00 horas la Ciudad Deportiva sin hacer declaraciones, mientras que Bartomeu se dirigió entonces al Camp Nou para la reunión con sus directivos y acordar el sustituto de Valverde. Durante la cumbre entre Bartomeu y Valverde también estuvieron presentes el director ejecutivo del Barcelona, Òscar Grau, y los responsables de la secretaría técnica, Eric Abidal y Ramón Planes. Una jornada muy larga que terminó cerca de medianoche.
El transcurrir del tiempo decidirá en qué lugar de la amplia memoria culé queda la figura de Ernesto Valverde, pero su paso por Can Barça deja un poso agridulce tirando a amargo. Porque por un lado, su estancia en el banquillo azulgrana deja dos Ligas, una Copa del Rey y una Supercopa de España más en la vitrinas. Pero por otro, muchos son los sonrojos que ha vivido el barcelonismo bajo su batuta. La pérdida de identidad en el juego y los bochornos en Liga de Campeones ante la Roma y el Liverpool han pesado en exceso.
Hay quien defiende, incluso en el seno de la directiva de Bartomeu, que la doble debacle del curso pasado ante el Liverpool (venía de dejarse remontar también ante la Roma un año antes) y el Valencia en Copa del Rey en la final de Sevilla tuvo que ser la gota definitiva en el vaso de Valverde. A la vista está que estos meses han sido de propina para el técnico vasco. Primero en Liga y clasificado para los octavos de la máxima competición continental, ha sido fulminado teniendo contrato en vigor, entre otras cosas, porque nada queda del juego culé en el equipo que salta sobre el verde en cada partido. Y eso duele mucho en el sentir diario del aficionado, acostumbrado como ha estado casi siempre a no renunciar al estilo incluso en las peores rachas. Quizás ese alejamiento del estilo ha sido lo que más ha ido mermando la confianza del entorno sobre la figura de Valverde, pese a que la Liga de Campeones y su irregular participación en la misma haya sido también clave.
Sea como fuere, pesen más los resultados o la pérdida de identidad, la derrota en la Supercopa fue el último clavo en su tumba. Han sido muchos los resultados negativos en lo que va de temporada, contando también la imagen mostrada ante el Real Madrid el mes pasado en el Camp Nou. Aseguran en la ciudad condal que ese Barcelona manoseado por el eterno rival hizo saltar todas las alarmas.
Valverde deja el Barça con más títulos que antes. Él ha crecido en todos los sentidos como entrenador tras sustituir a Luis Enrique en el banquillo culé, pero ambas partes se dicen adiós de forma abrupta. Quizás la relación no tuvo que durar tanto. Dos temporadas y media que arrojan un balance sobresaliente en la Liga (ha ganado las dos que ha disputado y hoy por hoy encabeza la clasificación), pero muy deficiente en la máxima competición continental. Se echa de menos levantar la 'orejona' y Valverde lo tuvo cerca, pero su equipo se dejó remontar dos veces con goleadas a favor en los partidos de ida. Roma y Liverpool son heridas que no dejan de supurar.
Tanto el primer año como el segundo se salvó por la connivencia de un vestuario que ha visto en él la figura perfecta con la que seguir dominando los tiempos. Valverde ha tenido más vida de la cuenta porque los pesos pesados del vestuario culé lo han defendido en los momentos más tensos durante estos dos años y medio. Ahora, con cuatro meses por delante de competición, los movimientos públicos del club en busca de un sustituto y el escaso apoyo de los futbolistas han terminado por acelerar la decisión.
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