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Las gradas rebosaban vida. Los aficionados iban y venían en grupos, con niños, en parejas... Camisetas y bufandas de color verde y blanco pintaban los asientos. Hasta el sol salió un rato para ver el debut liguero del Racing. Y el murmullo de los saludos ... con los compañeros de asiento, caras familiares que se repiten cada jornada y que son la prueba de que no hay mejor red social que un estadio. Todo estaba de vuelta. El Sardinero comenzó a llenarse poco y a poco y pronto apenas quedaban huecos libres en el estadio.
Unos minutos antes de que arrancase el partido, la Gradona desplegó un tifo, el primero de la temporada. Una imagen con las cifras 1913 y la bandera racinguista en el centro. Además, en la parte inferior se podía leer 'Real Racing club'. Inmediatamente, y con aviso por megafonía, Preferencia y Tribuna Este levantaron las cartulinas que el club había dejado en sus asientos. Se formó un mosaico. Toda la parte superior blanca y la inferior verde mientras el resto del estadio cantaba el himno racinguista con las bufandas en alto para terminar en un estruendoso aplauso. Ya con los jugadores el césped rugió El Sardinero con los cánticos de la Gradona, que quería inaugurar la temporada por todo lo alto. Igual que el equipo, porque los de José Alberto pasaron el examen con nota.
Con la caída de Arana tras un pase de Pablo Rodríguez los decibelios de estadio seguramente superaron la normativa permitida. Penalti. Andrés Martín preparó tranquilamente para lanzar y con la misma frialdad golpeó la pelota. Gol. El estallido fue ensordecedor. Bufandas en alto y botes para celebrarlo. ¡Y solo era el minuto 7 de partido.! La Gradona, a rebosar, le dio candela a sus nuevos altavoces. Y cuando Ramazani, con una galopada tremenda, se plantó delante de Ezkieta, el aire se heló por un segundo, pero el navarro, fiable, como siempre, estiró una pierna que devolvió el aliento contenido a la grada.
El Sardinero respiraba con vida propia, el rugido de la afición se elevaba como un cántico antiguo, un himno de esperanza para lo que comenzaba. Cada pase, cada carrera, cada balón disputado era una promesa, una declaración de intenciones en un duelo que era más que un simple partido: era una prueba de carácter, de resistencia, de la voluntad de prevalecer. Y esa tensión explotó con una entrada de ManuHernando que revisó el VAR. No era penalti. El Sardinero aplaudió la decisión. Y la Gradona volvió a la carga con una estirada de Ezkieta que salvó de nuevo el empate.
Pero lo que casi echa abajo el estadio fue el gol de Arana. Una cabalgada que le llevó a superar a Maximiano y lanzar el balón a puerta vacía. «¡Arana, Arana!», gritaba la grada mientras el canario levantaba la mano para celebrarlo. No tardó en resonar el himno de la pasada temporada. «¡Lo, lo, lo, lo, una ilusión nos persigue, la Primera División!».
Los pitidos y silbidos se clavaban afilados en los tímpanos con cada decisión arbitral no compartida por la grada. Y los aplausos y los «!Uy!» se sucedían con cada ocasión fallida del Racing, que no fueron pocas. El gol del Almería no dejó fría a la grada, que incluso aplaudió a Ezkieta. Pero con el segundo de Suárez, de penalti, se detuvo el tiempo. Empate. «Ahora más que nunca, Racing Santander»; chillaba la Gradona. Y parece que surtió efecto, porque el Racing, peleón, comenzó a rondar la meta andaluza y muchos se levantaron de sus asientos para cantar el gol de Karrikaburu que finalmente no fue por un paradón de Maximiano.
Al terminar el partido no faltó el saludo a la Gradona y el agradecimiento a todo el estadio por parte de los verdiblancos. No se sumaron los tres puntos y hubo que conformarse con uno, pero ayer, además del inicio de una nueva temporada, lo que vieron los aficionados sobre el césped fue el regreso de un equipo dispuesto a pelear por cada punto, por cada gol, por cada sueño.
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