El Racing es el mejor regalo

Desde bastante antes de la hora prevista -las 11.00- para que se abriesen las puertas de las Instalaciones Nando Yosu, ya había gente haciendo cola. Según se aproximaba el momento de abrir, se podía ver a los jugadores en el exterior del gimnasio, haciendo algún ejercicio o correteando. A las once se abrieron las puertas y entró una riada de gente que pobló las gradas y los aledaños del campo 1 en muy pocos minutos. Los grandes protagonistas los niños, que andan estos días de vacaciones. Además, el día era que ni hecho de encargo. Sol y una temperatura de lo más agradable. Pocos planes había mejores que darse un baño de racinguismo.

Los jugadores verdiblancos salieron al prao, que despertaba también comentarios entre los aficionados. Es otro de los que se ha cambiado y está simplemente perfecto. En la primera ocasión que pasaron los jugadores cerca de la grada, mientras hacían carrera continua, ovación cerrada que respondieron los futbolistas.

Y después, llegó el pequeño momento de cambio de planes. José Alberto se llevó a los suyos al campo anexo, para hacer un ejercicio de remate a puerta. Pero apenas fueron unos minutos. Después, todos regresaron al número 1 para jugar partidillos. Y posteriormente, para lanzar todos un penalti. «Ojalá que no lleguemos a los penaltis, que si no, no llegamos a la cabalgata», decía un aficionado. La hora del encuentro ante el Celta, las 15.30, hace echar ese cálculo, entre partido, prórroga y 'penales'... Parera, que apunta a titular ante los celestes, detuvo cuatro. Para no gafar la cosa, mejor no decir quiénes fallaron.

Y antes del último ejercicio, lanzamientos de faltas, una ovación hacia el público, de nuevo correspondida, fue la señal de salida para que algunos jugadores verdiblancos se acercaran a la zona de la grada y empezase así una ristra sin fin de selfis, firma de autógrafos y saludos. Cuando se terminó la sesión de entrenamiento, ya todos los jugadores del Racing pasaron a estar a disposición de los aficionados durante más de una hora. Íñigo Vicente, Maguette, Manu Hernando, Michelin... Todos con la mejor disposición y la mejor de sus sonrisas. Apartado, como si fuese un objeto de coleccionista, Jokin Ezkieta. «1.93», le decía a un aficionado que le preguntaba sobre su altura mientras el navarro atendía todas y cada una de las peticiones con una paciencia y cariño infinitos. El racinguismo se fue de lo más contento por estar un rato al lado de sus ídolos y los jugadores, convencidos de que con esa afición, no hay obstáculos que no puedan superarse.