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Iván Crespo llega a La Albericia tras el confinamiento para la realización de las pruebas de detección de covid. Celedonio
El Racing en el año de la pandemia

El Racing en el año de la pandemia

Convivir con el virus ·

Este viernes se cumplen 365 días de la suspensión del partido frente al Lugo a causa de la expansión del covid, que ha sido un condicionante a todos los niveles en el día a día de un club en plena crisis deportiva

Sergio Herrero

Santander

Viernes, 12 de marzo 2021, 07:05

Los años siempre son largos en los Campos de Sport, porque los acontecimientos caen como losas. Hace una década el Racing estaba en Primera División y en lugar de dos lustros parece que ha pasado un siglo. Pero para extenso y tedioso el tiempo sucedido entre el 12 de marzo de 2020 y este viernes: un año de pandemia de covid alrededor del club verdiblanco.

El capitán racinguista, Iván Crespo, ha vivido todo el proceso. «Ha sido un año difícil. Además, tuvimos que jugar sin nuestra gente y sin la afición no es lo mismo. Durante el confinamiento, adaptamos nuestros entrenamientos y fue duro no poder convivir con los compañeros. Pero entendimos que la salud debe ser lo primero. Aunque ahora parece que se ve la luz, esta campaña también es atípica, por el formato y los parones, que nos pasaron factura. Ahora, afortunadamente ha regresado el público a los Campos de Sport y eso se nota mucho. A domicilio hemos acusado que nuestra gente no pueda acompañarnos. No poder reunirse; tener que cambiarnos en cuatro vestuarios; viajar en dos autobuses... Eso también condiciona la relación que los jugadores teníamos, tanto dentro como fuera de los entrenamientos», resume el de Viveda los 365 intensos días.

Un año complicado individualmente para todos y también para el Racing como club. «La mayor dificultad se ha producido en el aspecto social, porque ha impedido la cercanía que el Racing, con su gran arraigo y repercusión en Cantabria, tiene con sus aficionados. A eso hay que sumar el impacto negativo a nivel económico», reconoce el director general verdiblanco, Víctor Alonso, quien quiere «agradecer la comprensión y el apoyo de los patrocinadores, y especialmente de los empleados. Nos vimos obligados, por responsabilidad, a ejecutar un ERTE durante los meses de confinamiento que fue entendido por ellos. Su compromiso con el club es muy elevado y pusieron su granito de arena asumiendo esta pérdida».

Ese día 12 de hace un año se confirmó una noticia que se venía ya barruntando, aunque el presidente de LaLiga, Javier Tebas, se negó a llevarlo a cabo mientras pudo, porque su mundo, el del fútbol negocio, vive ajeno al resto de la sociedad. A regañadientes y probablemente conocedor del Estado de Alarma que iba a llegar dos días después, suspendió cautelarmente las jornadas 32 y 33 de Segunda División. El Racing debía jugar 24 horas después con el Lugo, en los Campos de Sport. Ante un rival directo y esperanzado por el empate frente al Zaragoza y el triunfo en Soria. El descenso seguía acechando, pero a cualquier cosa se agarra un racinguista.

En imágenes

Reuniones

Durante el confinamiento, la plantilla realizó las sesiones a través de la plataforma Zoom.

Confinamiento

Los futbolistas se ejercitaron, como pudieron, en sus casas durante el encierro domiciliario

De vuelta

.José Luis Oltra dirige un entrenamiento en La Albericia con mascarilla y guantes.

Proyecto

La presentación de la nueva comisión deportiva estuvo protagonizada por las mascarillas.

Caras nuevas

Javi Rozada charla con Manuel Ruiz Cueli durante una sesión en La Albericia.

Aforo limitado

La presente Liga comenzó, frente al Portugalete, con público.

Positivo

El contagio de Jon Ander obligó al confinamiento de la plantilla.

Otro cierre

La segunda ola de la pandemia volvió a cerrar el estadio para el público.

Protocolo

La entrada del público es muy diferente en esta nueva normalidad del fútbol.

Derbi

El duelo regional ante el Laredo estuvo descafeinado por la falta de ambiente.

Cribado masivo

Los Campos de Sport fueron el lugar elegido para la realización de miles de test PCR.

Ya dos días antes, el 10 de marzo, se vivió una mañana de incertidumbre en La Albericia. «Da igual a puerta cerrada que con 25.000. No quiero una puta excusa. Hay que ganar igual», espetaba José Luis Oltra a sus futbolistas antes incluso de que LaLiga tomase la medida intermedia de que sus partidos se disputasen a puerta cerrada. Viendo lo que se venía, el presidente verdiblanco, Alfredo Pérez, compareció ante los medios. «Aunque no sea culpa nuestra, pedimos disculpas», dijo el mandatario verdiblanco, «pero la seguridad general y la de nuestros aficionados está por encima del deporte».

Y ya habló de una hipotética «suspensión» como mejor medida que el cierre de los estadios. «Dos jornadas no habría ningún problema en jugarlas a puerta cerrada, pero si esto se alarga, habría que tomar otras medidas, porque se pierde el encanto del fútbol», agregó. A día de hoy, las dos categorías profesionales, para beneplácito de Tebas, se siguen disputando sin público en las gradas.

Confinamiento

Pese al finalmente anunciado parón liguero, la intención del Racing era blindar las Instalaciones Nando Yosu y seguir entrenando. «Nos hubiera gustado jugar, pero la salud está por encima de todo», afirmó Oltra. El Racing vivía esos primeros –y ahora lejanos– pasos de la pandemia día a día. La plantilla se iba a ejercitar ese sábado, 14 de marzo, pero la bola de los sucesos arrasó con todo y, con la inminente declaración del estado de alarma, los futbolistas, como el resto de los españoles, quedaron confinados. Algunos de los jugadores verdiblancos pudieron trasladarse a sus lugares de origen. Otros de fuera de Cantabria, como el entrenador, tuvieron que quedarse recluidos en Santander.

Se comenzaron a barajar cuatro escenarios distintos. Acabar la competición cuando la situación sanitaria lo permitiese; la suspensión tal y como estaban las Ligas en esas fechas; finalizar con los resultados de la primera vuelta o dejar los títulos, ascensos y descensos desiertos.

El cuerpo técnico racinguista mandó deberes a sus futbolistas en una situación que inicialmente iba para dos semanas, pero cada jornada se veía cada vez más lejos el final. Así que el trabajo era a ciegas y casi paliativo. Para perder lo menos posible la forma física. Porque no era lo mismo para un Iñaki Olaortua, con un gran terreno en su casa, que para Manu Hernando en su pequeña habitación en un piso de Palencia. La plataforma de videollamadas Zoom hizo las veces de gimnasio y punto de encuentro para todos.

La situación, inesperada también para el mundo del fútbol, abrió otro complicado frente a afrontar por el Racing. La extensión de los contratos más allá del 30 de junio. De los futbolistas en propiedad y la gran cantidad de cedidos que tenía el club . En total, 17. Porque ya empezaba a asumirse que la competición no iba a finalizar en las fechas previstas.

El aspecto económico era otro de los campos de batalla para los gestores racinguistas. En principio, los propietarios del Racing, Alfredo Pérez y Pedro Ortiz, descartaron mandar a los empleados a un Expediente de Regulación Temporal de Empleo. Posteriormente, la realidad hizo recapacitar al presidente y vicepresidente verdiblancos, que se acogieron a la medida a principios de abril.

El 23 de marzo, Tebas se bajó momentáneamente del burro y acordó, junto a la Federación Española de Fútbol la paralización 'sine die' de la competición. Quizá el 15 de mayo se pudiese reanudar. O no. Así pues, los futbolistas verdiblancos iniciaban su segunda semana de trabajo en casa y la cosa iba a ir para largo. A finales de marzo, LaLiga ya retrasó el mejor de los escenarios a primeros de junio.

Mientras tanto, con el director deportivo, Chuti Molina, castigado en una esquina hasta que se agotase su contrato, el Racing empezaba a pensar en el futuro y blindó a la gran joya de la cantera, Pablo Torre. Cinco temporadas. Y, aunque no tiene que ver mucho con la pandemia, al expresidente Francisco Pernía le recetaban confinamiento: cuatro años de prisión.

El equipo cántabro fue noticia a nivel nacional y fue por coherencia. El 23 de abril, la plantilla y el cuerpo técnico verdiblancos emitieron un comunicado en el que se mostraban contrarios a la realización de test de detección de covid cuando ni siquiera había suficientes para sanitarios. Tebas, en su línea, se lo tomó como una afrenta y acusó a los racinguistas de no querer jugar –en ningún párrafo del escrito se hablaba de eso– para salvarse del descenso. No sirvió de mucho, pero al menos fue una muestra de dignidad que la afición respaldó. El resto de clubes, salvo algún futbolista a modo individual, en silencio. La situación seguía sin estar clara y Tebas amenazó al Racing. Habría descensos, se jugase o no. Por lo que en el club verdiblanco barajaron la opción de acudir a la vía judicial si perdían la categoría sin jugar.

Vuelta al trabajo

La vuelta del fútbol se acercaba con los primeros días de mayo. El martes 5 se procedió a desinfectar unas Instalaciones Nando Yosu que llevaban casi dos meses vacías. Ydos jornadas después, los futbolistas regresaron para someterse a los test. El regreso de los entrenamientos era inminente. El lunes 11 y bajo unos estrictos protocolos de distancia e higiene, Oltra reiniciaba el trabajo, de forma paulatina, para no poner en riesgo el físico de sus jugadores. Todo ello en un recinto convertido en un búnker, vetado incluso para la prensa –el sueño de Tebas–.

A finales de mayo se puso por fin fecha al retorno de la competición. Sería la segunda semana de junio. Tres semanas por delante tenía el Racing para preparar una contrarreloj por la permanencia de once partidos. No había nada que perder. Y con la vuelta a cierta actividad, el club fue recuperando del ERTE a gran parte de sus empleados.

La competición volvía, pero lo iba a hacer sin público. Así que al club le tocó buscar maneras para compensar los seis partidos como local que se iba a perder la afición racinguista. Esas devoluciones, monetarias o en especie, le supusieron a la entidad verdiblanca dejar de ingresar unos 645.000 euros. Sin contar las pérdidas en taquilla que aún hoy continúan.

Iniciado junio, la plantilla ya entrenaba por grupos en los días previos al retorno de una competición que iba a implementar cambios importantes, como las convocatorias de 22 futbolistas, los cinco cambios o los parones de hidratación. El sábado 13 de junio llegó el momento. En unos Campos de Sport huérfanos, abiertos apenas para prensa, directivos, empleados esenciales y los protagonistas. El Racing dilapidó la ilusión en noventa minutos. Cayó ante el Lugo y se puso una losa enorme en su lucha por la permanencia.

Las cuentas son cuentas, con mascarilla o sin ella. Y al Racing, por mucho que lo intentase, le salían con dificultad. Lo deportivo daría para otro reportaje y el desenlace es por todos conocido. El penar racinguista en su breve temporada en la élite fue agotándose entre estadios vacíos y vuelos chárter. Hasta la última jornada, en la que hubo movida. El Fuenlabrada, con varios positivos de covid en su plantilla, viajó a La Coruña. El Deportivo se jugaba la permanencia, pero el partido se suspendió. Adiós al horario unificado. Tras esa incompleta fecha definitiva, los gallegos no tenían nada que hacer en el aplazado. Eran club de Segunda División B. Pero ahí empezó una batalla que pudo acabar de cualquier manera. Se pidió repetir la última jornada; Deportivo y Numancia –aprovechando que el Duero pasa por Soria– solicitaron una Liga de 24 equipos. Y Extremadura y Racing, con toda la razón del mundo, dijeron que aquí, o juegan todos o se pincha el balón. Finalmente, Tebas volvió a ganar la batalla y la Segunda División se quedó como estaba, con los descensos cubiertos por los ascendidos del escalón inferior.

El Racing pasó del Chutismo a un nuevo proyecto con José Mari Amorrortu al frente. El equipo comenzó a entrenar a las órdenes de Javi Rozada. Caras nuevas. Unos cuantos canteranos. Todo para afrontar una nueva Segunda División B, previa a la reestructuración del fútbol nacional. Una jungla y dos meses largos de pretemporada. La evolución positiva de la pandemia en verano y el hecho de salir del cortijo de Tebas permitió que, en tres amistosos en los Campos de Sport, frente a Bilbao Athletic, Alavés B y Amorebieta, un máximo de 1.000 aficionados presenciasen los choques. Porque, pese a la incertidumbre, unos 8.000 seguidores racinguistas sacaron su carné. Todo ello entre mascarillas, distancias de seguridad y litros de gel hidroalcohólico.

Incluso pudieron entrar al estreno liguero frente al Portugalete, allá por el 18 de octubre. Con un aforo máximo de 4.444 espectadores que ni siquiera se cubrió. Pero los excesos del verano volvieron a cerrar las gradas de los estadios y el Racing tuvo que caminar solo de ahí en adelante.

Los parones

Los test de antígenos previos a cada jornada trajeron nuevas circunstancias. Y en la jornada 4, el equipo cántabro vio su primer aplazamiento por un positivo de covid en el Leioa. Precisamente, tras la disputa del choque pendiente en Sarriena, el virus entró en el vestuario racinguista. Jon Ander dio positivo y la plantilla fue confinada durante diez días en sus casas. Vuelta a los entrenamientos por Zoom. Y los choques frente a Real Sociedad B y Real Unión, también aplazados. A partir de ahí, el equipo comenzó a viajar en dos autobuses, para minimizar riesgos.

Aún no se habían notado las consecuencias de las fechas navideñas en la evolución de la pandemia cuando el público, ya acostumbrado a ver a su equipo desde el sofá, regresó momentáneamente al estadio. O al menos tuvo oportunidad de hacerlo, porque el 20 por ciento del aforo permitido tampoco se llenó. Ni ante el Amorebieta ni frente al Real Unión. La dinámica del equipo, ya con Aritz Solabarrieta en el banquillo, tampoco invitaba a pasar frío y correr riesgos.

Los rigores al alza del virus clausuraron una vez más el estadio. Unos Campos de Sport que han servido incluso para la realización masiva de pruebas PCR a la población. Hasta que, coincidiendo con el derbi frente al Laredo, se abrieron de nuevo las puertas para un número limitado de espectadores. Esos 4.444 que también pudo acoger ante la Real Sociedad B –pese a que Sanidad prometió al club un 10 por ciento más de aforo– y que en ninguno de los dos casos se coparon, aunque poco a poco la afición verdiblanca, como la sociedad, comienza a ver algo de luz allá al fondo. Ha pasado un año y queda aún un último esfuerzo. De lo deportivo ya hablaremos otro día...

El partido frente al Lugo se disputó el 13 de junio, ya sin público en los Campos de Sport. Roberto Ruiz

El terremoto que paralizó la actividad de todos los deportes

El fútbol de élite y la suspensión de sus campeonatos se llevaban los grandes focos en esos días de marzo de 2020. Pero otros deportes corrían también la misma suerte. En Cantabria, un buen número de equipos, desde el fútbol regional a otras disciplinas deportivas, veía trastocada su actividad, por entonces con la esperanza de que fuera todo momentáneo. Así, todo el balonmano español, desde la Asobal en la que juega el Liberbank Cantabria Sinfín hasta las competiciones de base, se paraba. En principio, para «las dos próximas jornadas». Los equipos de baloncesto de la región se enfrentaban a un primer fin de semana en blanco, después de que en la tarde del día 11 de marzo se suspendiesen las competiciones de carácter nacional tanto masculinas como femeninas. En Atletismo, apenas a cuatro días de su celebración, los 10 Kilómetros de Laredo, una de las pruebas de referencia en este deporte en Cantabria, tenía que suspender su edición. Otro deporte en el que Cantabria tiene equipos en la élite, el hockey sobre hierba, se quedó sin saltar al 'prao'. La Cántabra aplazaba toda su actividad.

Un caso aparte se produjo en un deporte, el rugby, en el que por entonces Cantabria tenía a dos representantes en la máxima categoría, Independiente y Bathco. Ese fin de semana no tenían competición, por lo que en teoría la medida de aplazamientos no les afectaba. Pero ante el cariz que tomaban los acontecimientos, los clubes de la División de Honor –agrupados en su asociación– decidieron terminar la temporada pocos días después del terremoto que causaba el covid, el día 20 de marzo. La Federación les acusó de actuar de forma unilateral y siguió bosquejando un calendario de competición que incluso se adentraba en el verano. Al final, no hubo más remedio que dar carpetazo a la temporada, decretando como campeón al Quesos y sin que hubieses ascensos y descensos.

Entre los clubes de la región, uno de los que más rápido intuyó lo que se avecinaba fue el Textil Santanderina de voleibol. Los cabezonenses, octavos en la Superliga cuando todo se paró, apenas dudaron un segundo y el día 13 de marzo daban por finalizado el curso resolviendo los contratos con jugadores y cuerpo técnico.

Al igual que en el fútbol, la actividad a los demás deportes regresó para esta campaña 2020-2021. Pero con condicionantes que han puesto en jaque muchas economías siempre precarias. Los partidos a puerta cerrada, hasta estas últimas jornadas, la merma de socios y la desaparición de muchos pequeños patrocinadores han obligado a los clubes a sobrevivir como se pueda en este año del covid, con la esperanza de que la próxima temporada arroje más luz y el coronavirus sea ya un triste recuerdo.

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