Secciones
Servicios
Destacamos
Que en un club de fútbol profesional el entrenador tenga contrato por tres temporadas más, su director deportivo otras dos y de los tres jugadores más importantes, dos estén ligados otros tres cursos más y el último, que además es el futbolista franquicia, esté atado ... otras cinco campañas habla por sí solo. El caso al que se refiere esta radiografía es el Racing. Inédito no es, pero en el mundo del fútbol puede ser, sin ningún género de dudas, algo completamente inusual y sobre todo atrevido. Eso sí, en este caso, totalmente consecuente con lo que se anunció por los que 'mandan' cuando tomaron las riendas, algo que tampoco es nada habitual en el caprichoso gremio en el que operan.
El Racing de ahora, el que va líder en solitario cuando ya se ha cruzado el ecuador de la Liga, piensa en mañana y en pasado mañana. Y lo hace de verdad. Sus hechos se corresponden con lo que anunció. La última renovación, la segunda en apenas un año, de su entrenador, José Alberto, es la última maniobra de la propiedad que certifica que el proyecto es estable y tiene una base sólida.
Noticia relacionada
Leila Bensghaiyar
El técnico del primer equipo renovó dos temporadas más, que sin empezar ni tan siquiera la última de ellas ha prolongado otras dos más hasta 2028. De cumplirse –bien es cierto que el fútbol está plagado de ejemplos incomprensibles– José Alberto permanecería casi seis temporadas al frente del equipo. No hay que olvidar que el puesto de entrenador es el más volátil de este sector, pero que las intenciones se corresponden con lo planteado de inicio no hay duda.
La del técnico ha sido la última de las operaciones en anunciarse. La suya ha sido la segunda modificación de su contrato ya que llegó en diciembre de 2022 con un acuerdo de temporada y media. Cuando quedaban seis meses para que finalizara se le amplió dos campañas, hasta 2026. La buena marcha del equipo en lo deportivo –con un décimo y un séptimo puesto– han pesado para que el club apueste por el asturiano, pero mucho más el rol de gestor de grupos y unificador, además de su talante y su experiencia en clubes profesionales donde la cantera debe ser un elemento imprescindible. Su carisma y su apego en lo social han apoyado su gestión deportiva, la única que le da y le quita a un entrenador.
Es evidente que la buena marcha del equipo en lo deportivo ha potenciado un momento en lo social que supera todas las expectativas. Cuando estas dos parcelas funcionan todo es mucho más fácil y eclipsa cualquier mancha. Sin embargo, esta coyuntura coincide –probablemente sea una consecuencia– con el instante de mayor estabilidad institucional de las últimas dos décadas, de ahí que los proyectos prometidos tienen una razón de ser. Así las cosas, la política a largo plazo que Manolo Higuera y Sebastián Ceria, propietarios y máximos accionistas del Racing, anunciaron cuando recogieron el testigo del Grupo Pitma, a golpe de talonario, se está cumpliendo. Antes que la renovación de José Alberto se anunciaron la de los tres futbolistas más importantes de la plantilla, además del capitán, que lo es por partida doble, por lo que supone.
Con Andrés Martín y Juan Carlos Arana se utilizó la misma fórmula, aunque con matices. Los dos fueron pilares en el despegue del equipo la pasada campaña y los dos no pertenecían al club, por lo que había que pagar por ellos. Se hizo. Por uno alrededor de dos millones y, por otro, un millón y medio. Andrés Martín pertenecía al Rayo Vallecano, tenía contrato de Primera y se apostó por traerlo de vuelta para darle continuidad y se le firmó tres temporadas. No fue sencillo, pero el club reinvirtió las ganancias del traspaso cobrado por Peque al Sevilla –cerca de cinco millones– en atar al sevillano y, posteriormente, en hacer lo propio con Juan Carlos Arana. En el caso del canario, pichichi racinguista el curso anterior, regresó al Eibar, con quien tenía contrato el pasado verano, pero el Racing ejerció su opción de compra estimada en un millón y medio de euros, para con ello atar a los dos atacantes. A Juan Carlos Arana se le puso delante una propuesta inicial de dos temporadas, hasta 2027. Su buen hacer en este arranque de campaña propició que se reunieran las partes nuevamente y el mes pasado se le ampliara un año más la relación. Con ello, los dos goleadores del pasado curso estaban más que atados.
Andrés Martín es un ejemplo palmario de que el club quería darle estabilidad y continuidad a lo que estaba pasando.El sevillano, cedido por el Rayo Vallecano, cumplió con su rendimiento, pese a las lesiones, dando muestras de su calidad. El futbolista dejó claro que quería quedarse y el Racing se metió en una negociación que sabía que no sería barata. El resultado fue que el jugador renunció al contrato de Primera que le unía con el conjunto madrileño y firmó otro estable y duradero de cuatro temporadas. La operación no fue barata, ni mucho menos, y obligó a reinvertir los ingresos recibidos por la venta de jugadores en la llegada de otros. El club no puso reparos a la dirección deportiva y el cuerpo técnico.
Con Juan Carlos Arana también se ha cumplido el intento de dar estabilidad y confianza a los jugadores y, en su caso, por partida doble. El canario rindió el curso pasado en la cesión que el Racing arregló con el Eibar, por eso se presentó dispuesto a pagar la cláusula de 1,5 millones de euros pactada como opción de compra. Qué mejor demostración de confianza que el pago, después de años en los que el Racing no se había rascado el bolsillo tanto. Lo hizo, y por si fuera poco, hace un mes se amplió la relación pasando de 2027 a 2028. Se trata, de nuevo, de otro caso de darle estabilidad a un futbolista joven y que también se encontraba en el mercado por ser muy apetecible a nivel deportivo.
Poco antes se había lesionado de gravedad en su rodilla el capitán, ÍñigoSainz-Maza, y sin esperar más, el club anunció su renovación dos cursos más para pasar de 2026 a 2028. Con la operación del mediocentro de Ampuero los mandatarios apoyaron su tesis por partida doble, en el plano deportivo y en el de club, dado lo que significa por su pasado de canterano. Con todo ello, el club añadió a estas cuatro figuras la prolongación de los acuerdos con el director deportivo y el jugador franquicia. La del primero, Mikel Martija, fue antes (marzo de 2024) y con ella, primero se puso fin a un culebrón que tenía pendiente al racinguismo, y en segundo lugar, se dio la estabilidad en una figura tan comprometida en el mundo del fútbol en general, y en el Racing, en particular. Después de su llegada en 2022, las cosas habían salido bien, mejor de lo esperado, y su presencia se veía como necesaria. Sin embargo su situación personal hizo temer por una salida. Se le convenció con una temporada más de contrato, hasta 2026 –tenía firmado hasta 2025– algo que le podría llevar a cumplir cuatro cursos al frente de la parcela deportiva de un club profesional. Con su firma todo empezó a encajar en el esquema del proyecto anunciado. Es evidente que sin que la pelotita entrase, todo lo demás hubiera servido de poco.
Hace un mes el club disipó todas las dudas que se cernían sobre la figura de uno de los futbolistas de Segunda División más pretendidos:hasta 2030. Renovación larga, primero hasta 2027 y luego una ampliación de tres temporadas más. El Racing ha hecho una apuesta decidida de posar su proyecto en un futbolista diferente y a su vez, Íñigo Vicente ha demostrado su confianza en el club. Obviamente en el fútbol profesional todo se basa en los intereses –no existe la ingenuidad–, pero la renuncia de ofertas mejores que la del Racing, sobre todo antes de convertirse en un jugador tan apetecible, responden a un intento de dar credibilidad a lo que ocurre. Ambas partes creen en lo que se está haciendo.
Con la ampliación de su contrato a Íñigo Sainz-Maza el club utiliza dos argumentos. El primero, el rendimiento deportivo, vital y prioritario en el fútbol profesional.El de Ampuero fue indiscutible el curso anterior con el actual cuerpo técnico, pese a que en este no lo estuviera siendo del todo. Y en apoyo a esa propuesta su condición de producto de la cantera y consolidación en el primer equipo. El mediocentro, a la par que capitán, representa, precisamente, la indisoluble relación que existe entre un proyecto viable y la necesidad de que la cantera sea la base de la pirámide deportiva. El hacerlo justo cuando sufrió una lesión de gravedad no deja de ser un gesto, que también tiene valor.
La última de las operaciones es la que apuntala todo lo mencionado. Íñigo Vicente es pretendido por varios equipos, se hacen públicas ofertas millonarias por él y sin embargo, el vasco decide primero renovar por el Racing de manera larga, de 2024 a 2027 y, por si fuera poco, extenderlo de 2027 a 2030. Lo del de Derio es una apuesta más que clara. Es innegable que todo puede salir mal y que si el fútbol no acompaña al equipo las apuestas firmes y convencidas habrán resultado inútiles, pero no se puede negar que el club ha cumplido con lo que dijo.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.