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Encantado. Andrés Martín posadelante de El Sardinero, su nueva casa. ROBERTO RUIZ
Andrés Martín | Futbolista del Racing

«Este Racing da para lo que nosotros queramos»

El sevillano, la sorpresa de la temporada, no le pone freno «a este Racing con hambre» y admite que las cosas le están saliendo «mejor imposible»

Marcos Menocal

Santander

Jueves, 12 de octubre 2023, 02:00

'¡Andrés, deja de jugar en el patio, que me rompes las baldosas!'. Los gritos de la tía de Andrés Martín (Aguadulce, 1999) se escuchaban cada tarde al salir del 'cole'. «Le volvía loca con la pelota», recuerda el sevillano. Su infancia se retrata en la placita de Aguadulce, donde las porterías eran dos bancos y «siempre estábamos jugando al balón; hacíamos parejas y hasta que salía mi madre o la de los demás y nos llamaban por la ventana». Andrés Martín siente el fútbol «como en aquella época, donde intentabas cosas, veías lo que hacían los de la tele y luego querías ver si te salía en la calle». Se nota. Su forma de definir ante el Sporting de Gijón en un rechace que caza en el área o su gol ante el Amorebieta, con un toque de pícaro para sortear al portero lo dice todo. Precisamente esos detalles son los que le han convertido en el futbolista sorpresa de este Racing.

Llegó a Santander con la vitola de delantero, pero el sevillano lo matiza: «Eso es algo que decían los periodistas, porque yo siempre he jugado en la derecha, aunque siempre metiéndome mucho por dentro». Y tanto. Se siente cómodo cerca de portería y este año «el míster me deja acercarme más, le gusta que juege por dentro» y eso le está permitiendo descubrir su faceta goleadora. «Yo tengo gol; los rebotes, los rechaces... Siempre me aprovecho de esas cosas», explica con ese aire de seguridad que dan sus últimos números. «Aquí llevo tres y estoy convencido de que si esto sigue así, todos sumaremos».

A Andrés Martín no le asustan los retos. Para él, bajarse de Primera División, donde estaba con el Rayo Vallecano, a Segunda, para jugar en el Racing «no es ni mucho menos un paso atrás, más bien un paso al lado». El extremo lo explica de un modo que sentencia: «Era Primera, sí, pero no estaba jugando y yo quiero disfrutar del fútbol que es lo que me enamoró de pequeño». No hay mucho más que añadir. Sonó su teléfono y al otro lado estaba el Racing y «le dije que sí, porque para mí este club es histórico y sabía que aquí se podían hacer cosas bonitas y de momento... Mejor imposible».

El sevillano señala a José Alberto como el interruptor de todo. «Hablé mucho con él y me convenció porque tenía la cosas muy claras», recuerda. El asturiano sabía que a sus 23 años «iba a encajar perfectamente en un vestuario joven y con mucha hambre». Bingo. Ese modo tan especial de ocupar la banda sembrando peligro cuando recibe el balón «es algo que me pide el entrenador y yo así me siento cómodo».

El día que salió de la placita del pueblo compró un bono descuento para volar sin rumbo, «donde me llevara el fútbol». Cuando era infantil y cadete jugaba en la escuela sevillana de 'Peloteros', de donde salieron otros virtuosos de la sierra de Sevilla como Antonio Luna o Ansu Fati. Se subió en el coche de sus padres y para Córdoba. «Me fui a jugar allí en juveniles; eran veinte minutos de ida y otros de vuelta todos los días. Le agradezco a mis padres aquellos sacrificios». Pero en la ciudad califal sembró. Allí soñaba a escote con sus quince compañeros de residencia. «Aún mi madre se lleva muy bien con el matrimonio que nos cuidaba», indica. Y se alegran de que a aquel joven inquieto le saliesen bien las cosas. Por aquel entonces, después de entrenar y de «estudiar lo que tenía que estudiar» se tragaba los partidos que hicieran falta por la tele. «Eran los tiempos de Munitis, de Zigic... de grandes jugadores que yo veía en el Racing, un histórico».

Pero recuerda de manera especial aquel «partido que jugó en el Sánchez Pizjuán contra el Sevilla el Racing; creo que marcó dos o hizo 'hat trick' Canales. Me encantó lo que hacía». A él y a medio mundo. No tardaron ni dos semanas en desfilar por El Sardinero emisarios de los mejores clubes de Europa. A Andrés Martín le gustaba como jugaba aquel rubio que no tenía edad para conducir y que parecía que estaba en el patio de su tía. «Es que yo creo que ahora las cosas han cambiado; antes intentabas un caño en el centro del campo, este regate o el otro. Tenías imaginación. Ahora a los chicos les dicen hay que hacer esto y esto. Parecen robots», lamenta, aunque después de seis temporadas en el fútbol profesional reconoce que «es evidente que lo que priman son los resultados y que si no ganas los que están el campo te pitan y no hay nada que hacer, pero...». Suspira y se muerde el labio resignado, porque sabe que el fútbol no perdona. Es de consumo inmediato.

Cedido al Tenerife...

De Córdoba al Rayo Vallecano, cedido al Tenerife... Y ahora en Santander donde sus palabras son de lo más convincentes. «Este equipo da para lo que nosotros queramos». Toma esa. «Todo está en la cabeza; si nosotros queremos no hay rival. Al 200% somos un equipo que es muy difícil hacerle gol, pero en casa y fuera». Sonríe porque sabe que va a tener que esforzarse por defender esto último: «Ya sé que la dinámica fuera de casa no es buena, nos está costando, pero en cuanto cambiemos los resultados el equipo aún va a coger mucha más confianza».

Eso espera el racinguismo para el que Andrés Martín solo puede tener palabras de admiración «porque sabía que el público aquí era así, pero con 19.000 personas como el otro día todo es más fácil». Eleva la voz y recuerda que «en Tenerife, entre semana, también había gente nuestra».

A sus 23 años ya ha recorrido vestuarios con mucha experiencia, con jugadores de ida y de vuelta y del que hay en el Racing destaca «que todos tienen muchas ganas de demostrar. Da igual haber jugado en Primera o en Segunda, el fútbol es once contra once y lo que importa son las ganas y la ambición».

«No tengo una bola de cristal»

No le sorprende el arranque de temporada «porque el equipo sabe a lo que juega, lo tiene claro y el entrenador lo transmite. Así somos muy difíciles de ganar». Confía plenamente «en este grupo, porque se ha visto, por ejemplo el otro día -ante el Sporting-, que nos empataron dos veces y seguimos con fe», y se echa a reír cuando se le pregunta qué porcentaje de posibilidades hay de que dentro de veinte jornadas el Racing siga en lo alto de la tabla: «No tengo una bola de cristal, pero sé que es difícil que dejemos de jugar al 200% hasta el final». El sevillano recuerda que «mira ahora, 19 minutos de tiempo añadido. Puedes pensar que la cosa se ha acabado, te relajas y se te queda una cara de tonto que para qué».

Al joven talento no le gusta la política, pero sí «como juega Iniesta». Le encantaría un día «jugar en Wembley» y que le entrenase Pep Guardiola. Con esos gustos uno se imagina que lo de llevar la pelota pegada al pie tiene su explicación. Muchas horas de placita ensayando. Su sitio preferido es «el pueblo, Aguadulce» y está a gusto cuando está cerca del área rival y «en la playa». Le gusta perderse por las tardes, dar un paseo y disfrutar de lo suyo y cuando le preguntan si España va bien o va mal contesta con vehemencia: «Hay que preguntar a los políticos, que son los que saben». Ironía sevillana de este pedazo de futbolista que aterrizó sin hacer ruido en el Racing.

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