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Merkatondoa es una moderna caja de cerillas. El Racing, un polvorín camuflado. La combinación puede ser explosiva. La carlista Estella, aquella donde los nacionalistas vascos firmaron un pacto dos décadas antes del procés, la que presume orgullosa de su calle Carlos VII (sí, han leído ... bien, calle Carlos María de Borbón y Austria-Este, A.K.A. Carlos VII), allí donde el Racing ganó en mayo 0-3, tiene a sus afueras un pequeño pero funcional estadio con un terreno de juego de césped artificial.
Merkatondoa es también un campo que se ha convertido en un clásico de la Segunda División B. Y un equipo de fútbol: el Izarra. Otro clásico del fútbol modesto que sabe a añejo, a domingo por la tarde y lectura de resultados en Radiogaceta. Quizá a carlismo también, porque en Estella todo destila carlismo, pero sobre todo a campo complicado en el que el Racing solo pudo empatar sin goles cuando hace dos temporadas le iba la vida en ello; en la primera de sus dos tentativas frustradas consecutivas por regresar al fútbol profesional.
El caso es que ese pequeño campo que casi es una trinchera es donde el Racing libra otra batalla de su particular guerra. Esa que aspira que a la de tres le devuelva a Segunda, pero en la que también van en juego su bienestar, su autoestima, su paz social. Las tres derrotas consecutivas y las críticas que llevaron aparejadas han dolido mucho, como que se haya cuestionado el juego del equipo y el reparto de responsabilidades. Aunque el Racing no tiene ni mucho menos el mayor presupuesto de la categoría, eso no importa demasiado a una masa social que ya clama por regresar donde al club le corresponde y n o ha sabido volver. Y que incluso barrunta que si no lo ha hecho quizá no lo merezca. El nombre pesa mucho; demasiado. Y aunque los nombres no ganan partidos, por echar mano de alguno de los clásicos del tópico, sí es lo suficiente sonoro como para que en cualquier parte se dé a los cántabros como favoritos, máxime en un Santander muy volcado con su equipo, pero también ansioso de verlo progresar y algo frustrado por los proyectos fallidos.
La buena noticia es que un puñado de victorias consecutivas hacen olvidar cualquier enfado o crisis futbolero, y en eso andan Ángel Viadero y los suyos, que reivindicados por dos triunfos consecutivos han tenido que escuchar sin embargo los primeros silbidos de un público no demasiado satisfecho con cómo se ganó a la modestísima Peña Sport el domingo pasado.
Otra buena nueva es que ante el riesgo de incendio Viadero tiene unos cuantos bomberos con los que hacer un cordón de seguridad. Justo cuando se quedó sin centrales, Borja Granero salió al rescate y ha cumplido en una posición que no es la suya. Cuando se decía que solo Aquino y Óscar marcaban un históricamente maltratado Juanjo que había tenido que lidiar ya con las primeras críticas, respondió estrenándose como goleador ante los de Tafalla.
Cuando una exagerada sanción ha dejado fuera a Antonio Tomás, llamado a brigadier de campo verdiblanco, aparecieron Sergio Ruiz y Javi Cobo para dejar claro que había vida más allá de Quique Rivero y el de Cartes. Todos ellos estarán hoy en Estella. Todos menos Javi Cobo, a quien una lesión acaba de parar en seco cuando estaba en un excelente momento futbolístico.
Ángel Viadero
Con un parte de bajas no demasiado abultado, pero sí acorde a la pequeña guerra que libra semana a semana el racinguismo, Ángel Viadero no tendrá que pensar demasiado para pergeñar su equipo titular. Por tercera semana consecutiva Borja Granero y Paco Regalón serán la pareja de centrales encargada de defender la portería. De dejarla a cero, como han conseguido en los dos partidos en los que han compartido el eje de la zaga. Juntos escoltarán a Iván Crespo con Córcoles y Julen en los flancos mientras Miguel Gándara sigue esperando su oportunidad tras un gran inicio de curso que se vio frustrado por la vuelta de Córcoles al lateral derecho.
Tampoco tiene el de Canalejas demasiado que pensar para armar el centro del campo. Con Granero como central, Antonio Tomás sancionado y Cobo tocado, Quique Rivero y Sergio Ruiz son la única pareja posible, a menos que opte por trasladar en algún momento al eje a un Álex García en quien ha demostrado confiar sobradamente, pero cuya posición natural es la de interior izquierdo. Por la derecha Óscar sigue siendo insustituible tanto por su buen momento de juego como por la lesión de César Díaz, que le deja sin competencia en el carril diestro, mientras que por la izquierda Héber sigue galopando la banda. Aunque siempre, y aquí sí que sí, con la latente amenaza de Álex, desde que regresó a Santander eterno candidato a la titularidad.
Dani Aquino Delantero
En la delantera no hay dudas. El jugador franquicia, Dani Aquino, con quien debe ser el otro buque insignia de la flota: Juanjo, que ya ha hundido su primer barco y puede quitarse muchas ansiedades de encima, como todo su equipo.
Una tercera victoria resultaría balsámica, curativa, regeneradora. Foral. El Izarra sabe pertrecharse en Merkatondoa como en una trinchera, como si fuera un laberinto en el que enredar a cualquier adversario que llegue con aires demasiado liberales. Y encima con césped artificial, algo que no agrada demasiado en La Albericia no tanto porque condicione el partido -son ya unos cuantos los que en este trienio de castigo ha jugado el Racing sobre césped sintético-, sino por los efectos secundarios. Porque aunque nadie lo diga en alto, más de uno barrunta en el club que las recurrentes plagas de lesiones musculares tienen bastante que ver con la hierba artificial.
Si los cántabros consiguen romper esa línea Maginot con cierta elegancia exorcizarán unos cuantos demonios más, soltarán lastre en un curso que se avecina largo y tal vez se saquen incluso de encima algunas suspicacias. Al fin y al cabo el fútbol son estados de ánimo; o eso dice el lugar común, con lo que Merkatondoa constituye un sanatorio perfecto para que los verdiblancos superen la ciclotimia en la que viven desde que arrancó el curso.
Juanjo Delantero
Todo comienza y termina en Estella, como ocurre semana tras semana en el fútbol, donde cada partido es un universo autoconvulsivo. Quien no debe serlo es el Racing en esa moderna caja de cerillas que es Merkatondoa. Lo que pasa es que el fuego, como la ciencia, es neutral, y lo mismo reduce equipos a cenizas que enciende el motor que les catapulte al éxito.
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