El Racing reduce las pulsaciones

Más que echar al 'prao' lo de esta tarde era tirarse a un horno. Como diría Benito Lopera Perrote, «Laguardia. Campo de fútbol. Seis y media de la tarde. Un calor...». A Barral que le cuecen a peticiones de fotografías a las que el gaditano responde con amabilidad; Jon Ander, como en casa, que tararea todas las canciones en euskera que suenan por la megafonía; escenario pequeño pero coqueto; aficionados a la testera apostados en las vallas; niños que saltan al campo en el descanso para soñar con ser estrellas... Ese fútbol veraniego tan del pueblo que aún mantiene su esencia y cercanía con el aficionado entre el cósmico, rentable y supercalifragilisticoespialidoso universo balompédico que reina Javier Tebas.

La diferencia de nivel no tardó en hacerse patentes bajo la amurallada villa. Minuto 2. Goñi pierde el balón ante Demirovic y el bosnio golpea duro al cuerpo de Lucas Díaz. El balcánico tuvo otra poco después. La falta de cintura de la zaga racinguista permitió un pase interior hacia el delantero, que recortó en el área pero perdió ángulo y mandó la pelota al lateral de la red. Y cuando parecía que el Racing comenzaba a centrarse, Duarte remató solo y de cabeza, a la salida de un córner, y mandó la pelota al poste. El equipo cántabro, en la retaguardia, no era un flan porque no había absolutamente nada en juego en Laguardia. Al final fue Rioja el que transformó un penalti desde los once metros, en el minuto 13. La pena máxima, tan rigurosa como ingenua, fue cometida por Puras.

La mejor opción –y la única– del Racing en el primer tiempo llegó en un saque de falta de Rafa de Vicente que Sivera sacó de la misma escuadra. Lo cierto es que el Alavés, sabedor de su superioridad, bajó revoluciones y el equipo de Ania fue incapaz de hacerle pupa. El técnico asturiano no estaba demasiado satisfecho con lo que veía. El conjunto vasco, cuando apretó el acelerador, tuvo dos nuevas ocasiones antes del descanso. Una la desbarató Lucas tras arrebatar la pelota a Fuchs de los pies dentro del área. En la siguiente, Aleix Vidal volvió a ganar la espalda a la zaga pero su tiro se marchó demasiado cruzado. A partir de ahí, descanso y festival de cambios.

Cambió el atrezzo, pero no demasiado el guión. Ante un Racing poco temible, el Alavés sacaba de nuevo una ocasión clara de una acción aislada. De un error cántabro. Joselu lanzó cruzado y Lucas tocó para enviar a córner. Ania había dado entrada a Mario, Íñigo y Barral. El equipo cántabro ganó algo de presencia en el centro del campo. Poca. Arriba, casi nada. «Barral, que van diez minutos de partido», le gritó el técnico al futbolista gaditano después de varias acciones infructuosas.

Entre tedio y tedio, el Alavés se arrimaba cíclicamente a la portería verdiblanca. Lucas desbarató una nueva ocasión de Aleix Vidal. El meta mandó la pelota a córner, desde donde partió el lanzamiento que Verdón iba a mandar de cabeza al fondo de las mallas. El colegiado anuló el tanto por falta en el salto.

Cerca del minuto 70 y aprovechando que Carmona se hizo daño en un lance del encuentro, Ania aprovechó para realizar el resto de cambios. Sacó todo lo que tenía en el banquillo excepto a Buñuel. El conjunto cántabro ganó algunos metros, facilitado también porque el Alavés soltó el pie del acelerador con el paso de los minutos.

Y así pasó el resto de los minutos con poco que contar. Con pocas conclusiones que sacar. Porque la pretemporada es eso. Preparar las piernas, ver cosucas y esperar a que empiece lo realmente importante. Lo de este sábado no es más que un canapé para mantener entretenido el estómago del aficionado durante la espera. Un tiro de Mario Ortiz tras una buena jugada de Yoda, que se encontró con un defensa en su camino hacia la portería, fue lo más potable en la recta final del encuentro. No se preocupen. Para los más ávidos, mañana toca otra ración de racinguismo.