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Sergio Herrero | Marcos menocal
Palma de Mallorca
Domingo, 2 de junio 2019, 14:05
El Racing ya está de nuevo en Segunda División. Los cántabros acaban de regresar al final la categoría de plata y con ella al futbol profesional tras cuatro años de exilio. Por fin, tras eliminar al Baleares, los verdiblancos recuperan su estatus en ... el fútbol español. O parte de él, porque en medio de la euforia que viven hoy Santander y toda Cantabria se piensa ya en el próximo ascenso a Primera División.
Santander celebra ya la victoria de los verdiblancos tras una larga jornada en la que se ha seguido el partido desde la distancia, puesto que solo unos 150 racinguistas han podido ver el partido desde la grada de Son Malferit. Algunos otros lo han hecho desde fuera del estadio y otro puñado en el campo o acreditado. Pero desde donde se ha seguido con toda la intensidad del mundo ha sido en las sedes de peñas, en bares y locales; por toda Cantabria. Y en Peña Herbosa, el Río de la Pila y todo Santander.
Las celebraciones espontáneas precederán a la llegada del equipo, que se estima para las diez y media de la noche al aeropuerto de Loiu, aunque las horas pueden cambiar por no estar confirmadas. Una vez esté en Santander el equipo se detendrá en La marga para subirse a un autobús descubierto desde el que se le trasladará al Ayuntamiento. Allí, presentados por Marcos Menocal, cada uno de los futbolistas saldrán al balcón para saludar a los aficionados en una Plaza del Ayuntamiento que se prevé, pese a la hora, como mucho público.
La alegría es mayor dadas las circunstancias del ascenso, con un Racing que fue a remolque después de que Fullana adelantara al Atlético Baleares por un penalti de Óscar Gil sobre Nuha.
Tan innecesario como justo. Fue en el minuto 39 y ese resultado dejaba fuera al Racing, pero la posterior remontada cántabra devuelve a los cántabros a Segunda División. El gol de Buñuel en el minuto 65 ha devuelto al Racing a LaLiga y todo el racinguismo lo celebra. La mayor parte en Cantabria, donde se suceden las celebraciones, y el puñado de privilegiados en Palma de Mallorca.
Eduardo Galeano, gran aficionado al fútbol, tiene como una de sus obras más conocidas 'El libro de los abrazos'. Perfectamente esta crónica podría titularse así, pero con el apellido 'verdiblancos' al final. Futbolistas, aficionados, directivos, periodistas... Porque aquí ha sufrido todo el mundo. Hemos sufrido todos. Pocas veces se ha repartido tanto cariño en tan pequeño espacio de terreno. Porque las dimensiones de Son Malferit no daban para mucho más.
Pero aún así, el racinguismo se impuso a todo. Por historia, por potencial, por coraje y... porque sí. Porque se lo merecía. Porque ya está bien de sufrir. De llorar. De penar por un infierno en el que le metieron quienes ayer no estaban en el estadio balearico. La cara de Sergio Ruiz al final del partido era la viva muestra de lo que ha costado salir de aquí. Sudor en la frente, lágrimas en los ojos y sangre en la nariz.
Los aficionados verdiblancos son el adalid de la esperanza. El resultado de la ida no molaba nada, porque el escenario de la vuelta metía miedo, y aún así, con el paso de las horas desde el domingo anterior, fue irguiendo la cabeza hasta confiar plenamente en las posibilidades de su equipo ante tamaño reto.
Ahora el Racing deberá enfrentarse con el campeón de la otra eliminatoria, previsiblemente el Fuenlabrada, para ser campeón de Segunda B. Eso poco importa, pero nunca amarga un título. Con el objetivo hecho quedan dos partidos de temporada. Y se gane o no todo será alegría. Como hoy. Como mañana.
De momento al Racing y al racinguismo le toca vivir la alegría de este empate a uno que asciende al fin al Racing, poniendo fin a una pesadilla de cuatro años.
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