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«Las cosas podían haber sucedido de cualquier otra manera, y sin embargo, sucedieron así». Así comienza Miguel Delibes su novela 'El Camino' -que por cierto se desarrolla en Cantabria, en el Valle de Iguña- y condensa en una frase la importancia de la capacidad ... de adaptación, que a menudo es la clave para salir airoso de los problemas. Una facultad de la que ahora debe hacer gala el Racing, que se medirá al Ebro el domingo (12.00 horas. Estadio Pedro Sancho, Zaragoza), si todo marcha según lo esperado. Es decir, si después de que mañana, cuando los jugadores confinados a causa de los positivos de Pablo Andrade y Nico Santos, dejen el aislamiento domiciliario, los test de antígenos a los que les someterá el club dan negativo. Entonces ya podrán entrenar todos juntos a las órdenes de Aritz Solabarrieta y sobre el césped de El Sardinero, que es donde tiene planificada la sesión.
Pero para entonces ya habrán perdido prácticamente una semana. Algo menos que cuando el Racing tuvo que hacer frente a otro parón en el mes de diciembre a causa de otro positivo en el equipo: el de Jon Ander. De aquellas a los verdiblancos aún los entrenaba Javi Rozada. Pero es que el covid ya ha golpeado a los cántabros en más ocasiones. De forma directa o indirecta. Y una cosa, es cierta, los parones al Racing no le sientan bien. El positivo de Jon Ander le costo al equipo cinco jornadas sin ganar y un cambio de entrenador. Por no hablar de que con él se inició la primera gran crisis del equipo.
Con el positivo del vitoriano el 4 de diciembre el Racing venía justamente de jugar un partido aplazado en Sarriena ante el Leioa. Ese choque se tuvo que posponer por un jugador del equipo vasco infectado con el virus y el Racing de Rozada tuvo que jugar el partido un miércoles 2 de diciembre con el asturiano al frente y un resultado para olvidar, 1-0. El único partido que los leiotarras habían logrado ganar hasta la fecha.
Tan solo dos días después de caer en Sarriena Jon Ander hizo saltar las alarmas en La Albericia y tras someterse a una PCR para comprobar su positivo, detectado con test de antígenos, se activó el protocolo sanitario del Gobierno de Cantabria: diez días de confinamiento domiciliario de todos los contactos cercanos. De modo que eso es lo que hizo todo el primer equipo verdiblanco, tanto futbolistas como cuerpo técnico, que tuvieron que aislarse. Además, se aplazaron dos partidos. El que debían disputar en Zubieta ante la Real Sociedad B y también la siguiente jornada, ante el Real Unión. Tocaba arrastrar encuentros y entrenar cada uno desde su casa. Igual que ahora, con la salvedad de que en esta ocasión diez futbolistas sí pueden ejercitarse en La Albericia.
Con la vuelta al 'prao' empezó la primera crisis del Racing -no se puede obviar que los cántabros pasaron de estar segundos antes del parón a caer a puestos de descenso cinco jornadas después- y es que con apenas tres días de entrenamiento a las espaldas el Racing se plantó en Mutilva para jugar la primera ronda de Copa del Rey y cayó ante el Mutilvera (1-0) con una imagen penosa. Empezaba el vía crucis. Después de la eliminación del torneo copero llegó el Arenas de Getxo (1-1) y dictó sentencia para un Javi Rozada que ni siquiera oyó silbar la hoja de la guillotina que le segó la cabeza. Horas después del encuentro lo destituyeron y tras las vacaciones de Navidad le llegó el turno a Aritz Solabarrieta, que llegó al banquilllo verdiblanco avalado por José María Amorrortu, director de estrategia deportiva, para recoger el testigo de Rozada. No tuvo mejor suerte el de Ondárroa, que encadenó tres derrotas consecutivas y la imagen del equipo dio un vuelco, pero a peor. Real Sociedad B (4-1), Amorebieta (0-1) y Real Unión (1-3) sacaron los colores a los cántabros, que pasaron del verdiblanco al rojo, y no solo por el bochorno sobre el campo, es que cayeron en picado a los puestos de descenso. Se acercaban peligrosamente al infierno y aunque no llegaron a quemarse, las llamas les rozaron lo suficiente para meter el miedo en el cuerpo, al menos a los aficionados.
Ahora quedan justamente cinco jornadas por delante, pero el panorama pinta bien distinto. Al menos a priori y salvo debacle. Aunque salga de un confinamiento, el Racing tiene la clasificación a Primera RFEF prácticamente al alcance de la mano. Cuenta con un colchón de puntos respecto al resto de equipos en la pelea que le permiten estar sereno. Pero mejor no descuidarse. Y el domingo ante el Ebro puede dar un paso de gigante.
Riki Rodríguez
Riki Rodríguez confía plenamente en que el Racing conseguirá una plaza en Primera RFEF. Y no es para menos.El equipo lo tiene a tiro de piedra. Solo un descalabro mayúsculo impediría a los de Solabarrieta asegurar un puesto en la nueva categoría, aunque sea un premio de consolación. «Tenemos que estar centrados en nosotros mismos. Si hacemos bien las cosas nos vamos a meter arriba», explica. El centrocampista es consciente de que el equipo respira tranquilo, ya que se clasifican los dos primeros del Subgrupo D del Grupo II de Segunda B y los cántabros cuentan con siete puntos de ventaja sobre el tercero. «Tenemos un colchón que nos da cierta tranquilidad, pero no podemos relajarnos ni confiarnos».
Por ahora diez jugadores entrenan en La Albericia y el resto lo hace desde sus casas, donde guardan el confinamiento obligado por el positivo de Andrade. Las sesiones de estos días en las InstalacionesNando Yosu les sirven «para no perder la chispa y estar activos, pero el partido frente al Ebro lo prepararemos cuando estemos todos juntos», observa. Eso será mañana, jueves. «El día 22 ya podrán venir todos los compañeros y, a partir de ahí, podremos preparar el encuentro de Zaragoza en condiciones».
Para Riki lo primordial ahora «es la salud de Pablo Andrade y el futbolista del Rayo, Nico Santos», dice el asturiano que no tiene reparos en reconocer la dificultad que supone preparar los entrenamientos con tan pocos efectivos. Y a pesar de la seguridad de vencer al Ebro, cree que es un rival que puede poner las cosas difíciles. «Es cierto que perdieron por 3-0 ante el Real Unión, pero creo que no fueron tan inferiores. Esto es Segunda B, fuera de casa cualquier rival te puede complicar».
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