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El Racing se convertirá en diciembre en una sociedad técnicamente saneada. No habrá cerrado aún todas las cicatrices que dejaron el proceso concursal y la posterior 'era okupa' pero ya funciona con normalidad contable y antes de terminar el año habrá dejado atrás el último de sus grandes lastres a efectos externos: la deuda concursal. En diciembre el club abobará el último plazo del concurso de acreedores, que asciende a 1,7 millones de euros.
En realidad es el máximo importe al que el club puede verse obligado a hacer frente, porque trece años después de que se declarara en concurso algunas empresas o proveedores pueden haber desaparecido, haber dado la deuda por amortizada o tener deudas pendientes de cuantías mínimas para las que no lleven a cabo papeleo. Es decir, que el pago puede ser finalmente algo menor, pero el Racing ya tiene prevista la consignación completa a la espera de los trámites que los acreedores afectados puedan llevar a cabo.
48 millones
La deuda del Racing cuando en julio de 2011 solicitó proceso concursal se calculó en poco más de 48 millones.
24 millones
Se aplicó una quita del 50%, con lo que el pasivo quedó en 24, y se dio un plazo de cinco años que después se incumplió.
1,7 millones
es el montante del último plazo, que puede ser algo menor si no lo solicitan todos los acreedores.
El abono tendrá lugar en el mes de diciembre, puesto que cada uno de los plazos, también desde la última renegociación, debía llevarse a cabo antes de finalizar cada año natural. No existe así una fecha exacta de vencimiento más allá del 31 de diciembre, una vez se haya dado tiempo en el periodo anterior a los acreedores a reclamar las últimas cantidades que se les adeuden. Será un momento importante desde el punto de vista económico, pero también en el simbólico: una vez se cumpla con este plazo, el club no tendrá ya deuda vencida con ningún tercero.
Según la situación económica en la que se encuentre, el pago puede obligar a Sebman, la sociedad de Sebastián Ceria y Manolo Higuera poseedora de la mayoría del capital social del Racing, a efectuar una nueva inversión. Sin embargo, durante la temporada en curso los ingresos se han multiplicado y para la próxima temporada se estima que el gasto en la primera plantilla deportiva sea similar –más allá de que LaLiga le apruebe un mayor tope salarial–. En conclusión, no se puede descartar que el club esté en condiciones de afrontar este pago, o una parte significativa, con sus propios recursos. En cualquier caso, se eliminará cualquier deuda con terceros, porque un hipotético nuevo pasivo se anotaría ya en el debe con su propiedad.
El Racing entró en julio de 2011, con Francisco Pernía como presidente, en proceso concursal con una deuda que posteriormente se calculó en 48 millones de euros. En un principio, el convenio preveía una quita del 50% y un plazo de cinco años para sufragarla por completo, pero los incumplimiento del club durante la época de Ángel Lavín y las posteriores renegociaciones que consiguieron arrancar las directivas posteriores, que había heredado una sociedad casi en causa de disolución y en Segunda B, han demorado el proceso ocho ejercicios más de lo previsto inicialmente. De hecho, parte de esa renegociación pactada (no lo fueron los primeros impagos) contemplaba unos plazos menores mientras la sociedad militara en la extinta Segunda B y tuviera por lo tanto unos ingresos mucho menores.
Ya consolidado en Segunda, el Racing ha afrontado con regularidad, en tiempo y forma, los últimos plazos, tanto en la época de Alfredo Pérez y Pedro Ortiz como ahora, con Higuera y Ceria al frente. Así se ha conseguido reducir esos más de 48 millones, convertidos después en cerca de 25 gracias a la quita, a esos 1,7 que restan por abonarse, a la espera de que la cantidad pueda verse reducida, aunque sea en una pequeña parte.
Será uno de lo últimos hitos en el saneamiento del club, siempre sin tener en cuenta el pasivo con su matriz (antes el Grupo Pitma y ahora Sebman International Sport). Antes fue necesario, aún con la directiva de Tuto Sañudo y en la primera época de Higuera, sufragar la deuda con Hacienda y Seguridad Social, lo que supuso una maraña jurídica al no poderse renegociar –Lavín había incumplido todos los compromisos– ni disponer el Racing de efectivo. Además, era necesario para jugar enSegunda División.
Paralelamente fue necesario ponerse al día con futbolistas y empleados, a los que en algunos casos se adeudaba más de una anualidad, y afrontar el día a día de los sueldos, para lo que el propio Higuera y los entonces primer y segundo entrenador, Pedro Munitis y Gonzalo Colsa, llegaron a hacer aportaciones personales.
Al mismo tiempo se fueron sufragando en lo posible las cantidades pendientes con proveedores, pero llegó un momento en que solo la línea de crédito abierta por el Grupo Pitma, en algunos de los montantes al 4%, permitió salir adelante. Es la deuda que han heredado los nuevos accionistas mayoritarios, que también ha llevado a cabo nuevas inversiones. Por el camino fue necesario también anular las anteriores acciones y efectuar una nueva capitalización para restablecer el equilibrio contable y social de la SAD.
A fin de año, cuando se salde definitivamente la deuda concursal, el Racing habrá cerrado este capítulo. Le quedará aún una pesada mochila: los alrededor de 22 millones de euros que adeuda a Sebman, una cantidad que bascula según los ingresos y las necesidades, y que en la peor etapa llegó a suponer un pasivo de más de 25 millones con el Grupo Pitma.
Además, el club mantiene, como todos los negocios, deuda viva. Es decir, pagos pendientes de amortizar correspondientes a los gastos e inversiones derivados de su normal funcionamiento. La cantidad es también muy variable según la época, de acuerdo con las amortizaciones que se lleven a cabo y los nuevos gastos que se acometan, y suele rondar entre el millón y los dos millones de euros. Pero no supone en este caso ninguna incertidumbre.
Al contrario, responde al funcionamiento corriente de cualquier sociedad que afronta gastos con un periodo de amortización, ya sea utilizando sus propios recursos, mediante acuerdos particulares o buscando financiación externa. En resumen, deuda en plazo y prevista que no lastra la economía verdiblanca. Y ninguna con la Administración pública.
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