No hay paseo hacia la gloria

Como la máquina carburaba, el once de José Alberto fue bastante previsible y continuista dentro de las circunstancias. Hubo novedades, sí, pero esperadas. Como el retorno de Dani Fernández –por fin un especialista– al lateral derecho; o la entrada de Mario García en el flanco zurdo de la zaga en detrimento de Saúl García. Y para sustituir al sancionado-lesionado Íñigo Sainz-Maza, un Iván Morante que anda en buen momento.

Insiste el míster una y otra vez en que hace semanas que la mentalidad ha cambiado en el vestuario. Pero también fuera de él. Hacía tiempo, mucho, que 'La Fuente de Cacho' no sonaba como en los minutos previos al encuentro. Y cuando la fuente suena, agua lleva. Como la que caía en otra velada lluviosa en El Sardinero.

El duelo empezó trabadete. Lo que buscaba el Alcorcón. Aquí, que no corra nadie. Ni los de blanco ni el balón. No iba a ser fácil, por más que todas las flechas apuntasen hacia una nueva victoria verdiblanca. De hecho, la primera acción de peligro llegó en un córner botado por el alfarero Víctor, muy cerrado, que causó problemas a Ezkieta, aunque el colegiado anuló la acción por falta sobre el meta.

El exracinguista Mehdi Nafti, entrenador del Alcorcón, era consciente de los peligros racinguistas. Que si caos; que si desorden; que si paredes... En cuanto los locales juntaron unos pocos ladrillucos, dos contra uno, se plantaron como aviones en el área madrileña. Albañilería fina. A Iván Morante le quitaron el balón de los pies cuando iba a rematar en el primer palo.

Visto lo visto, el Alcorcón tenía menos ganas de arriesgar que José Luis Martínez-Almeida bailando el chotis en su boda. Tampoco estaban muy preocupados los visitantes, que lo fiaron todo a estar ordenaditos en defensa y encontrar un momento de lucidez en ataque. No les estaba yendo mal, porque lo único que había pasado eran los algo más de veinte minutos del cronómetro. Y cuando eso sucede, el Racing no está cómodo. Al conjunto cántabro le costaba presentarse en campo rival y de nuevo fueron los madrileños quienes lo intentaron. Un balón vagabundo por el área lo empaló Chiki, centrado, a las manos de Ezkieta. Para que los alfareros fuesen ganando confianza. Demasiada.

A los de José Alberto les hacía falta una vuelta de rosca. La que le metió Íñigo Vicente a un medio centro, medio tiro, que obligó a Jesús Ruiz a lanzarse cual superhéroe para despejar de puños. A duras penas, el partido se fue zarandeando y el Racing encontrando huecos, pese a que eso llevase a Ezkieta a acumular trabajo. El meta navarro sacó con una buena parada abajo un duro disparo de Óscar Rivas. En el otro área, Arana, con un cambio de ritmo fantástico, dejó en la cuneta a su marcador, pero Jesús Ruiz tapó bien para evitar el tanto del canario. El Racing, los Campos de Sport enteros, hizo clic. Aunque el equipo de José Alberto iba a dos velocidades. Una en su propio campo, al tran tran, y otra más allá de la medular, donde empezaba el vértigo.

Con el aumento de las revoluciones, también empezó a subir la temperatura en lo ambiental. Íñigo Vicente que se encara con Víctor y le da un manotazo en el hombro; Óscar Rivas que le hace un placaje a Arana... Para el Alcorcón fue como pedir un tiempo muerto y cortar el ritmo del contrincante. Y el fútbol se acabó en esta primera parte. Surtió efecto.

El Racing necesitaba darle una marcha más al asunto, ante un Alcorcón que esta vez uso el barro del alfarero para entorpecer al rival, para amansarlo. Sin duda, era su mejor opción para sacar botín de los Campos de Sport. Y, por más que lo intentaban, los verdiblancos acababan frustrados por las inmediaciones de la frontal del área. Pasó un cuarto de hora de la segunda parte... Y nada más. Se estaba poniendo complicada la cosa. Para el Racing y para llenar estas dos páginas.

Volvió a jarrear sobre el Huerto del Francés. Desapacible. Como el partido. Aunque el equipo cántabro no cejaba en su empeño y Dani Fernández pudo cambiar la dinámica de la noche con un fuerte disparo desde la corona del área que obligó a Jesús Ruiz a volar para enviar a córner. El Racing, ni con doce, porque la reanudación le pilló al delegado verdiblanco, Delfín Calzada, unos cuantos metros dentro del campo para rescatar una bolsa entrometida por el viento. Hace un rato portaba un bocadillo, pero a esas horas la vianda era historia y el plasticucho poco más tenía que hacer.

El Alcorcón, en su papel especulativo, todavía se guardaba alguna bala en la recámara. Cada vez aparecía menos por terreno racinguista, pero cuando lo hacía no era para hacer turismo. Víctor García recibió un balón en el segundo palo, escorado. Pensó demasiado y al final su centro lo repelió Ezkieta. Pero sólo fue el entremés de lo que estaba por venir. El córner consecutivo, el propio extremo alfarero se adelantó a la defensa en el primer palo para peinar el balón hacia el segundo poste.

El valenciano estaba empeñado en ser protagonista del encuentro y la euforia le duró apenas dos minutos. Sin medir, se llevó por delante a Mario García en la veloz carrera del canterano y se llevó el segundo caramelito de limón de la noche. A la calle. Y, bueno, al Racing que se le allanaba un poco el camino para evitar la derrota.

Había que tirar del espíritu de El Molinón y José Alberto hizo dos cambios de forma automática: retiró a Dani Fernández y Mboula e introdujo a Marco Sangalli y Jeremy. Quedaban dieciséis minutos más el tiempo añadido. El monólogo verdiblanco acababa de empezar, pero no bastaba sólo con hablar. También había que decir cosas. Y menudo soliloquio se montó Marco Sangalli nada más entrar. El vasco, extremo disfrazado de lateral, recibió en el segundo palo y le hizo un traje a su defensor. Primero el pantalón. Luego, la americana. Cuando salió del segundo regate, la pego con el alma y entre Jesús Ruiz y el palo la mandaron fuera.

Cómo le iban a funcionar los cambios a José Alberto. En la siguiente jugada, el otro recién ingresado iba a ser el protagonista. Jeremy se coló por la izquierda y, cuando puso un pie en el área, Javi Pérez se lo pisó. El árbitro fue contundente. Penalti. ¿Qué podía fallar? Pues lo que nadie esperaba. Peque lo tiró fatal. Al centro. Fácil para el portero. La grada consoló al catalán. Porque nadie es perfecto.

Hacía rato que se habían acabado los problemas para rellenar todo este espacio. El partido estaba de que no para el Racing. Después del error de Peque, la siguiente acción fue el vivo reflejo. Arana que la pega dos veces. La segunda, la saca Chema de debajo del larguero. En el rechace lo intenta Marco Sangalli. Se tropieza, tiro horrible que llega a los pies de Peque y el mediapunta, ya ofuscado, la echó fuera.

Entró Roko Baturina y salió, para siempre, el visitante Chema, que vio la segunda amarilla. El Alcorcón se quedaba con nueve. Al central lo tuvo que agarrar Mehdi Nafti por el cuello porque estaba fuera de sí. Al final, el técnico también se fue al vestuario a refrescar el calentón.

José Alberto dio entrada a Ekain, a la desesperada, que era lo que le quedaba a los verdiblancos en los siete minutos de tiempo reglamentario más los nueve que, posteriormente, iba a añadir el colegiado. Peque completó su noche para olvidar, con un gol que le anularon por fuera de juego.

El resto fue aumentar la frustración. El Racing no encontró el camino por más que Íñigo Vicente tomase el mando de las operaciones y Germán se convirtiese en el enésimo delantero a esas alturas. Cabezazos contra el muro. Un tiro de Jeremy a Tribuna Sur; un duro disparo de Manu Hernando que despejó de puños Jesús Ruiz y una punterita de Ekain que se fue cruzada fueron las opciones verdiblancas en el extenso tiempo añadido.

Derrota, entraba dentro de las posibilidades, aunque duela. Los tópicos son realidades repetidas mil veces y está ese de «nadie dijo que iba a ser fácil». Pues eso, resiliencia. Levantarse, sacudirse el barro de las rodillas, que el golpe no pase factura y volverlo a intentar. Que la ilusión sigue aún en plena persecución.

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