El racinguismo despide al equipo en La Albericia

A las diez y media de la mañana, cuando se abrieron las puertas de las Instalaciones Nando Yosu, ya eran unas 250 personas las que esperaban en la Avenida del Deporte. Familia, aficionados y, por supuesto, el núcleo de la Gradona, con su speaker a la cabeza. «¡Nos han abierto las puertas para que animemos! ¿Canto yo más que todos vosotros juntos? ¿Estamos dormidos?» azuzaba a los suyos. Toda la banda del campo 2 abarrotada en una mañana en la que en su mejor momento había medio millar de personas en La Albericia, fruto del goteo constante de público hasta cerca de mediodía, cuando se dio por terminada la sesión de trabajo, ya breve y encaminada a la activación cuando se acumulan más de nueve meses de competición, contando el largo parón de tres semanas entre diciembre y enero.

Con ambiente, mucho ambiente, despidió La Albericia al Racing. Desde la cafetería observaban el presidente, Manolo Higuera, el director de comunicación, Roberto González, y el deportivo, Mikel Martija. Junto a ellos, a ratos, el delegado, Delfín Calzada; la consejera Miriam Peña, Enrique Palacio en el despacho de prensa... Una mañana de mucho ajetreo en las Instalaciones Nando Yosu, porque después del entrenamiento, el saludo, las fotos y autógrafos; tras ese momento de cargar las pilas anímicas, el Racing partía hacia Castellón, donde hoy ha hecho noche y desde donde parte hoy hacia La Cerámica para disputar el decisivo partido ante el Villarreal B.

Siempre al ritmo de los cánticos, coordinados por la Gradona, los Arana, Peque, Vicente, Ezkieta, etcétera completaron una última sesión muy afectiva, pero en la que consciente de la responsabilidad José Alberto López pedía ritmo e intensidad junto a la banda del campo 2, el habitual de los entrenamientos de los sábados, ya marcado para los ejercicios tácticos.

«A ver si tenemos suerte y nos podemos hacer una foto con Arana», decía una mujer que no contenta con arrastrar a su marido (que se había dejado encantado, enfundado en una camiseta de Teka) y sus hijos se había llevado también a los sobrinos a La Albericia. Era una de tantas familias que echaron el sábado por la mañana en las Instalaciones.

Así hasta que poco antes de mediodía se puso punto final a la jornada matinal, de trabajo para unos y de fiesta para otros. Después, el ritual. Fotos con los niños, autógrafos, camino a los vestuarios y la hinchada copando la grada del campo 1, el Santi Gutiérrez Calle, para los últimos gritos e himnos de apoyo al equipo. Faltaba la foto de rigor; la imagen icónica que dejar en la previa.

Ya la semana pasada ocurrió lo mismo y la iniciativa gustó tanto al propio Racing, a su afición y a un entrenador que se ha mimetizado a la perfección con Cantabria, que parecía imprescindible repetir. El resultado les dio la razón, con una nueva respuesta masiva para lo que era, sencillamente, un entrenamiento.

Dentro del club, sonrisas por el ambiente generado, responsabilidad y muchas expectativas. Las que ha despertado una última jornada en la que el Racing puede clasificarse para disputar el play off de ascenso. Las cuentas están hechas. Se las saben de memoria José Alberto, Martija y todos los empleados del club. Las han revisado hasta el agotamiento y saben que un punto es suficiente. Y que con un Eibar-Real Oviedo por delante no solo la sexta plaza, sino puestos de más privilegio están a tiro siempre que se gane en La Cerámica. En juego, el rival, la ventaja de campo y dinero. No solo el que genera disputar el play off, sino también la recompensa a la buena clasificación en forma de ingresos por derechos televisivos.

La expedición verdiblanca, con Íñigo Vicente como uno más (se le ha reservado al máximo porque poco importa ya otra sesión de entrenamiento en la jornada 42, pero está en plenas condiciones), embarcó después en el autobús para volar a Valencia. En un desplazamiento largo, después tuvo que viajar de nuevo en autocar a Castellón, donde se había contratado el hotel de concentración, para prepararse de cara a un decisivo duelo.

Lo de este sábado en la mañana fue una nueva muestra del caldo de cultivo que rodeaba al Racing. Una vez ha encontrado, con la nueva directiva, empatía con el club, ha rebosado, ayudado por unos buenos resultados que incentivan un sentimiento de identificación que siempre estuvo presente. Ahora ha eclosionado en un junio que, de conseguirse el objetivo en Vila Real, promete ser frenético. Ocurra lo que ocurra, la temporada ya ha sido un éxito. En lo deportivo, en lo económico, en lo social y en lo anímico, con un club que ha recuperado definitivamente la autoestima. Lo que pasa es que, con el premio a la vez tan lejos y tan cerca, el racinguismo quiere más. La ilusión es lo que tiene.

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