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Sentados frente a frente en una mesa en el exterior de la cafetería de La Albericia, con los brazos cruzados y un café de por medio, José María Amorrortu y Pedro Menéndez hablaban en voz queda. Casi en susurros. Con los labios atareados como ... quien reza en voz baja. Los dos acudieron a las instalaciones, como acostumbran, pero ayer era diferente. Este jueves ya sabían de manera oficial que la próxima temporada sus destinos no estarán ligados al Racing. El club lo hizo público el miércoles, pero no es descabellado pensar que el coordinador de la comisión deportiva y el secretario técnico lo sabían mucho antes. Cuando la campaña del Racing, después de chirriar, traquetear y rechinar durante un año, acabó por romperse al no conseguir siquiera entrar en la fase de ascenso a Segunda División.
Tampoco Aritz Solabarrieta era ajeno a la situación. El miércoles por la mañana ya comunicó a la primera plantilla que el club anunciaría que no iba a continuar como entrenador en Primera RFEF. El técnico quiso ser el primero en decírselo a los jugadores y evitar que se enterasen por la prensa. Este jueves, en el entrenamiento, que duró una hora escasa, no dio muestras de pesadumbre. Al menos no al principio. Ni caras largas, ni enojo disfrazado de tristeza, ni decepción. Tampoco intensidad. La sesión consistió en un partidillo a medio campo que bien podría haber sido una pachanga entre amigos. Sin una voz más alta que otra, sin correcciones. Y sin apenas jugadores del Rayo Cantabria sobre el césped donde entrenaba la primera plantilla– el filial lo hacía en el campo 3–. El centrocampista Dani González –igual que ha hecho durante toda la semana– era el único jugador del Rayo que este jueves entrenaba a las órdenes de Aritz, algo que llama la atención teniendo en cuenta que el técnico cuenta con cinco bajas por lesión para enfrentarse el sábado a Osasuna Promesas en Tajonar (16.30 horas) en el que será el penúltimo partido del curso. Villapalos, Mantilla –convaleciente de su operación de hombro–, Soko, Riki y Traver. Además, Pablo Torre no ha podido ejercitarse con normalidad durante la semana y, para colmo de males, Capanni se retiró ayer del entrenamiento tras recibir un fuerte golpe.
El brasileño cayó al suelo y no atinaba a levantarse ante la mirada expectante del resto del grupo. Cuando lo consiguió se echaba la mano primero a la zona del aductor y después a la ingle. Cojeando y con ayuda, abandonó el césped camino de vestuarios. Como él mismo explicó más tarde, al caer sintió un pinchazo fuerte en la zona de la ingle por lo que hoy se le practicarán pruebas de imagen para determinar el alcance de la dolencia del delantero. A Menéndez y Amorrortu la noticia de que Capanni se retiraba les hizo detener momentáneamente la conversación en la que estaban enfrascados. Cruzaron unos murmullos más y el coordinador de la comisión deportiva se retiró al interior de las instalaciones. Amorrortu no quiso hablar con los periodistas. Prefirió guardar silencio y asumir lo que toca. Sus errores, con las decisiones que atañen a la primera plantilla, y sus aciertos con la metodología de la que están satisfechos los entrenadores del fútbol base de La Albericia. Pedro Menéndez, por su parte, era esclavo de su teléfono móvil, que ya se había convertido a esas alturas de la mañana en un apéndice más de su mano.
A Óscar Gil no le ha pillado por sorpresa la decisión del Racing de prescindir de Aritz Solabarrieta, José María Amorrortu y Pedro Menéndez. «Al final cuando no cumples el objetivo principal, que en este caso era estar peleando por ascender, está claro que se pueden dar situaciones de este tipo.Tampoco es que sea una sorpresa. En el fútbol un día estás arriba y otro abajo», decía el navarro. El central acaba contrato este mes de junio y por ahora no tiene claro cuál será su futuro. De momento está a la espera de que el Racing mueva ficha y hable de renovación. «Termino contrato en junio, pero todavía no sé nada, habrá que esperar. Hablaré con mi familia y voy a esperar un poco a ver qué me comunican desde el club e iremos decidiendo».
Aunque el defensa, que ha cumplido este curso su tercera temporada como racinguista, sí tiene claro que a nivel individual «ha sido un buen año. He jugado bastante y no sé qué llegará en el futuro. Ahora hay que terminar todo, tener paciencia y ver cómo se da el año próximo. Nunca sabes lo que va a venir».
Al buscar una explicación al entrenamiento de este jueves, que careció de intensidad, Óscar Gil reconoció que «llegar al final de la competición sin jugarse nada tiene su parte positiva», pero también «otra peligrosa. Y es que estás pendiente de muchas cosas menos de lo que tenemos que estar», admitía. Pero el central no quiere dedicar mucho tiempo a pensar en la temporada que viene y en quién será el nuevo inquilino del banquillo verdiblanco. «Ahora lo que tenemos que hacer es terminar estos dos partidos de la mejor manera posible y luego lo que venga ya veremos», comentó.
Además, el navarro aseguró que «hay que dar la cara, competir y ganar los dos partidos que nos quedan porque siempre que sales al campo te juegas algo. No hemos conseguido nuestro objetivo principal, que era luchar por el ascenso, hemos logrado el intermedio al clasificarnos para Primera RFEF y lo que nos queda es intentar acabar bien y ser profesionales».
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Pedro Fomperosa
El caso es que con la caída de Capanni y con Pablo Torre a medio gas, a Solabarrieta, muy tranquilo hasta entonces, se le empezaba a notar el hastío. La ley de Murphy dice que si algo puede salir mal, saldrá mal. Y al de Ondárroa parece que le persigue la máxima del ingeniero aeroespacial. Más sombras que luces. Unos minutos más y Solabarrieta dio por concluido el escueto entrenamiento. Se acercó a la valla de metal y conversó animadamente con Menéndez unos instantes. Estiramientos y se acabó. En el camino a vestuarios se volvió hacia los periodistas y preguntó: '¿Hoy toca rueda de prensa?'. 'No, mañana', fue la respuesta. 'Mejor', soltó con un mohín el entrenador. Ahora sí la situación parecía tensa. Poco después Solabarrieta salió a correr al campo 1, pero le indicaron que se fuera al 2. Estaban segando. Y allí que fue a dar zancadas. Solo. Quién sabe si para aliviar tensiones, aclarar ideas, como vía de escape o simplemente para hacer algo de ejercicio.
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