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La ilusión no es que nos persiga, es que ya nos ha atrapado. Por eso rebusco entre mis papeles y aparece una y otra vez el Racing en Primera, incluso en los partidos contra el Córdoba, equipo con el que los racinguistas nunca han coincidido ... en la máxima categoría. Pero nos quedaba la Copa.
El Racing había terminado la temporada 1960-61 en Primera División (qué bien suena) con el mérito de haber conseguido la permanencia con cierta solvencia, ya que a falta de dos jornadas había eludido el descenso. Pero la plantilla que dirigía Otto Bumbel tenía ante sí un nuevo reto, la Copa del Generalísimo.
El rival que deparó a los cántabros fue el Córdoba, situado en la mitad de la tabla de la Segunda División. En la fase previa había eliminado al conjunto filial de la Real Sociedad, el San Sebastián CF, atizando a los donostiarras en la capital andaluza con un 9-3, y relajándose en San Sebastián con un empate (3-3).
El primer partido de la eliminatoria se disputó en el estadio municipal de El Arcángel, el 7 de mayo de 1961. Con la tarjeta de presentación de los doce goles anotados, Otto Bumbel se cuidó muy mucho de extremar las precauciones defensivas, aunque enseguida se desvanecieron, porque en el minuto 34 los locales se adelantaron en el marcador. Tras el descanso, los racinguistas pensaron que el uno a cero era una renta más que suficiente para remontar en El Sardinero, y continuaron con su obsesión defensiva. Fue una mala decisión, porque el Córdoba anotó dos goles más y lo complicó todo.
El partido de vuelta en los Campos de Sport se jugó el 11 de mayo y requirió un cambio de mentalidad, pero el público no ayudó demasiado. La alineación aquel día estuvo formada por Piñol, Pallás, Santamaría, Miera, Ramos, Pellejero, Odriozola, Sampedro, Wilson, Kaszas y Nando Yosu. Cuando los racinguistas saltaron al terreno de juego, fueron recibidos con pitos y abucheos por su actuación en Córdoba. Nadie sabrá si el reproche del público tuvo algo que ver, pero a los dos minutos del inicio, Nando Yosu se encargaría de acallar a los parroquianos de El Sardinero al chutar con rabia en un barullo que se había formado al saque de una falta. Veinte minutos más tarde, otra falta sacada por Ramos tuvo la misma secuencia, pero con Wilson como rematador.
Con el dos a cero a su favor, el árbitro pitó un penalti contra el Racing. El guardameta racinguista, Piñol, aportó su grano de arena en la emoción del partido al realizar una gran parada. Todo marchaba bien, porque con dos goles más se podía superar la eliminatoria, pero las cosas se complicaron cuando, en una desafortunada jugada, Pellejero marcó en propia puerta. Con la ventaja racinguista de 2-1 terminó la primera parte.
La esperanza se retomó cuando, en el minuto 19 de la segunda mitad, Vicente Miera se internó hacia la meta cordobesa y lanzó un pase a Wilson que, de cabeza, estableció el 3-1. Al Racing le faltaba un gol para seguir vivo en la competición, y tuvo que esperar al último minuto para que el gran defensa Santamaría, con un poderoso salto, anotara de cabeza el único gol de su carrera deportiva en el Racing, que llenó de euforia las gradas, salvando la eliminatoria con un partido de desempate que se disputaría tres días después en Madrid.
En ese choque de desenlace, los cordobeses se adelantaron en el marcador nada más ponerse el balón en juego. Fue un jarro de agua fría con el que finalizó la primera parte. En el minuto doce del segundo tiempo, Sampedro pasó a Odriozola y éste, con un tiro bombeado, pudo superar al guardameta del conjunto andaluz, estableciendo el empate. El juego del Racing estaba superando al de su rival, pero la dureza y las entradas violentas suponían un serio obstáculo que en esta ocasión perjudicarían al Racing, ya que en el minuto 23, Ramos no pudo dominarse y respondió con una agresión a una violenta entrada de un rival, lo que provocó su expulsión. El Racing no se arrugó con un hombre menos y continuó atacando, pero no hubo más goles al final de los noventa minutos, y tuvo que jugarse una prórroga de media hora. A los diez minutos del primer tiempo de la prórroga, el delantero centro racinguista, Sampedro, marcaría el gol que daría el pase a los octavos de final al conjunto racinguista.
El Racing se encontraría luego con el Real Madrid, que había sido campeón de Liga y que tras empatar en los Campos de Sport (1-1) ganaría al conjunto cántabro por 3-0, despejando su camino a la final, que aquel año perdería contra el Atlético de Madrid (3-2).
La ilusión no es que nos persiga, es que nos ha atrapado definitivamente. Sigamos manteniéndola contra el Córdoba y hasta el final de temporada, en Primera.
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