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Este Racing apunta muy alto. Y no lo digo desde el punto de vista de la clasificación. La historia también tiene sus líderes, sus leyendas y los listones de una altura para superar. Y este Racing tiene pinta de ser un firme candidato para sumar ... líderes, escribir leyendas y superar retos, como el récord de victorias consecutivas a domicilio en Segunda División.
Víctor me lo preguntaba el otro día tras la victoria en Cádiz, la quinta seguida fuera de casa: ¿Ha habido algún equipo del Racing en Segunda División con tantas victorias consecutivas fuera de El Sardinero? Pues sí. Lo hubo. Y no habrá ningún racinguista versado en la historia del club que me contradiga si afirmo que aquel equipo, el mejor de Segunda División que ha tenido el Racing en su historia, fue el conducido en el terreno de juego por Rafael Alsúa en la temporada 1949-50, con seis triunfos a domicilio consecutivos dentro del ciclo de trece victorias, también consecutivas, que ningún equipo cántabro ha podido igualar en esta categoría.
Pero qué difícil es aplicar la objetividad cuando se trata de elegir al mejor de la historia, porque aquel equipo, cuya alineación sabían los aficionados como la tabla de multiplicar, jugaba en uno de los dos grupos que entonces había en Segunda División, mientras que el de José Alberto lo hace en un grupo único, lo que le proporciona mayor dificultad y mérito. Pero no nos engañemos, tengamos en cuenta que en 1950 los dos primeros de cada grupo disputaron una liguilla final para saber los clubes que ascenderían, y el Racing se merendó a sus rivales repitiendo un indiscutible primer puesto, anotando en los seis partidos de esa liguilla 20 goles, que añadidos a los 99 que disputó en los 30 encuentros de la Liga regular, sumarían la friolera de 119 goles en 36 partidos, una media de 3,3 goles por encuentro que no está al alcance de cualquiera.
Recurro a Teodosio Alba, autor del libro 'Racing de Santander, 75 años de historia', para mostrar su valioso testimonio: «Aquello sí que fue una gozada. Goles, goles y más goles. Goles maravillosos. Goles y buen juego. Porque el Racing jugaba en Segunda, pero tenía un equipo de Primera. Han pasado muchos años, pero los que tuvimos la suerte de verlo no lo podremos olvidar nunca».
Teodosio Alba añadía: «No podremos olvidar aquellos malabarismos de Alsúa con el balón, tan increíbles, que hasta llegaron a atribuirle la creación del baile de la raspa, de moda en aquella temporada. Aquellos balones servidos tan en bandeja que, de puro fáciles que eran de empujarlos hasta la red, a veces hasta se fallaban. Aquellas internadas meteóricas del exiliado húngaro Nemes, imposibles de frenar. Los zambombazos a balón parado de Ruiz, que casi se oían silbar en el aire, y que entraban como ajustados con un calzador por la escuadra de los marcos contrarios. Aquel motor de Mathiesen, precursor del fútbol total. La alegría y el color que le echaba Ortega a sus intervenciones bajo los palos. La fuerza de Amorebieta. La pugna de Mariano con las defensas contrarias. Los córners medidos al milímetro de Luis Echeveste. El magisterio de Herrero, con su boina blanca y su juego sobrio, seguro, exento de florituras. La eficacia de Lorín, etc...».
Hoy el Racing puede igualar las victorias consecutivas lejos de Santander de aquel legendario equipo. Abramos bien los ojos para grabarnos en la memoria los toques mágicos de Íñigo Vicente, que convierten sus pensamientos fantásticos de fútbol en realidades que pueden rematarse, las penetraciones de piernas inquietas y rápidas de Andrés Martín, los aguerridos envites de Arana con los defensas, el estratégico entendimiento con sus compañeros de Pablo Rodríguez, la potencia locomotora de Lago Junior para evadirse de sus marcadores.
El incansable ir y venir de Aldasoro, Vencedor e Íñigo Sainz-Maza (no te olvidamos, capitán) para levantar murallas y crear vías de escape, las paradas incomprensibles de Ezkieta que desesperan a los delanteros más talentosos y fieros, la solidez defensiva de Manu, Montero o Javi Castro, escoltados por Saúl, Michelin, Mario, Sangalli y la no menos valiosa capacidad de Karrikaburu, Maguette, Suleiman, Pol Moreno, Ekain, Carrascal, Jeremy y Parera, con la esperanza de la pronta incorporación de Álvaro Mantilla, todos ellos dispuestos a aprovechar cualquiera de las oportunidades que les brinda el entrenador para demostrar que en este Racing hay más de once titulares.
Hoy en La Coruña se plantea un reto, pero el importante se jugará al final del campeonato. El equipo de 1949-50, además del récord de victorias consecutivas a domicilio, también es el único que, además del ascenso a Primera, consiguió el título de campeón absoluto de Segunda División.
Ese primer puesto y la copa de campeón es la ambición que necesitamos para que el Racing de Ceria, de Higuera y de José Alberto pueda escribirse con las mayúsculas que merece su juego y la ilusión que es capaz de generar en todos nosotros.
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