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Fue uno de los mejores presidentes del Racing: Manuel San Martín. Se le recordará porque se empeñó en recuperar la Primera División después de haberla perdido en la posguerra y se atrevió a pronunciar una frase que poco tiempo después sería muy celebrada: «O poco ... valgo o hago que el Racing ascienda a Primera División». Y lo consiguió en 1950 a base de invertir un dineral en grandes fichajes, entre ellos el legendario Rafael Alsúa. Pero también tuvo el mérito de fichar a otro mito del Real Racing Club.
Nacido en Peñacastillo en 1929, Manuel San Martín Nava se dedicó a los negocios de hostelería. Además de su afición al fútbol, fue presidente de la Sociedad de Remo Pedreña durante la década de los cuarenta, en que ganó el Campeonato de España y la Bandera de la Concha. Durante su etapa como presidente del Racing, desde 1948 hasta 1953, inició el proceso para adquirir los Campos de Sport en propiedad ante el desahucio con el que amenazaron los propietarios, gestión que culminaría su sucesor en el cargo, Basilio de la Riva. Y aunque hizo un gran equipo a base de fichajes y sin contar con la cantera, fue el presidente que integró al Rayo Cantabria como filial gracias a la generosidad del presidente rayista, Rafael Sanz. El Rayo muy pronto daría sus frutos con promesas como Paco Gento y Marquitos.
En su conocida cafetería La Austríaca se firmaron algunos de sus grandes fichajes, como los de Emilio Ruiz, de la Orensana; Echeveste, que llegaba del Tolosa; el argentino Herrero, del Valencia; el danés Mathiesen, del Atlético de Madrid; el húngaro Nemes, del Girondins; Joseíto, que vino del Salamanca; Mariano, jugador del Sevilla y Amorebieta y Alsúa, que procedían ambos de la Real Sociedad.
Pero hubo otro fichaje que merece recordarse con tanta o más devoción que los futbolistas nombrados, ya que dejó una profunda huella en el racinguismo. Se trata de Emeterio Somonte, el utillero que se convirtió en el confidente de varias generaciones de jugadores y en el alma de los Campos de Sport.
San Martín, en su política de fomentar el espectáculo, también emprendió obras de mejora en el campo. Entre los obreros a las órdenes del constructor Miguel Saiz, a quien habían encargado que levantara unas vallas de cemento en los Campos de Sport, se encontraba un muchacho avispado, diligente y muy formal. Alguien advirtió de lo oportuno que sería contratar a un conserje para hacerse cargo del campo y pensó en aquel joven. En el acta de la junta directiva del Racing del 1 de octubre de 1948 se dice textualmente: «Para tratar de organizar los servicios del campo, incomprensiblemente mal atendidos desde hace muchísimo tiempo, y aceptando una proposición del señor Leal, se acuerda nombrar a D. Emeterio Somonte Pérez conserje de los Campos del Sardinero…».
Terio, que así sería conocido por todos, no solo comenzó a hacer funciones de conserje. Muy pronto se convirtió en utillero; es decir, responsable del material, del cuidado de las equipaciones oficiales, de la ropa de entrenamiento y, sobre todo, de las sagradas botas de fútbol de los jugadores.
Comenzó a sentarse en el banquillo con el míster, Patrick O'Connell, y desde entonces Terio cautivaría el cariño y el respeto de jugadores, entrenadores y público que pasaron por los Campos de Sport durante cuarenta años.
Son cientos de anécdotas las que se cuentan de Terio. Celoso guardián de las pertenencias del equipo, perseguía por el campo a los jugadores contrarios si los racinguistas se intercambiaban la camiseta, como cuando el Racing jugó contra el Santos de Brasil en Pamplona. Encargado de mostrar durante los encuentros los números de los futbolistas que iban a ser sustituidos, y ante las constantes dudas del entrenador, Maguregui, más de una vez los cambios los haría el propio Terio, harto de tantas instrucciones contradictorias.
Su jubilación coincidió con la demolición de los Campos de Sport con un partido homenaje que, si no me falla la memoria, es el último de estas características que ha celebrado el racinguismo. Se jugó el jueves 2 de junio de 1988. El Racing, dirigido en el banquillo por Armando Ufarte, se enfrentó a un combinado nacional dirigido por José María Maguregui. El Racing alineó a Alba, Mauri, Cantudo, Villita, Óscar, Gaby, Benito, Juan Carlos, Miro, Quique Setién y Víctor. En la segunda parte jugaron Liaño, Javi, Edu y Rafa Sanz. El combinado nacional lo formaron: Unzúe, Chiri, Rubén Bilbao, Pizo Gómez, Tino, Arteche, Martín, Santillana, Bustingorri y Marcos Alonso. También entrarían Moncaleán, Juan, Revilla, Higuera y Manolo Preciado. El partido acabó con el resultado de 2-2. Víctor y Juan Carlos anotaron los goles racinguistas y Marcos anotó los dos del combinado, llevándose el honor de lograr el último tanto en el histórico campo, sin contar los de la tanda de penaltis, donde el Racing conseguiría el trofeo, aunque los jugadores decidieron entregárselo a Terio, otro de los grandes fichajes de Manuel San Martín, que nos dejó en enero de 2012.
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