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No han perdido el contacto después de tantos años, en parte gracias a la tecnología del WhatsApp, que ha sabido prolongar y cohesionar aquella avalancha de emociones de unos chavales brillantes e ilusionados. Dicen que ha sido el mejor equipo juvenil de la historia del ... Racing. Acaso para discutirlo, y 46 años después, sus componentes se reunieron el pasado jueves en el restaurante Peña Candil de Santander. Todos son sesentones, pero juntos son capaces de rejuvenecer hasta la edad que tuvieron en 1977.
Aquel año se disputó la Liga Nacional Juvenil por primera vez. Jugó un total de 80 equipos de toda España distribuidos en ocho grupos. Los dos primeros de cada liguilla se clasificarían para disputar el Campeonato de España por eliminatorias. Sólo dos conjuntos cántabros, el Racing y el Sniace, formaron parte del grupo II, donde se incluían los potentes equipos vascos. No había dudas de quiénes eran los favoritos: el Athletic y la Real Sociedad.
Para hacer un digno papel entre los mejores juveniles del país, el Racing incorporó a los más distinguidos de la región para reforzar a su equipo, siempre guiado por la visión de Nando Yosu, que se fijó en chavales como el santanderino Quique Setién, por el que el Racing tuvo que donar cuarenta pares de botas al Perines, o el reinosano Juan Carlos García, al que el club atendió de una complicada infección en la pierna, lo que inclinaría las preferencias del jugador hacia al Racing y no al Sevilla, que entonces estaba vinculado con el Naval, equipo al que pertenecía Juan Carlos.
Poco a poco, los chavales fueron cautivando a los espectadores que acudían en masa a verlos a los Campos de Sport. Además, en los partidillos de entrenamiento, donde actuaban contra el primer equipo con un descaro impropio de la edad, los juveniles hacían sudar a hombres como Chinchón, Geñupi, Juan Carlos Pérez, Quinito, Aitor Aguirre o Zuviría. Aunque en la clasificación mandaban los dos gallos vascos, el Athletic y la Real, el Racing no se distanciaba de ellos y dio un enorme paso al ganar por 3-0 a los cachorros de San Mamés. El equipo finalmente se clasificó en segundo lugar, tras los bilbaínos.
La fase eliminatoria emparejó en los octavos de final al Racing con los juveniles del Sevilla. Los cántabros ganaron en Sevilla, 0-1, y en Santander, por 3-1, con una exhibición de Quique, que anotó los tres goles de su equipo. El primero de ellos, a los siete minutos, al rematar de cabeza un córner sacado por San Román; el segundo, en el minuto 57, tras pase de San Román desde la banda derecha y el tercero, después de aguantar la salida del portero, cerca del final.
El siguiente obstáculo fue el Español, a quien los chavales de Yosu derrotaron por 1-0 en Barcelona, con un gol de Quique «tras driblar a varios contrarios», que los cronistas llegaron a titular como «un gol de maestro». Quique, que fue uno de los grandes jugadores de aquel equipo, también fue una pieza importante en el partido de vuelta disputado en Santander, donde, tras encajar un gol, los cántabros lograron empatar en un córner sacado por Lastra que primero remató Quique de cabeza y luego empujó a la red Juan Carlos para firmar la clasificación a las semifinales.
Los cuatro mejores equipos fueron el Barcelona (que sería campeón), que se emparejó con el Athletic, y el Racing, con el Real Zaragoza. En Zaragoza, con un penalti que el racinguista Lastra desaprovecharía, se perdió 2-1. El partido de vuelta supuso un lleno absoluto en los Campos de Sport. Se jugó el sábado, 18 de junio de 1977 y Nando Yosu alineó a Moncaleán, Ochoa, Diego, Guti, Lipe, Abando, Albo, Juan Carlos, San Román, Quique y Lastra. El gol racinguista que supuso la igualada vino pronto, a los cuatro minutos, obra de Albo. Todo iba bien.
El conjunto santanderino estaba arrollando a los aragoneses, hasta que en el minuto 35 de la primera parte el árbitro mostró la segunda cartulina al central Nacho Diego (años después presidente de Cantabria), dejando a su equipo en inferioridad demasiado tiempo. El Racing aguantó hasta la prórroga, pero cuando faltaban tres minutos para acabar, Juan Carlos sufrió un tirón en la pierna y cuando fue a parar un balón e intentó conducirlo, el dolor le paralizó. El interior derecho maño, Lafita, le arrebató la pelota y aunque Juan Carlos hizo un enorme esfuerzo, arañándole la camiseta y dejándose una de sus uñas en el intento, no pudo evitar el empate que clasificaba a los zaragozanos para la final.
El gol encogió a todos. Los cántabros cayeron de rodillas y escondieron sus caras para tapar las lágrimas. «Fue uno de los mayores disgustos que me he llevado jugando al fútbol», recordaría Quique en sus memorias como futbolista. «Éramos muy jóvenes y estábamos tremendamente ilusionados».
Meses después, Yosu sería el entrenador del Racing profesional y seis de aquellos chavales: Quique Setién, Juan Carlos García, Marcos Alonso, Agapito Moncaleán, Pedro San Román y Lipe García lograrían jugar en el primer equipo y en Primera División. Yo no discutiría que fueron los juveniles más brillantes de la historia del Racing.
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