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No eran buenas las relaciones entre el Racing y el ya extinto CD Málaga en la temporada 61-62. Los directivos racinguistas tuvieron que pagar la entrada para ver aquel partido en La Rosaleda. El feo gesto de los dirigentes andaluces, que rompía la tradicional ... cortesía de los equipos, también se trasladaría al público, con una hostilidad que afectó a los jugadores.
Con ese clima comenzó aquel partido. El conjunto cántabro no estaba en sus mejores momentos. Aunque fue la temporada en la que se inauguró la tribuna de cemento de los Campos de Sport, el equipo, que estaba en Primera, tuvo problemas para mantenerse en la categoría, y en el camino hubo el clásico relevo de entrenador. Otto Bumbel fue sustituido por el teniente coronel de Aviación burgalés Luis Alfonso Villalaín, que había tenido experiencia dirigiendo al Real Murcia y había llegado a Santander para dirigir el aeropuerto de Parayas.
Con el nuevo entrenador, el Racing se libró del descenso directo, pero no de la promoción que le emparejó con el segundo clasificado del Grupo Sur de la Segunda, el CD Málaga.
El domingo 22 de abril de 1962, llegó el día del partido en La Rosaleda. Hubo demasiado nerviosismo en el terreno de juego. Muchos empujones y golpes entre barullos donde los delanteros malagueños aprovecharían su mayor motivación y para imponerse. El primer tiempo ya terminó con el resultado de uno a cero. En la segunda mitad se gestaría el desastre racinguista con la lesión de Francisco Santamaría. Sin posibilidad de hacer cambios, Santamaría estuvo incapacitado en el campo para colaborar en las tareas defensivas. Fue una circunstancia determinante aquella lesión, porque el Racing recibió dos goles más. La fuerte presión y belicosidad a la que fueron sometidos los jugadores del Racing en aquel partido fue resumida por el nuevo entrenador racinguista que, aludiendo a su formación militar, dijo que «para triunfar hubiera necesitado una Bandera de la legión». Pero la legión no estaba para aquellos trotes y tras mil kilómetros de ida y otros mil de vuelta, el Racing se marchó de Málaga sin poder marcar y con tres goles en contra que iban a pesar mucho.
La esperanza es lo último que se pierde, y en Santander los aficionados racinguistas se alimentaban de ella con vistas al partido de vuelta. Aún se soñaba con la permanencia en Primera División. El pensamiento de que los malagueños habían sucumbido en Pamplona, en partido de Copa, por el resultado de seis a dos, permitía pensar que la defensa andaluza podía tener otro mal día. Los Campos de Sport se llenaron gracias a los precios asequibles. El conjunto malagueño ubicó su cuartel general en Torrelavega, donde los directivos gimnásticos ofrecieron todas las comodidades para que entrenaran en El Malecón. El partido se jugó con un gran nerviosismo por parte de los 22 jugadores. El Racing formó con Berasaluce, Pallás, Ramos, Lerma, Pellejero, Crispi, Odriozola, García, Sampedro, Wilson y Nando Yosu. Cuando Wilson anotó el gol, mediada la primera parte, el ánimo de los incondicionales racinguistas empujó el entusiasmo del equipo. Sonó estruendoso y penetrante el 'Ra, ra, ra', evocando el ímpetu de los viejos tiempos. Pero los malagueños se cerraron con orden y consiguieron desmoralizar a los racinguistas, que observaban cómo el tiempo corría en su contra. Finalmente se ganó el partido por uno a cero, pero se perdió la promoción y la categoría.
Los aficionados racinguistas salieron del campo muy cabreados. Uno de ellos era Rafael Alsúa, el célebre futbolista que junto a su familia acudió a animar a su equipo. Ante la contrariedad, la entrega y la pasión de Alsúa se encontró con un enojo que le causó una indisposición que requirió la asistencia médica.
Fue el último partido de Villalaín como entrenador del Racing. Años más tarde, en 1965, dirigió a la selección militar de España que logró el Campeonato del Mundo derrotando en la final a la de Marruecos (2-0). No sabemos si una Bandera de la Legión intervino en aquel triunfo.
El Racing jamás ha estado tanto tiempo esperando a recuperar la Primera División. Ya son trece temporadas sin disfrutar de la categoría, y en el camino a Málaga el deseo presiente otro triunfo para tocar con las manos un ascenso y para desagraviar aquella lejana temporada en la que se perdió la categoría sin apoyo de la Legión y dando un buen susto a Rafael Alsúa.
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