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Decía Baltasar Gracián que la superioridad es siempre detestada, pero este escritor jesuita del siglo XVII no supo de los sabores y sinsabores del fútbol, ... un deporte, como la gran mayoría, donde la superioridad no sólo se admira, sino que se busca obsesivamente en cada espacio que nos limita.
Con la esperanza de ser superior al Real Zaragoza, el Racing disputa esta tarde un nuevo partido liguero donde querrá demostrar esa superioridad que bien pudiera inspirarse en la memoria del triunfo más importante del Racing sobre el Zaragoza en toda su historia, triunfo que tuvo lugar en Segunda División durante la temporada 1944-45 en los Campos de Sport con un abultado resultado de 6-0.
En la temporada 1944-45, el Racing, aunque estaba recién ascendido, se marcó como objetivo el de potenciar al equipo para lograr un nuevo ascenso, pero a Primera División. El nuevo entrenador era Gabriel Andonegui, un riojano criado en Guipúzcoa sin demasiada experiencia en los banquillos cuando llegó al Racing con 32 años, ya que sólo había entrenado al Tolosa C. F. durante dos temporadas. No fueron buenos los primeros resultados y en las primeras jornadas ocupaba las últimas posiciones de la tabla clasificatoria, y además era uno de los equipos que más goles había recibido en el campeonato. Fue en ese momento cuando llegó a Santander el Real Zaragoza.
El partido se disputó el 12 de noviembre de 1944. Era la octava jornada y el conjunto aragonés, que estaba entre los más avanzados en la clasificación, era uno de los favoritos al ascenso. Además, venía precedido de excelentes resultados, como el 7-1 que endosó al Real Betis Balompié. Tras algunas dudas con respecto a los guardametas Bermúdez y Caller que habían tenido malas actuaciones, Andonegui dio la oportunidad a Ricardo Martínez en la portería y alineó además a Suárez, Ameztoy, Casamichana, Casuso, Felipe, Orizaola, Tuya, Retamar, Saras, Llona y Álvarez.
Con el campo mojado y en algunas zonas con algo de barro, el juego del Racing se impuso a sus rivales desde los primeros minutos con contundentes acciones defensivas y bastantes oportunidades de Saras y de Retamar, con goles anulados y tiros al poste. Sin embargo, sólo hubo un gol en la primera parte, marcado en el minuto 21, cuando Tuya sacó un golpe franco y un defensor desvió con la mano el centro que iba a rematar de cabeza Álvarez. El penalti lo transformó en gol Enrique Orizaola.
Hubo dos lesionados, uno por cada equipo. En el Zaragoza fue el delantero centro, Mariano, que no pudo jugar en la segunda parte, por lo que los aragoneses tuvieron que continuar con diez hombres en el campo, circunstancia que se agravaría con la expulsión del defensa izquierdo Sanz, dejando a los maños con nueve jugadores a partir del minuto 20 de este periodo. El otro lesionado fue el racinguista Felipe que, ante la imposibilidad reglamentaria de hacer cambios, permaneció en el terreno de juego, pero situado en el extremo derecho, en principio para que no tuviera demasiada participación. Sin embargo, a los 7 minutos le llegó un balón, se atrevió a internarse en el área, superó a tres defensas y sin ángulo de tiro, desde la línea de meta, sorprendió al guardameta Orencio para anotar el 2-0. Fue un gol desconcertante que no pudo describirse como 'gol del cojo' porque Felipe se movió olvidándose de sus dolencias y con mucha habilidad. Saras, de cabeza al saque de un córner, anotó el 3-0 en el minuto 12 de esta segunda parte. El Zaragoza tuvo una excelente ocasión para reducir diferencias, pero falló un penalti, y para hundirse más en la moral, poco después el árbitro pitó otro penalti, esta vez a favor del Racing, que Orizaola convertiría en el 4-0.
Con la facilidad que comenzó a proporcionar la inferioridad numérica de sus rivales, el Racing anotaría el quinto en el minuto 25 en una jugada de Álvarez que cedió la pelota a un desmarcado Saras (5-0) y el último lo marcaría Álvarez de un tiro raso (6-0). Fue la primera victoria de los santanderinos en aquella temporada.
El campeonato continuó con un Racing que se mantuvo en la mitad de la clasificación, sin demasiados agobios en las zonas peligrosas de descenso. Aunque no anduvo fina la defensa hay que dejar constancia de que fue el máximo goleador de Primera y Segunda División, anotando 69 tantos, de los cuales Saras sería en delantero más afortunado con 17 dianas.
Supongo que la superioridad a la que aludía Baltasar Gracián sería detestada solo por los rivales. También los rivales detestarán hoy el entusiasmo de las peñas racinguistas y de La Gradona que también querrán demostrar todo su poderío y superioridad con el retumbar de las voces que se desgastarán con cánticos y gritos de ánimo para sumarse al esfuerzo, al sacrificio y a la lucha por la victoria.
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