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Qué difícil es ascender a Primera, y qué complicado es hacerlo como campeón. Sin contar la fase de clasificación para el inicio de la Liga en 1929, el Racing ha subido a Primera División en ocho ocasiones, pero solo en dos como campeón, en ambas ... con dos grupos en la categoría. En 1950, lo hizo sin discusión, barriendo a todos sus rivales en una fase final donde coincidieron los mejores de ambos grupos; en la segunda, en 1960, tuvo que compartir el mérito con el Mallorca, campeón del otro grupo.
Para avivar las brasas de ambición que estos días parecen algo apagadas, acudo al fuelle de la evocación de aquel Racing de la temporada 59-60 que supo combinar a los jóvenes ascendidos del Rayo Cantabria con el acierto de los fichajes, todos ellos guiados por Louis Hon, gran defensa francés del Real Madrid y de la selección gala y llegado la temporada anterior del Ceuta.
Aplicó un nuevo sistema con éxito: un 4-2-4 con Joaquín Pardo y Montejano en el centro del campo. Desde el inicio, el Racing demostró estar capacitado para el ascenso. En la octava jornada los cántabros ya eran líderes y arrancaron un meritorio empate a cero en Vigo contra uno de sus más constantes perseguidores, el Celta.
Aquel año fue campeón de invierno. Consiguió en la primera vuelta tres puntos de ventaja sobre el Orense y cuatro sobre el Celta, tercero. Al final, logró una distancia de seis puntos sobre los equipos gallegos, que fueron los únicos que aguantaron el tirón. No hubo baches importantes, acaso la derrota en Orense (1-0), con gol de Montejano en propia puerta, que acabó con la imbatibilidad racinguista de once partidos.
Pero en la penúltima jornada entraría cierto temor y preocupación entre los racinguistas, cuando se recibió en Santander al Celta. En caso de victoria, los vigueses superaban a los cántabros en la clasificación, arrebatando a los racinguistas el ascenso que tanto tiempo habían sostenido en sus manos. Así que fue el partido que más público atrajo a los Campos de Sport en toda su historia. El Racing alineó a Cardoso; Pallás, Santamaría, Duró; Crispi, Pardo; Monchito, Florit, Sampedro, Coque y Yosu. La primera parte acabó con empate a cero. En el minuto 37 de la segunda parte, Sampedro empalmó un potente disparo que se coló por la escuadra de la portería defendida por Padrón. Todavía se estaba saboreando el gol de Sampedro, cuando Santamaría cometió una falta al extremo izquierdo, Bayo, y tras su lanzamiento se formó un barullo en el área santanderina que el delantero céltico, País, resolvió enviando la pelota a la red. Los aproximadamente cinco minutos que faltaron para que se pitara el final del encuentro fueron un suplicio de incertidumbre, mientras el balón bailaba de área a área. Cuando se pitó el final, la alegría se desbordó por doquier, con cohetes y palomas liberadas en los Campos de Sport.
En esta brillante temporada, el Racing no perdió ningún partido en El Sardinero, cediendo solo tres empates. La defensa fue la menos goleada del grupo, con la desgracia de GerardoTrueba que sufrió una enfermedad renal que le paralizó su extraordinaria regularidad, ya que, desde su debut como racinguista, en abril de 1957, había jugado de forma ininterrumpida todos los partidos. En la delantera la figura indiscutible fue Sampedro, que con 17 goles fue el máximo anotador de su equipo, teniendo una escolta muy distinguida con los jóvenes y escurridizos extremos que se superaban día a día: Peru Zaballa y Nando Yosu. Al final de la competición, se incorporaría otro joven que años más tarde sería internacional, Vicente Miera, y en los últimos partidos ligueros, debutaría desde el Rayo Cantabria un madrileño que con el tiempo se instalaría en Santander, Abel Fernández, que renunció a seguir en los equipos inferiores del Real Madrid por falta de oportunidades. Abel ya comenzaba a ser conocido por su gran facilidad goleadora y sería el primer Pichichi del Racing.
Qué difícil es ser campeón. En cada partido de esta temporada lo comprobamos, y a pesar de tanta derrota, la ilusión sigue persiguiendo al racinguismo, aunque en estas últimas semanas se haya distraído un poco mirando a las musarañas de la complacencia. Hoy nos llega la oportunidad de renovar ese anhelo contra el Eldense para felicitar la Navidad.
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